Tinieblas luminosas en la mañana granadina
Sábado 9 de julio, 12:00 horas. 60 Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Monasterio de San Jerónimo: Musica Reservata (de Barcelona), Paul Hillier (director). Victoria en Granada. Officium Hebdomadae Sanctae: Responsoria (Responsorios: Oficio de la Semana Santa). Obras de Ambrosio Cotes (c. 1550-1603) y T. L. de Victoria (1548-1611).
Responsorios de tinieblas titula las notas al programa Alfonso de Vicente, uno de los expertos en nuestro gran Padre Victoria aprovechando este año de celebraciones: 400 del nacimiento del mejor polifonista español, 60 años del festival y un coro de cámara como el catalán que cumple 20 años a pleno funcionamiento, esta vez bajo la dirección de otro especialista como el inglés Hillier. Y tras una larga cola matutina bien organizada pero bajo un calor que iba en aumento, rápidamente llenamos la basílica de este monasterio con una acústica perfecta para el concierto de un coro de diez voces realmente increíble, de calidad demostrada y contrastada, afinación impecable, empaste envidiable y ductilidad ante una dirección que hace del tactus toda una lección interpretativa.
El concierto se estructuró en cuatro partes bien diferenciadas musical y escénicamente, todas marcadas por ese hilo narrativo en latín (revisado al castellano por Xavier Roca-Ferrer en el programa de mano) de estos maitines de Semana Santa, que de no ser por calor y fechas, tal parecía en pleno julio granadino: del villenense Cotes, maestro de capilla en la Catedral de Granada y contemporáneo de Victoria, fueron las dos obras para la primera parte titulada "Desolación": Feria V in Coena Domini, a 5, y Feria VI Passione Domini a 4, claramente tridentinas y en la línea marcada por Palestrina pero sin el nivel compositivo del abulense que ocuparía el resto del concierto, todo un homenaje para el oído... y el alma.
"Traición" estuvo conformada por Amicus Meus, Iudas mercator pessimus, Unus e discipulis, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi. Una lección de buen gusto además de aprovechar perfectamente la acústica del monasterio, jugando con el impacto de los finales y la propia teatralidad de unos textos mimados por el compositor, siempre claros y subrayados por la polifonía inmortal a cuatro voces (tres o incluso dos en los versos centrales, así como entradas a una voz), que iba siguiendo cual oración interior.
"Sacrificio" trajo las partes más logradas en cuanto a la relevancia musical reforzando el texto, desde las homofonías más empastadas a las rítmicas más ricas, sin olvidar los juegos armónicos mayor y menor de la música aún modal del Renacimiento y su obligada referencia o deuda gregoriana: Tamquam ad latronem, Tenebrae facta sunt (auténtico despliegue sonoro de matices impecables), Animam meam dilectam, Tradiderunt me, Iesum tradidit impius y Caligaverunt oculi mei que cerraba este bloque capaz de transportarnos a la inmensidad de la sencillez hecha música con una interpretación pletórica en cuanto a los recursos desplegados por el coro catalán.
"Oscuridad" más anímica que sonora puesto que el texto que refuerza la música aunque así lo indique, sucumbre siempre ante la música victoriana cual esperanza católica y contrarreformista de la redención por la Muerte, formada por Recessit pastor noster, O vos omnes, Ecce quomodo moritur, Astiterun reges, Aestimatus sum y Sepulto Domino, nueva demostración interpretativa en todos los sentidos de un coro que respondió a todo cuanto el maestro Hillier les exigió, con todas las cuerdas resonando el orbe del monasterio, meticulosidad y rigor histórico en una formación que afrontó este homenaje desde el respeto y la calidad con unas voces privilegiadas que suenan como un todo armónico casi organístico.
Entre el público y retransmitiendo para Radio Clásica, mi admirado José Luis Pérez de Arteaga, a quien me encontré más de una vez por Granada, comentando la segunda edición revisada y actualizada de su libro sobre "Mahler", y que a la noche subiría al Palacio de Carlos V para hacernos llegar a quienes fuimos incapaces de lograr entrada ni el primer día de venta (allá por el 13 de abril) a la Staatskapelle de Berlin con Barenmboim en gira, haciendo la Primera y Segunda sinfonías de Bruckner. Este domingo vendrán la Tercera y el piano del concierto 27 de Mozart, pero aunque esté en Granada, tendré que escucharla por la radio (tampoco es plan subir a la Alhambra y escuchar desde fuera).
