La Habana es Cádiz...
Sábado 4 de junio, 21:00 horas. Auditorio del Centro Niemeyer, Avilés. Festival "Jazz in Blue": Ignacio Berroa Quartet; Chano Domínguez y "New Flamenco Sound". Entrada: 18€.
Cantaba Carlos Cano el texto de Antonio Burgos "La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz La Habana con más salero", la verdad que poco original de mi parte pero muy a propósito de lo que iba a escuchar en mi estreno del Niemeyer: dos conciertos al precio de uno donde la calidad y buen hacer rebosaron, con el patrocinio de EMI-España recién adherida al proyecto avilesino. Como información complementaria habría que añadir que su presidente, el músico asturiano Manolo Díaz, era nombrado este mismo día Presidente del Niemeyer.
También podía haber titulado la entrada como Jazz Latino en el Niemeyer, pero realmente y como en la llamada música clásica, Jazz es Música sin más etiquetas.
Para abrir boca pasadas las nueve de la noche y desde Cuba con sabor internacional arrancaba el cuarteto de Ignacio Berroa, cerrando gira precisamente al lado de la ría, el último batería del gran Dizzy Gillespie y compañero entre otros muchos de Tito Puente o Chick Corea, que llegaba con en formación de cuarteto con unos músicos impresionantes: el contrabajo de Ricardo Rodríguez, John Di Martino -pelado al cero- al piano y John Ellis con el saxo tenor y soprano, presentando algunos temas de su último trabajo "Codes". De un gusto exquisito en todos los temas, con un sonido impecable y una técnica asombrosa por todos los intérpretes, fueron desgranando temas como Matrix de Corea, La comparsa de Lecuona en un danzón pleno de gusto jazzístico, uno del propio contrabajista Rodríguez rememorando tal vez su New York City, Chaplin y su Smile, una emocionantísima versión de Serrat con Aquellas pequeñas cosas donde Ellis sacó ternura de esta melodía del noi de Poble-Sec, un artista muy querido y versioneado en Cuba, y cerrando con Dizzy como no podía ser menos siendo Berroa heredero directo. Todos estuvieron increíbles y por deformación profesional, un Di Martino perfecto tanto en los solos como en la parte rítmica...
Tras un descanso de 15 minutos que sirvió para volver a ajustar y afinar el Yamaha C7, apareció el gran Chano Domínguez con una formación renovada en cuanto a la del disco "Piano Ibérico" al que pertenecían los temas a escuchar, y donde sólo se mantuvo a Blas Córdoba "El Kejío" en la voz y las palmas, con el taconeo y palmas de Daniel Navarro (por "Tomasito" en la grabación) y un percusionista del que siento no recordar su nombre pero que no desmerece en nada al "Piraña" que participó en el disco. Al frente Chano Domínguez, ese gaditano innovador, genio del piano que ha superado a su maestro Arturo Pavón, Chano que jaleaba El Kejío en cada intervención. Con unas introducciones únicas en cada tema, delicadas y llenas de un sabor andaluz como sólo él sabe, evolucionando a los palos flamencos recreados en los temas de los grandes pianistas clásicos españoles que más que versionear recrea, y con esa compañía en el escenario que llena (aún más) los temas elegidos haciendo del flamenco algo vivo e imperecedero. No importaba ya la hora ni el concierto anterior, creciéndose en cada melodía que finalizó con su Canción triste, aún tuvo la grandeza de regalarnos Cuando te veo pasar, unas sevillanas casi llegada la media noche. Desde el Mantrería que abría el concierto pasando por los Tanguillos Mompou de la "Música callada", Albéniz con El Puerto, Falla con la Danza del fuego y la Canción del fuego fatuo donde El Kejío fue todo un Maestro del cante recordando la misma fuente en que bebió Don Manuel, al igual que en la Andalucía de Granados. Del taconeo de Navarro dejar constancia de una técnica virtuosística siempre a tempo con los endiablados ritmos de Chano, y una elegancia en el baile que eran espectáculo en sí mismo. Volver a sentir el olvido imperdonable del nombre del percusionista, completo en su kit de djembé, caja, platos y cajón que subrayaron cada tema dándole la atmósfera necesaria en los momentos íntimos más la fuerza rítmica de los palos flamencos con la renovación emprendida, como siempre, por Francisco Sánchez.
En el haber del Niemeyer además de una construcción única donde la acústica del auditorio es perfecta, poder contar con artistas como los de esta noche sabatina, el entorno único, la amabilidad de los voluntarios... pero en el debe permitir pasar bebida a las butacas (no es el club), la inexistencia de papeleras EN TODO EL RECINTO (encontré una en el aseo) y sobre todo la MALA PUBLICIDAD, inexistente dentro salvo la propia de los folletos de Emi-music, y fatal en la prensa al redactarse de forma tal que daba a entender quienes iban a tocar: Chano e Ignacio en dúo piano-batería, pues lo de compartir escenario no es tocar en el mismo sino juntos... sí comparten sello discográfico.
