Pretemporada de la OSPA

Si los equipos de fútbol realizan una pretemporada tras las breves vacaciones de verano, con partidos amistosos, jugadores de la cantera y desplazamientos fuera del estadio habitual, continuando con un simil del que abuso más de la cuenta, nuestra orquesta asturiana de cabecera, tras una temporada sin entrenador / director que resultó de "Champions", afronta la próxima sin despejar el puesto pero igual de pletórica que acabó, volviendo a estos conciertos de verano que llevan por algunas villas costeras no habituales en la "Liga" lo mejor de su repertorio y como bien decía la gerente Dña. Ana Mateo en la prensa, "conciertos populares, de verano, de labor pedagógica, pero sin dejar de ser símbolo de calidad". Evidentemente el público no es el habitual, mezclándose padres con bebés en carritos, veraneantes en chanclas, parroquianas despistadas en espera de la misa diaria, melómanos del lugar y algún que otro curioso abandonando el recinto, lleno hasta los pasillos, nada más comenzar pero manteniendo la cháchara en la puerta, sin olvidar que la mala educación es endémica al sumarse los móviles, caramelos y toses a los comentarios sobre la música como si de una grabación en el salón de casa se tratase. Habría que recuperar una campaña de los años 60 cuando sólo teníamos una televisión en blanco y negro que decía "Piense en los demás"(los anuncios están a partir del minuto 2:28)...
Dicho todo lo anterior, y consciente del cansancio que para los profesores suponen los desplazamientos con horas de autobús, seguiré apoyando esta iniciativa que además viene bien para ir engrasando / entrenando para una larga temporada que no puede bajar el listón. Si además el director invitado es "de la casa", joven y preparado, con las ideas claras unidas a una ilusión que transmite a sus compañeros y por extensión al público, rematando con un programa exigente pero agradecido para todos (sin olvidar que están en el archivo de la propia orquesta y la plantilla no hubo de reforzarse), el resultado final fue de "calificación para la Copa de Europa" más que de "Torneo veraniego".
Comenzaba el concierto con "Egmont" -obertura en Fa menor-, Op. 84 (Beethoven), "música grande, emocionante, elocuente... de heroismo transcendente" (como escribe Tranchefort) y obra que no falta en el repertorio de toda orquesta. El dramatismo y los contrastes con el tema de amor que simbolizan "la aspiración a la libertad" se logró desde una dirección siempre clara, precisa, sin gestos para la galería pero con el ímpetu necesario, consiguiéndose un empaste perfecto en las maderas y la cuerda impresionante de siempre, sin olvidar el papel de metales más timbales que la reverberación de la iglesia no mezcló en ningún momento.
Con el mismo espíritu romántico llegaba la Sinfonía nº 3 en RE M, D. 200 (Schubert), obra más corta que las dos anteriores pero rica de matices y colores instrumentales. El Adagio maestoso - Allegro con brio plenamente contrastado, la madera del inicio lento hasta que el clarinete nos lleva al primer tema con esa ironía jugando con el oboe y transmitiendo una juventud en todo ello siempre bien marcada desde el podio y con un tejido orquestal que la cuerda convierte en terciopelo. Los aplausos rompieron un poco la necesaria continuidad con el Allegretto, pero los motivos melódicos saltando entre todos los instrumentos con unos fraseos claros y precisos nos llevaron al Menuetto & Trio - Vivace realmente pleno en sonoridades, cambios de tempi y compás, con fagot y oboe solistas realmente inspirados (no puedo indicar quiénes al encontrarme lejos y ser imposible verlos, aunque supongo que Vicente y Juan). Y la difícil conclusión del Presto vivace donde sin tregua alguna volvemos a la alegría juvenil llena de brillo, notas rápidas y claras, melodías vertiginosas, auténtico optimismo presente y esperemos que futuro, esta vez con una conducción que dejaba "respirar la música".
El plato fuerte orquestal y más conocido, con la plantilla necesaria para afrontarlo, resultó "Romeo y Julieta" -obertura fantasía- (Chaikovski), una de las joyas de la música sinfónica y placer romántico en estado puro con el éxtasis del conocido tema de amor. Dudamel está enamorado de esta página y hasta ahora es su ultima grabación, pero Daniel S. Velasco nos brindó una versión personal, más que digna, desde el conocimiento completo de obra (el arreglo era suyo) y músicos, logrando unos rubatos dificilísimos con un fraseo masticando cada nota, de lentitud ajustada en el citado tema amoroso, y vigor pasional, con unos crescendi que nunca cayeron en el estruendo, mimando incluso la percusión y el arpa que sonaron impecables, los continuos cambios de tempo, los acelerandos bien ajustados, las repeticiones del tema nunca iguales diferenciando "pasión" y "ternura", el tema del odio auténticamente dramático y la coda final trágica sin perder de vista el coral que cerraba esta maravilla. Lo más destacado y conseguido del concierto desde una madurez juvenil que me hace tener muchas esperanzas en la temporada que arrancará en breve.
Y para completar una hora que se pasó volando, aún nos dejaron de propina el Preludio nº 1, sobre dos temas asturianos, compuesto por el propio Daniel Sánchez Velasco, donde mezcla distintos lenguajes desde Wagner a Elmer Bernstein, de Copland a Duke Ellington, música del siglo XX para siempre, rica en texturas y ritmos que juegan con el swing sin perder nunca las melodías populares. Nada mejor para regalar a un público tan variopinto. Aún queda pretemporada, pero la ilusión y ganas de trabajar están incólumes.
Por esas coincidencias de la vida, volviendo para Mieres con la radio puesta arrancaba la segunda parte en directo con la Cuarta de Chaikovski en los PROMS dirigiendo Sir Colin Davis a la Gustav Mahler Judgenorchester en la que toca mi querida María Ovín como comentaba en la anterior entrada. Mejor cierre musical imposible: aún se puede escuchar unos días en la BBC3.

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