Dos italianos redescubren Gershwin en Oviedo
Miércoles 4 de julio, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo: Festival de Verano "Oviedo es música". Proyecto de Jazz, Oviedo Filarmonía, Alessandro Lanzoni (piano), Marzio Conti (director). Obras de G. Gershwin. Entrada gratuita.
También el verano es tiempo de música, incluso desenfadada, en chanclas, sin frac pero donde el ocio no está reñido con la calidad. Inicialmente previsto para la Plaza del Ayuntamiento pero con el orbayu amenazando se cambió el aire libre con carpa por el habitual Auditorio donde otro proyecto Conti volvía a tomar forma con la orquesta de la que es titular hace ahora un año, y con un joven pianista italiano al que conoce desde que tenía los dos años como él mismo confesó en uno de los bises.
Aparecía en escena Alessandro marcándose un solo del I've got rhythm mientras iban apareciendo por todas partes los músicos de la orquesta, algunos no habituales, otros de la plantilla, charlando, abrazándose, hablando por "el celular", saludando al pianista que enlazaba con Summertime para la penúltima entrada de "el hombre del banjo" con botella de bourbon incluida, todo como en un Club de Jazz de los que apenas quedan, y finalmente el maestro Conti desgranando Lanzoni melodías de la Rapsodia en blue, justo para comenzar con ese sólo de clarinete interrumpido por aplausos en una versión realmente jazzística desde una orquesta poderosa en tanto que las intervenciones solistas siempre resultaron distintas a la escrita, como muchas partes de la orquesta. Versión fresca, intimista, de tempos tranquilos y mucho "swing" en todos, rematando con una propina vital como es el Blue Monk (aquí enlazada en versión del verano pasado).
Sin apenas respiro comenzó la versión de la casi centenaria Un americano en París llena de auténtico jugo sinfónico sin perder un ápice el espíritu del gran George. La orquesta se mueve como pez en el agua dejándonos Un italiano en Oviedo por lo sutil del arreglo, toques de Bernstein tamizados por el mejor musical de Broadway con pinceladas sinfónicas de Copland. Intentaré buscar el autor de estas versiones porque fueron todo un descubrimiento.
Y otro tanto con Porgy and Bess: Symphonic Picture en arreglo de Robert Russell Bennet que fue todo un muestrario de la calidad en todas las secciones de una OvFi más alegre con Conti que con el recordado Haider, con un trío de saxos dando un sello Count o Duke, la percusión en su salsa, una cuerda de película con redondez en los contrabajos, madera elegante y delicada más unos metales, en especial las trompetas, que pusieron la guinda por sonido y fraseos jazzístico a más no poder para una selección de la ópera negra más allá del archiconocido Summertime que los violines y posteriomente oboe cantaron con auténtico "acento negro".
El cóctel final lo trajo nuevamente Lanzoni en trío con Fernando Arias y Andrea Baruffaldi luego arropado por una orquesta que lució cual formación digna de Miller, protagonismos en pie incluidos y auténtica delicia de arreglos. Reconozco que los dos florentinos nos redescubrieron al Gershwin del nuestros días. Alessandro Lanzoni demostró que la formación clásica para el jazz es de ida y vuelta, interpretación propia a partir del original, con una gama de matices tan rica que quedé con ganas de seguir escuchándole con un gin-tonic y nada de humo (dichosa ley antitabaco).
P. D.: Reseña de Javier Neira en LNE.
También el verano es tiempo de música, incluso desenfadada, en chanclas, sin frac pero donde el ocio no está reñido con la calidad. Inicialmente previsto para la Plaza del Ayuntamiento pero con el orbayu amenazando se cambió el aire libre con carpa por el habitual Auditorio donde otro proyecto Conti volvía a tomar forma con la orquesta de la que es titular hace ahora un año, y con un joven pianista italiano al que conoce desde que tenía los dos años como él mismo confesó en uno de los bises.
Aparecía en escena Alessandro marcándose un solo del I've got rhythm mientras iban apareciendo por todas partes los músicos de la orquesta, algunos no habituales, otros de la plantilla, charlando, abrazándose, hablando por "el celular", saludando al pianista que enlazaba con Summertime para la penúltima entrada de "el hombre del banjo" con botella de bourbon incluida, todo como en un Club de Jazz de los que apenas quedan, y finalmente el maestro Conti desgranando Lanzoni melodías de la Rapsodia en blue, justo para comenzar con ese sólo de clarinete interrumpido por aplausos en una versión realmente jazzística desde una orquesta poderosa en tanto que las intervenciones solistas siempre resultaron distintas a la escrita, como muchas partes de la orquesta. Versión fresca, intimista, de tempos tranquilos y mucho "swing" en todos, rematando con una propina vital como es el Blue Monk (aquí enlazada en versión del verano pasado).
Sin apenas respiro comenzó la versión de la casi centenaria Un americano en París llena de auténtico jugo sinfónico sin perder un ápice el espíritu del gran George. La orquesta se mueve como pez en el agua dejándonos Un italiano en Oviedo por lo sutil del arreglo, toques de Bernstein tamizados por el mejor musical de Broadway con pinceladas sinfónicas de Copland. Intentaré buscar el autor de estas versiones porque fueron todo un descubrimiento.
Y otro tanto con Porgy and Bess: Symphonic Picture en arreglo de Robert Russell Bennet que fue todo un muestrario de la calidad en todas las secciones de una OvFi más alegre con Conti que con el recordado Haider, con un trío de saxos dando un sello Count o Duke, la percusión en su salsa, una cuerda de película con redondez en los contrabajos, madera elegante y delicada más unos metales, en especial las trompetas, que pusieron la guinda por sonido y fraseos jazzístico a más no poder para una selección de la ópera negra más allá del archiconocido Summertime que los violines y posteriomente oboe cantaron con auténtico "acento negro".
El cóctel final lo trajo nuevamente Lanzoni en trío con Fernando Arias y Andrea Baruffaldi luego arropado por una orquesta que lució cual formación digna de Miller, protagonismos en pie incluidos y auténtica delicia de arreglos. Reconozco que los dos florentinos nos redescubrieron al Gershwin del nuestros días. Alessandro Lanzoni demostró que la formación clásica para el jazz es de ida y vuelta, interpretación propia a partir del original, con una gama de matices tan rica que quedé con ganas de seguir escuchándole con un gin-tonic y nada de humo (dichosa ley antitabaco).
P. D.: Reseña de Javier Neira en LNE.
Comentarios