Redescubriendo América musicalmente
Jueves 25 de marzo, 20:00 horas. XXXIII Semana de Música Religiosa de Avilés, Iglesia de Sto. Tomás de Cantorbery. Ensemble Vocal e Instrumental "De Profundis" de Montevideo (Uruguay). "Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Música de los archivos coloniales de Bolivia, siglos XVII y XVIII". Archivo Musical de Chiquitos, Santa Ana y San Rafael, Bolivia. AMCh 373-381.
Toda una sorpresa escuchar música religiosa renacentista y del barroco temprano hecha en América con todo el sabor hispano de nuestros "Maestros del Siglo de Oro", la época más rica de España que también se llevó a América por parte de las misiones jesuíticas en el periodo conocido como Virreinal, en el caso del concierto avilesino, de la Chiquitanía (Bolivia). Cuánta música queda aún por descubrir durmiendo el sueño de los justos en tantas sacristías de nuestros países hermanos... cuánta labor por delante para las nuevas generaciones de musicólogos * (desde 1996 se celebra allá un Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos). Qué belleza y emoción contenida en estos "anónimos" que siguen las directrices del Concilio de Trento, las enseñanzas de Palestrina o Victoria en el sentido de potenciar el texto latino con la música sin "entorpecerlo", pero también de Guerrero o Morales, pues de todo ello pudimos paladear en esta "Semana Santa musical" de una hora de duración condensada en las obras anónimas magistralmente interpretadas por este "ensemble" que dirige Cristina García Banegas, quien desde el órgano del que es una virtuosa e impulsora de este instrumento (está grabando la integral de Bach y es probable que alguna obra la toque en algún órgano asturiano) también realizó los Introitos y armonías alternando con la guitarra barroca de Gustavo Reyna, o bien perfectamente ensamblados con un cuarteto vocal auténticamente profesional, compuesto por Marcela Redaelli (soprano), Leandro Marziotte (contratenor), Alejandro Vera (tenor) y Álvaro Vallés (barítono).
Tras el inicio desde el mismo órgano del martes a cargo de la responsable del grupo, entramos en un Miércoles de Ceniza (Feria Quarta Cinerum) con Quae vulnerata (Vexila Regis prodeunt) arrancando en el recuerdo del "cantus firmus" gregoriano que daría paso a una polifonía plenamente renacentista alternando las partes en homofonía con las contrapuntísticas tan "escolásticas" en esa época.Siguió el Domingo de Ramos (Dominica in Palmis) del Cum appropinquaret Dominus (Mo Ramos. Mo Procesión). Los tres nocturnos de tres responsorium cada uno que conformaron el Jueves Santo (Feria Quinta. In Cena Dominii Responsorii) nos volvieron a deleitar desde la contención necesaria de estas partituras con una línea de canto donde los dos instrumentos y el cuarteto vocal, ayudado por la reverberación de Santo Tomás, sonó cual capella escorialina. Fueron surgiendo el Primer Nocturno In monte Olivetti, Tristis es anima mea, Ecce vidimus eum, con protagonismo solístico alternando las cuatro voces (no puedo destacar ninguna aunque el empaste del contratenor con las otras tres consiguió un color increíble), al igual que el Segundo Nocturno: Amicus meus, Iudas mercator pessimus y Unus ex discipulis. El último conformado por los responsorios 7 al 9, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi cerraron este bloque para dar el toque "indígena" desde un canto chiquitano: Yyaî Jesuchristo (Mo procesión Au Jueves Santo. Au Nitobis), que incluyó un toque de pandero marcando un "tactus" exquisito. Esas músicas modales en perfecta simbiosis con lo autóctono y tamizado por la religiosidad del tema, no supusieron ruptura con la línea argumental trazada, pues el Viernes Santo (Feris Sexta. In Passione et Morte Domini) nos recrearía dos de los textos latinos más musicados de la historia de la música sacra: un anónimo Miserere mei, Deus (Psalmus 50) y la única obra de autor conocido en el programa de hoy, Popule meus (Improperia) de Juan de Vega Bastán (maestro de capilla de la Catedral de La Plata boliviana).
Las obras que cerrarían este compendio de "Música para la Semana Santa" serían de nuevo una elevación de canto chiquitano: Dulce Jesús Mío (Au Quaresa Ichepe niquitipî niyubai) y un procesional Stabat Mater (Planctus Beate Mariae Virginis Sequentia) que inundó toda la Iglesia de Santo Tomás con los seis músicos desfilando por el pasillo central.
Un ensemble realmente bueno, con experiencia (fundado en 1987) y con un repertorio tanto universal como este "propio" que nos devuelve parte de lo allí llevado (legado) en un redescubrimiento musical de América, al menos por mi parte.
De nuevo gracias a los organizadores avilesinos con Chema Martínez a la cabeza.
* Hay que citar que las obras interpretadas son transcripciones de Piotr Nawrot, Claudia Prudencio, María Eugenia Soux y Bernardo Illari, como así figuran en el programa de mano.