Responsorios de tinieblas titula las notas al programa Alfonso de Vicente, uno de los expertos en nuestro gran Padre Victoria aprovechando este año de celebraciones: 400 del nacimiento del mejor polifonista español, 60 años del festival y un coro de cámara como el catalán que cumple 20 años a pleno funcionamiento, esta vez bajo la dirección de otro especialista como el inglés Hillier. Y tras una larga cola matutina bien organizada pero bajo un calor que iba en aumento, rápidamente llenamos la basílica de este monasterio con una acústica perfecta para el concierto de un coro de diez voces realmente increíble, de calidad demostrada y contrastada, afinación impecable, empaste envidiable y ductilidad ante una dirección que hace del tactus toda una lección interpretativa.
El concierto se estructuró en cuatro partes bien diferenciadas musical y escénicamente, todas marcadas por ese hilo narrativo en latín (revisado al castellano por Xavier Roca-Ferrer en el programa de mano) de estos maitines de Semana Santa, que de no ser por calor y fechas, tal parecía en pleno julio granadino: del villenense Cotes, maestro de capilla en la Catedral de Granada y contemporáneo de Victoria, fueron las dos obras para la primera parte titulada "Desolación": Feria V in Coena Domini, a 5, y Feria VI Passione Domini a 4, claramente tridentinas y en la línea marcada por Palestrina pero sin el nivel compositivo del abulense que ocuparía el resto del concierto, todo un homenaje para el oído... y el alma.
"Traición" estuvo conformada por Amicus Meus, Iudas mercator pessimus, Unus e discipulis, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi. Una lección de buen gusto además de aprovechar perfectamente la acústica del monasterio, jugando con el impacto de los finales y la propia teatralidad de unos textos mimados por el compositor, siempre claros y subrayados por la polifonía inmortal a cuatro voces (tres o incluso dos en los versos centrales, así como entradas a una voz), que iba siguiendo cual oración interior.
"Sacrificio" trajo las partes más logradas en cuanto a la relevancia musical reforzando el texto, desde las homofonías más empastadas a las rítmicas más ricas, sin olvidar los juegos armónicos mayor y menor de la música aún modal del Renacimiento y su obligada referencia o deuda gregoriana: Tamquam ad latronem, Tenebrae facta sunt (auténtico despliegue sonoro de matices impecables), Animam meam dilectam, Tradiderunt me, Iesum tradidit impius y Caligaverunt oculi mei que cerraba este bloque capaz de transportarnos a la inmensidad de la sencillez hecha música con una interpretación pletórica en cuanto a los recursos desplegados por el coro catalán.
"Oscuridad" más anímica que sonora puesto que el texto que refuerza la música aunque así lo indique, sucumbre siempre ante la música victoriana cual esperanza católica y contrarreformista de la redención por la Muerte, formada por Recessit pastor noster, O vos omnes, Ecce quomodo moritur, Astiterun reges, Aestimatus sum y Sepulto Domino, nueva demostración interpretativa en todos los sentidos de un coro que respondió a todo cuanto el maestro Hillier les exigió, con todas las cuerdas resonando el orbe del monasterio, meticulosidad y rigor histórico en una formación que afrontó este homenaje desde el respeto y la calidad con unas voces privilegiadas que suenan como un todo armónico casi organístico.
Entre el público y retransmitiendo para Radio Clásica, mi admirado José Luis Pérez de Arteaga, a quien me encontré más de una vez por Granada, comentando la segunda edición revisada y actualizada de su libro sobre "Mahler", y que a la noche subiría al Palacio de Carlos V para hacernos llegar a quienes fuimos incapaces de lograr entrada ni el primer día de venta (allá por el 13 de abril) a la Staatskapelle de Berlin con Barenmboim en gira, haciendo la Primera y Segunda sinfonías de Bruckner. Este domingo vendrán la Tercera y el piano del concierto 27 de Mozart, pero aunque esté en Granada, tendré que escucharla por la radio (tampoco es plan subir a la Alhambra y escuchar desde fuera).
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