Músicas en verano, toma uno
Finalizada la temporada ordinaria, entendiendo como tal la coincidente con mi curso escolar, el verano también tiene su hueco musical en mis vacaciones, siendo habitual lecturas variadas a las que dedicaré alguna entrada, escuchar Radio Clásica (ahí está Bayreuth o los PROMS siempre completados por unos comentarios del magnífico José Luis Pérez de Arteaga que continúa asombrándome cada vez que le escucho), pero donde tampoco faltan otras retransmisiones "on line" o en streaming, así como una agenda veraniega de ciclos que llenan muchos festivales, algunos también gracias a Internet en la pantalla del ordenador con sonido conectado a la cadena de música, y por culpa de la dichosa crisis, recortes, sueldo congelado hace años pese a los calores, pérdida de poder adquisitivo y demás "robos consentidos", también tengo recitales y conciertos cercanos, donde el Falstaff de Verdi que dirigirá Muti en Oviedo me recortó parte del presupuesto estival, pero no podía faltar a esta cita única en España desde casa, que contaremos con detalle como es costumbre, incluso algunos más desde las páginas del diario La Nueva España.
Quiero comenzar recordando el Gianni Schicchi con escenografía de Woody Allen (que estuvo de turismo por Asturias despreocupado de la capital) desde el Teatro Real en "El Palco de La2" el pasado día 12 de julio que también pude seguir en la propia web de RTVE (de donde son las capturas de pantalla), precedido de unos fragmentos -ni siquiera completo- del llamado "concierto" (!) de Plácido Domingo que parece pegó la espantá como protagonista, intentando complacer a los que pagaron su entrada con este "formato", supongo que sin hacerles mucha gracia ni tampoco a los compañeros de reparto que tuvieron más trabajo del previsto.
Olvidando críticas que siempre son muy distintas del auténtico e inigualable directo, me hubiera gustado que hubiesen retransmitido también las Goyescas de Granados que completaban el programa doble, en un encaje de función algo difícil de entender. Mi apuesta hubiese sido Il trittico pucciniano al completo, como debería ser "lo habitual".
En el reparto estuvieron una convincente Maite Alberola como Lauretta, y el "sustituto" Lucio Gallo, más que correcto en el papel protagonista aunque me hubiese encantado tener a Luis Cansino de suplente porque está en un momento vocal excelente (el actoral lleva tiempo), como demostró en su impecable Marco. También la mezzo asturiana María José Suárez encarnó con seguridad y convencimiento a La Ciesca, para entender lo importante de un reparto equilibrado que augure un resultado total más que aceptable (también quiero citar al tenor barcelonés Albert Casals como Rinuccio o a la mezzo Elena Zilio en el papel de Zita), y una puesta en escena algo oscura (al menos en pantalla) con la dirección de Giuliano Carella al frente de una OSM titular del teatro que sonó siempre en su sitio, aunque hubiese cortes en la retransmisión y una toma de sonido no todo lo buena que cabría esperar del ente público que todos pagamos con nuestros impuestos.
Totalmente distinta la siempre irrepetible Traviata verdiana desde el Liceu retransmitida al aire libre en varios lugares de Cataluña y en el Canal 33 de la televisión autonómica catalana la noche del 18 de julio, con interacción en Twitter© (#Traviata33 y #liceualafresca) realmente interesante como encuentro de melómanos de todo el mundo con escenografía conocida de McVicar también algo oscura aunque la luz de la partitura y la entrega de todo el reparto fue digna de recordarse.
La conexión estuvo precedida del "introito" a cargo de Ramón Gener que tras su catalana "Òpera en texans" ha dado el salto nacional (con perdón) con "This is Opera".
Con todo mi arsenal tecmológico desplegado (ordenador, tableta y móvil) pude disfrutar escuchando, capturando pantallas y realizando comentarios desde la comodidad de casa, destacando la Violeta de la soprano rumana Anita Hartig, enamorándonos a todos por entrega y carisma, el Alfredo del tenor jerezano Ismael Jordi creciéndose en cada intervención, con un color vocal realmente hermoso, y un Giorgio Germont poderoso de Gabriele Viviani que sin ser Leo Nucci ("el barítono"), a los que también escuchamos en Oviedo, completó un trío protagonista equilibrado, creíble, sin sobreactuaciones.
Como siempre los mal llamados secundarios lograron una representación para recordar, con el Gastone asturiano Jorge Rodríguez-Norton entre ellos.
Evelino Pidò fue el responsable musical al frente de la orquesta y coros del Liceu que completaron La Traviata de realización impresionante para alcanzar un éxito que llegó a millones de espectadores gracias a estas iniciativas que deberían convencer a los ignorantes recalcitrantes, algunos metidos en política, que la ópera es accesible a todos los públicos y no es el espectáculo de élite que algunos quieren seguir manteniendo para un alejamiento de la realidad en busca de populismos y prioridades mal entendidas. No hablaremos de las subvenciones para la cultura, que es un derecho, ni todo el empleo que genera la música en todos los países, auténtica inversión y motor de una sociedad que se ha sacrificado para tener algo irrenunciable, como otros logros que con la disculpa del momento intentan quitarnos.