Toda una sorpresa escuchar música religiosa renacentista y del barroco temprano hecha en América con todo el sabor hispano de nuestros "Maestros del Siglo de Oro", la época más rica de España que también se llevó a América por parte de las misiones jesuíticas en el periodo conocido como Virreinal, en el caso del concierto avilesino, de la Chiquitanía (Bolivia). Cuánta música queda aún por descubrir durmiendo el sueño de los justos en tantas sacristías de nuestros países hermanos... cuánta labor por delante para las nuevas generaciones de musicólogos * (desde 1996 se celebra allá un Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos). Qué belleza y emoción contenida en estos "anónimos" que siguen las directrices del Concilio de Trento, las enseñanzas de Palestrina o Victoria en el sentido de potenciar el texto latino con la música sin "entorpecerlo", pero también de Guerrero o Morales, pues de todo ello pudimos paladear en esta "Semana Santa musical" de una hora de duración condensada en las obras anónimas magistralmente interpretadas por este "ensemble" que dirige Cristina García Banegas, quien desde el órgano del que es una virtuosa e impulsora de este instrumento (está grabando la integral de Bach y es probable que alguna obra la toque en algún órgano asturiano) también realizó los Introitos y armonías alternando con la guitarra barroca de Gustavo Reyna, o bien perfectamente ensamblados con un cuarteto vocal auténticamente profesional, compuesto por Marcela Redaelli (soprano), Leandro Marziotte (contratenor), Alejandro Vera (tenor) y Álvaro Vallés (barítono).
Tras el inicio desde el mismo órgano del martes a cargo de la responsable del grupo, entramos en un Miércoles de Ceniza (Feria Quarta Cinerum) con Quae vulnerata (Vexila Regis prodeunt) arrancando en el recuerdo del "cantus firmus" gregoriano que daría paso a una polifonía plenamente renacentista alternando las partes en homofonía con las contrapuntísticas tan "escolásticas" en esa época.Siguió el Domingo de Ramos (Dominica in Palmis) del Cum appropinquaret Dominus (Mo Ramos. Mo Procesión). Los tres nocturnos de tres responsorium cada uno que conformaron el Jueves Santo (Feria Quinta. In Cena Dominii Responsorii) nos volvieron a deleitar desde la contención necesaria de estas partituras con una línea de canto donde los dos instrumentos y el cuarteto vocal, ayudado por la reverberación de Santo Tomás, sonó cual capella escorialina. Fueron surgiendo el Primer Nocturno In monte Olivetti, Tristis es anima mea, Ecce vidimus eum, con protagonismo solístico alternando las cuatro voces (no puedo destacar ninguna aunque el empaste del contratenor con las otras tres consiguió un color increíble), al igual que el Segundo Nocturno: Amicus meus, Iudas mercator pessimus y Unus ex discipulis. El último conformado por los responsorios 7 al 9, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi cerraron este bloque para dar el toque "indígena" desde un canto chiquitano: Yyaî Jesuchristo (Mo procesión Au Jueves Santo. Au Nitobis), que incluyó un toque de pandero marcando un "tactus" exquisito. Esas músicas modales en perfecta simbiosis con lo autóctono y tamizado por la religiosidad del tema, no supusieron ruptura con la línea argumental trazada, pues el Viernes Santo (Feris Sexta. In Passione et Morte Domini) nos recrearía dos de los textos latinos más musicados de la historia de la música sacra: un anónimo Miserere mei, Deus (Psalmus 50) y la única obra de autor conocido en el programa de hoy, Popule meus (Improperia) de Juan de Vega Bastán (maestro de capilla de la Catedral de La Plata boliviana).
Las obras que cerrarían este compendio de "Música para la Semana Santa" serían de nuevo una elevación de canto chiquitano: Dulce Jesús Mío (Au Quaresa Ichepe niquitipî niyubai) y un procesional Stabat Mater (Planctus Beate Mariae Virginis Sequentia) que inundó toda la Iglesia de Santo Tomás con los seis músicos desfilando por el pasillo central.
Un ensemble realmente bueno, con experiencia (fundado en 1987) y con un repertorio tanto universal como este "propio" que nos devuelve parte de lo allí llevado (legado) en un redescubrimiento musical de América, al menos por mi parte.
De nuevo gracias a los organizadores avilesinos con Chema Martínez a la cabeza.
* Hay que citar que las obras interpretadas son transcripciones de Piotr Nawrot, Claudia Prudencio, María Eugenia Soux y Bernardo Illari, como así figuran en el programa de mano.
Comentarios
le escribe desde Uruguay Alejandro Vera, uno de los participantes en el concierto que Ud. ha reseñado aquí. Quiero agradecerle no solamente por su descripción tan acertada y detallista, sino además por los halagos que tan gentilmente nos ha regalado. La verdad es que para todos nosotros fue n placer conocer esa ciudad y su gente, que resultó además un público maravilloso para la música que les acercamos desde tan lejos. Reciba Ud. y sus lectores un caluroso y fraternal saludo de sus amigos uruguayos.
Cordialmente, Alejandro Vera, Ensemble De Profundis.
De nuevo gracias, por leerme y por el saludo a nuestros lectores que aquí dejo, "De Siana al mundo".