Menos mal que la afición no se pierde música de primera, y la calidad puede con todo, y así lo hice saber.
Cantaba Carlos Cano el texto de Antonio Burgos "La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz La Habana con más salero", la verdad que poco original de mi parte pero muy a propósito de lo que iba a escuchar en mi estreno del Niemeyer: dos conciertos al precio de uno donde la calidad y buen hacer rebosaron, con el patrocinio de EMI-España recién adherida al proyecto avilesino. Como información complementaria habría que añadir que su presidente, el músico asturiano Manolo Díaz, era nombrado este mismo día Presidente del Niemeyer.
También podía haber titulado la entrada como Jazz Latino en el Niemeyer, pero realmente y como en la llamada música clásica, Jazz es Música sin más etiquetas.
Para abrir boca pasadas las nueve de la noche y desde Cuba con sabor internacional arrancaba el cuarteto de Ignacio Berroa, cerrando gira precisamente al lado de la ría, el último batería del gran Dizzy Gillespie y compañero entre otros muchos de Tito Puente o Chick Corea, que llegaba con en formación de cuarteto con unos músicos impresionantes: el contrabajo de Ricardo Rodríguez, John Di Martino -pelado al cero- al piano y John Ellis con el saxo tenor y soprano, presentando algunos temas de su último trabajo "Codes". De un gusto exquisito en todos los temas, con un sonido impecable y una técnica asombrosa por todos los intérpretes, fueron desgranando temas como Matrix de Corea, La comparsa de Lecuona en un danzón pleno de gusto jazzístico, uno del propio contrabajista Rodríguez rememorando tal vez su New York City, Chaplin y su Smile, una emocionantísima versión de Serrat con Aquellas pequeñas cosas donde Ellis sacó ternura de esta melodía del noi de Poble-Sec, un artista muy querido y versioneado en Cuba, y cerrando con Dizzy como no podía ser menos siendo Berroa heredero directo. Todos estuvieron increíbles y por deformación profesional, un Di Martino perfecto tanto en los solos como en la parte rítmica...
Tras un descanso de 15 minutos que sirvió para volver a ajustar y afinar el Yamaha C7, apareció el gran Chano Domínguez con una formación renovada en cuanto a la del disco "Piano Ibérico" al que pertenecían los temas a escuchar, y donde sólo se mantuvo a Blas Córdoba "El Kejío" en la voz y las palmas, con el taconeo y palmas de Daniel Navarro (por "Tomasito" en la grabación) y un percusionista del que siento no recordar su nombre pero que no desmerece en nada al "Piraña" que participó en el disco. Al frente Chano Domínguez, ese gaditano innovador, genio del piano que ha superado a su maestro Arturo Pavón, Chano que jaleaba El Kejío en cada intervención. Con unas introducciones únicas en cada tema, delicadas y llenas de un sabor andaluz como sólo él sabe, evolucionando a los palos flamencos recreados en los temas de los grandes pianistas clásicos españoles que más que versionear recrea, y con esa compañía en el escenario que llena (aún más) los temas elegidos haciendo del flamenco algo vivo e imperecedero. No importaba ya la hora ni el concierto anterior, creciéndose en cada melodía que finalizó con su Canción triste, aún tuvo la grandeza de regalarnos Cuando te veo pasar, unas sevillanas casi llegada la media noche. Desde el Mantrería que abría el concierto pasando por los Tanguillos Mompou de la "Música callada", Albéniz con El Puerto, Falla con la Danza del fuego y la Canción del fuego fatuo donde El Kejío fue todo un Maestro del cante recordando la misma fuente en que bebió Don Manuel, al igual que en la Andalucía de Granados. Del taconeo de Navarro dejar constancia de una técnica virtuosística siempre a tempo con los endiablados ritmos de Chano, y una elegancia en el baile que eran espectáculo en sí mismo. Volver a sentir el olvido imperdonable del nombre del percusionista, completo en su kit de djembé, caja, platos y cajón que subrayaron cada tema dándole la atmósfera necesaria en los momentos íntimos más la fuerza rítmica de los palos flamencos con la renovación emprendida, como siempre, por Francisco Sánchez.
En el haber del Niemeyer además de una construcción única donde la acústica del auditorio es perfecta, poder contar con artistas como los de esta noche sabatina, el entorno único, la amabilidad de los voluntarios... pero en el debe permitir pasar bebida a las butacas (no es el club), la inexistencia de papeleras EN TODO EL RECINTO (encontré una en el aseo) y sobre todo la MALA PUBLICIDAD, inexistente dentro salvo la propia de los folletos de Emi-music, y fatal en la prensa al redactarse de forma tal que daba a entender quienes iban a tocar: Chano e Ignacio en dúo piano-batería, pues lo de compartir escenario no es tocar en el mismo sino juntos... sí comparten sello discográfico.
Menos mal que la afición no se pierde música de primera, y la calidad puede con todo, y así lo hice saber.
P. D.: Reseña de A. F. en El Comercio.
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