No es igual

Sábado 29 de octubre, 20:30 horas. Música en la Catedral de Valladolid. Gran Concierto de Otoño a luz de vela: Pilar Cabrera (órgano). Obras de Buxtehude, Bach, Saint-Säens y Reger.
Tenía ganas de escuchar el gran órgano Allen de la catedral pucelana con mi admirada Pilar interpretando un repertorio muy apropiado, y con la invitación me dirigí a la ciudad del Pisuerga para comprobar in situ cómo sonaba.
El aforo casi al completo con gente llegada de distintos puntos de España como bien nos contó Michael Reckling, "alma mater" de estos conciertos, que también se encargó de presentar e ilustrar cada obra y autor así como anunciar la venta de los CDs que se graban en cada uno de estos conciertos (para mí con recuerdos de Les Luthiers).
La decepción surgió con la primera nota del Preludio y Fuga en Sol m, BuxWV 149 de Buxtehude, no por la interpretación, estricta, rigurosa y ceñida a registros, estilos y demás, sino por la sonoridad falsa y engañosa de un instrumento con volumen excesivo y efectos antinaturales. Otro tanto me pasó con Komm heiliger Geist, Herre Gott BuxWV 199, el Coral "Ven, Espíritu Santo, Señor Dios", en la línea del anterior y que no llena como el auténtico soplo de los tubos pese a una interpretación que ganaría en un instrumento acústico.
De "Meine Gott" y admirador de Dietrich pudimos escuchar dos pequeñas joyas: el Coral Gott der Herr ist Sonn und Schild ("Demos Gracias a Dios") de la Cantata 79 (parece que en la transcripción de Virgil Fox) y el Trío sobre el Coral Herr Jesu Christ, dich zu uns wend, BWV 655 ("Señor Jesucristo, vuélvete a nosotros"). Cómo hubiera sonado en un órgano barroco de los muchos que tiene esta tierra, pues la electrónica no rinde honores a tan magnas obras. Cierto que el mantenimiento es nulo, que esta música suena siempre bien indepentientemente de estos "detalles" (mea culpa para álguien que en los años 70 tocaba un Hammond litúrgico en Candás), pero el coste seguramente hubiese alcanzado para un instrumento nuevo como el de Santo Tomás en Avilés o el encargado para la Catedral de León que se estrenará, Dios mediante, en 2013, con todo lo que suponen tuberías en vez de altavoces.
No me convenció escuchar el "Cantabile" de la Sinfonía 3 de Saint-Saëns desnudado de la orquesta, aunque siga siendo un punto y aparte con las cuatro obras anterior para afrontar el grueso del programa. Y desconozco la razón de incluir El Canto del Cuco (1974) interpretado por su compositor, el propio Reckling, cierto que efectista en su escucha estereofónica aunque algo fuera de lugar entre obras de los Grandes del Órgano, pues el remate sería nada menos que Reger y la Fantasía Ein feste Burg ist unser Got, Op. 27 (Fantasía sobre el coral "Un alcázar fuerte es nuestro Dios"), donde el "Allen" no ayudó al disfrute de esta dificilísima obra que causó algún quebradero a la intérprete en la búsqueda y elección de registros (con toda la tecnología puesta precisamente al servicio del organista).
Al menos quité el gusanillo de comprobar sonoridades (de Pilar Cabrera y su magisterio no tenía dudas) pero en estas cuestiones estoy "chapado a la antigua" y sin buscar criterios historicistas, por mucha propaganda del "gran órgano Allen de la Catedral", creo que la grandeza de la música no estuvo al mismo nivel que el instrumento.

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