De la pasión por la música y más por la ópera hay que dar la bienvenida a un nuevo blog, El palco número 18 que curiosamente arranca con La Traviata de Verdi, como no podría ser menos, a cargo de otra apasionada que firma "Pauline Viardot", con quien seguimos tuiteando después de "la fresca". Sólo tenemos esta vida y debemos vivirla en plenitud y apasionadamente, porque de lo contrario sólo nos quedará ignominia, un erial oscuro y arrasado sobre el que no volveremos a poder construir absolutamente nada.
Defender la música es apostar por el futuro. Disfrutarla ya es otra cosa que requiere educación, tiempo, y sobre todo querer. Desde aquí continuaremos...
Quiero comenzar recordando el Gianni Schicchi con escenografía de Woody Allen (que estuvo de turismo por Asturias despreocupado de la capital) desde el Teatro Real en "El Palco de La2" el pasado día 12 de julio que también pude seguir en la propia web de RTVE (de donde son las capturas de pantalla), precedido de unos fragmentos -ni siquiera completo- del llamado "concierto" (!) de Plácido Domingo que parece pegó la espantá como protagonista, intentando complacer a los que pagaron su entrada con este "formato", supongo que sin hacerles mucha gracia ni tampoco a los compañeros de reparto que tuvieron más trabajo del previsto.
Olvidando críticas que siempre son muy distintas del auténtico e inigualable directo, me hubiera gustado que hubiesen retransmitido también las Goyescas de Granados que completaban el programa doble, en un encaje de función algo difícil de entender. Mi apuesta hubiese sido Il trittico pucciniano al completo, como debería ser "lo habitual".
En el reparto estuvieron una convincente Maite Alberola como Lauretta, y el "sustituto" Lucio Gallo, más que correcto en el papel protagonista aunque me hubiese encantado tener a Luis Cansino de suplente porque está en un momento vocal excelente (el actoral lleva tiempo), como demostró en su impecable Marco. También la mezzo asturiana María José Suárez encarnó con seguridad y convencimiento a La Ciesca, para entender lo importante de un reparto equilibrado que augure un resultado total más que aceptable (también quiero citar al tenor barcelonés Albert Casals como Rinuccio o a la mezzo Elena Zilio en el papel de Zita), y una puesta en escena algo oscura (al menos en pantalla) con la dirección de Giuliano Carella al frente de una OSM titular del teatro que sonó siempre en su sitio, aunque hubiese cortes en la retransmisión y una toma de sonido no todo lo buena que cabría esperar del ente público que todos pagamos con nuestros impuestos.
Totalmente distinta la siempre irrepetible Traviata verdiana desde el Liceu retransmitida al aire libre en varios lugares de Cataluña y en el Canal 33 de la televisión autonómica catalana la noche del 18 de julio, con interacción en Twitter© (#Traviata33 y #liceualafresca) realmente interesante como encuentro de melómanos de todo el mundo con escenografía conocida de McVicar también algo oscura aunque la luz de la partitura y la entrega de todo el reparto fue digna de recordarse.
La conexión estuvo precedida del "introito" a cargo de Ramón Gener que tras su catalana "Òpera en texans" ha dado el salto nacional (con perdón) con "This is Opera".
Con todo mi arsenal tecmológico desplegado (ordenador, tableta y móvil) pude disfrutar escuchando, capturando pantallas y realizando comentarios desde la comodidad de casa, destacando la Violeta de la soprano rumana Anita Hartig, enamorándonos a todos por entrega y carisma, el Alfredo del tenor jerezano Ismael Jordi creciéndose en cada intervención, con un color vocal realmente hermoso, y un Giorgio Germont poderoso de Gabriele Viviani que sin ser Leo Nucci ("el barítono"), a los que también escuchamos en Oviedo, completó un trío protagonista equilibrado, creíble, sin sobreactuaciones.
Como siempre los mal llamados secundarios lograron una representación para recordar, con el Gastone asturiano Jorge Rodríguez-Norton entre ellos.
Evelino Pidò fue el responsable musical al frente de la orquesta y coros del Liceu que completaron La Traviata de realización impresionante para alcanzar un éxito que llegó a millones de espectadores gracias a estas iniciativas que deberían convencer a los ignorantes recalcitrantes, algunos metidos en política, que la ópera es accesible a todos los públicos y no es el espectáculo de élite que algunos quieren seguir manteniendo para un alejamiento de la realidad en busca de populismos y prioridades mal entendidas. No hablaremos de las subvenciones para la cultura, que es un derecho, ni todo el empleo que genera la música en todos los países, auténtica inversión y motor de una sociedad que se ha sacrificado para tener algo irrenunciable, como otros logros que con la disculpa del momento intentan quitarnos.
De la pasión por la música y más por la ópera hay que dar la bienvenida a un nuevo blog, El palco número 18 que curiosamente arranca con La Traviata de Verdi, como no podría ser menos, a cargo de otra apasionada que firma "Pauline Viardot", con quien seguimos tuiteando después de "la fresca". Sólo tenemos esta vida y debemos vivirla en plenitud y apasionadamente, porque de lo contrario sólo nos quedará ignominia, un erial oscuro y arrasado sobre el que no volveremos a poder construir absolutamente nada.
Defender la música es apostar por el futuro. Disfrutarla ya es otra cosa que requiere educación, tiempo, y sobre todo querer. Desde aquí continuaremos...
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