Lázaro: pasado presente para el futuro

Miércoles 25 de abril, 20:00 horas. Catedral de Oviedo: Sancta Ovetensis "Esplendor musical en la Catedral de Oviedo". María Espada (soprano), Guillermo Peñalver (traverso), Forma Antiqva; Aarón Zapico (clave y dirección). Obras de Joaquín Lázaro (1746-1786), Telemann y Vivaldi.
Mantener la capacidad de asombro es todo un valor añadido. Viniendo de Forma Antiqva es algo que me está mal acostumbrando, y que la extremeña María Espada siga enamorándome con su voz acabará en adicción.
Pasar en tan poco tiempo de un programa operístico a todo un acontecimiento musical como supone recuperar históricamente -con la siempre envidiable y admirable aportación de una musicóloga como María Sanhuesa- al gran Joaquín Lázaro y (re) estrenar en estos tiempos música que acumulaba polvo, por no decir que dormía en el olvido, uniendo rigor y esplendor precisamente en el marco donde sonó hace más de tres siglos, es motivo de orgullo y satisfacción. Ya va siendo hora de poner en su sitio a nuestros músicos "desconocidos" y sus obras, capaces de compartir sesión con los llamados "grandes" en igualdad de condiciones porque pueden tutear sin miedo a los llamados "famosos" que lo son más por difusión que por calidad en muchos casos. Este proyecto pergeñado desde nuestra tierra con músicos que sólo el paso de los años pondrá en los libros de historia, conjugando rigor y esplendor en malos tiempos para la cultura, parecen querer llevar la contraria apostando nada menos que por la calidad en grado sumo. Escuchar trescientos años después la música que sonaba, realmente esplendorosa, en la Catedral de Oviedo con estos intérpretes predestinados a este "regreso al pasado" desde el presente y con visión de futuro ya es suficiente.
Con los conocimientos actuales plantear que Joaquín Lázaro fue un adelantado a su tiempo al componer una música "clásica" en pleno barroco, presagiando un Mozart aún por llegar ¡y desde Oviedo! cual antecedente vienés, creo sea la primera línea para un estudio musicológico serio todavía pendiente de nuestro Maestro de Capilla.
Desconozco la idea primigenia u origen de colocar a Telemann abriendo las arias de tiple (en el feliz y secular reencuentro soprano) de Lázaro en la Catedral, incluso abriendo boca con un Vivaldi que estos intérpretes ya han "nacionalizado" asturiano desde Granada como si de un bloque musical homogéneo se tratase, pero puedo asegurar que el compositor turolense sonó perfectamente conjuntado, incluso adelantado, a los considerados de primera línea, sólo por desconocimiento ya subsanado al situarlo en el mismo plano. El enfoque interpretativo de Aarón Zapico comandando una formación que le sigue plenamente, es sinónimo de frescura y seriedad en pleno siglo XXI. Las cinco arias que María Espada revivió este día histórico para la música universal, con el perfecto arrope de Forma Antiqva ad hoc en todo, han supuesto completar un vacío del que ni siquiera teníamos conciencia.
Me falta tiempo, aunque sobra perspectiva, para pedir ¡más Lázaro! en la línea del avanzado primero en León y después en Oviedo, esplendor y seriedad en un compositor del que Saldoni cita como autor de piezas de "gusto admirable". Imposible destacar alguna en especial salvo el regalo del bis "soberano Dios" cual cántico astur completo con visión universal.
No se puede pedir más de intérpretes, dirección e investigación musicológica, recogiendo lo sembrado, sin olvidar la organización en una fecha que personalmente nunca olvidaré (dos años de la muerte de mi abuela Lucía Riesgo con 105 años que no eran -ni son- nada) para un retorno al pasado que supuso ¡apostar por el futuro!. La música siempre faro y luz para caminos oscuros, indescriptible con palabras.
Dejo reflejado programa e intérpretes, calidad a raudales para un público que supo responder a un evento local siempre universal de nuestra Vetusta casquiana llenando el templo que devolvió trescientos años en hora y media, pasado hecho presente para el futuro.
A. Vivaldi: Obertura de la Symphonia RV 111a. (Allegro - Andante - Presto)
Joaquín Lázaro (1746-1786): A Eulalia dichosa, aria para tiple, trompas, cuerda y contínuo.
G. P. Telemann: Sinfonía del Concerto Polonoise TWV 51:D3: Adagio - Vivace.
Lázaro: Ven en buena hora, Dios soberano. Aria para tiple, flauta, cuerda y contínuo.
Lázaro: Reparad qué luz clara y peregrina, Recitado y Cavatina para tiple, trompas, flautas, cuerda y contínuo.
G. P. Telemann: Sinfonía del Concerto Polonoise TWV 43:G7: Adagio - Allegro - Largo - Allegro.
Lázaro: El soberano Dios. Recitado y Aria para tiple, trompas, flautas, cuerda y contínuo.

Telemann: Sinfonía del Concerto Polonoise TWV 43:B3: Polonoise - Allegro.

Lázaro: Noche preciosa, clara y divina. Aria para tiple, trompas, flautas, cuerda y contínuo.
INTÉRPRETES
María Espada, soprano.
Guillermo Peñalver, traverso.
FORMA ANTIQVA:
Javier Bonet, trompa I - Miguel Ángel Curiel, trompa II.
Guillermo Peñalver - Ana López, traversos I y II.
Jorge Jiménez, Pablo Prieto, Judith Verona, violines I.
Miren Zeberio, Cecilia Clares, Javier Gallego, violines II.
Antonio Clares, viola - Ruth Verona, chelo - Vega Montero, contrabajo.
Pablo Zapico, archilaúd - Daniel Zapico, tiorba.
Clave y dirección: Aarón Zapico.

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