Y salimos con Brahms

Jueves 24 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano "Luis G. Iberni": Brigitte Engerer (piano), Münchner Rundfunkorchester, Terje Mikkelsen (director). Obras de C. M. von Weber, R. Schumann y E. Alnæs.
Buen nivel pianístico en las jornadas con la francesa Engerer que nos brindó el Concierto para piano y orquesta en La m., Op. 54 de Schumann, con la orquesta de la radio bávara y la batuta del noruego Mikkelsen. Interpretación con altibajos y algunos desajustes que no empañaron el resultado ni placer en escuchar ese Intermezzo-andantino grazioso que resultó lo mejor en cuanto a lirismo y esquisiteces de auténtico placer sonoro por la fusión con la orquesta, que contestó cada pregunta del piano con la misma intención que Mdme. Engerer. El arranque indeciso del Allegro affetuoso o un Allegro vivace con claroscuros nos dejaron auténticos detalles por parte de la solista y una orquesta alemana que siempre es segura acompañante aunque el maestro Terje se limitase a intentar cuadrar una obra llena de aristas.
La propina del francés Alkan en una transcripción de Listz plenamene rapsódica arrancó unos muy merecidos aplausos para una de las damas del piano tras un concierto del que los detalles predominarán sobre el todo.
Flanqueando el concierto solista dos obras muy distintas:
La Obertura de Oberon (or The Elf King's Oath) de Carl M. von Weber presentaba las credenciales de esta formación no amplia en plantilla (similar a nuestra OSPA) pero perfectamente ensamblada en todas las familias y con solistas de talla que no "pifiaron" ni una, lo que siempre es de agradecer, destacando el trompa desde el inicio. El estilo del director noruego claro, de gesto amplio y preciso, sacó momentos interesantes en los planos sonoros de una partitura algo menor que "el cazador" pero llena de sutilezas.
La Sinfonía nº 1 en Do m. Op. 7 del noruego Alnæs (1872.1932) ocuparía toda la segunda parte, obra bien comentada en las notas al programa de Juan Manuel Viana, llena de referencias a sus contemporáneos Brahms, Chaikovski, Dvorak o Grieg, formalmente académica en sus cuatro movimientos y agradecida de escuchar, en especial el Adagio que dejó una excelente cuerda para recordar, y ese Non troppo allegro marcial en perfecta conjunción sinfónica para una orquesta potente y segura. El director noruego tiene mucha culpa en la recuperación y grabación de esta obra de su paisano, y su implicación total resultó más que un examen para la formación alemana que se mostró capaz de sonar bien con lo que le echen, hasta con Alnæs.
La propina mendelssohniana recordó el paso del noruego por Leipzig ante pasajes similares en forma y fondo de la sinfonía, lo mejor del concierto por parte de orquesta y director en cuanto a hondura interpretativa aunque no podíamos marchar con el "corazón en un puño" y la segunda propina de Brahms con su archiconocida y cinematográfica Danza húngara nº 5 nos mandó para casa con el ánimo enchido para afrontar otros dos días de lo más musicales en la capital del Principado.

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