Bonitatibus y pecados de Rossini
Domingo 2 de diciembre, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara "Luis G. Iberni": "Oviedo Barroco". Anna Bonitatibus (mezzo), Marco Marzocchi (piano), Un petit rendez-vous (Un breve encuentro), música de Gioacchino Rossini. Concierto patrocinado por el Ayuntamiento y la Ópera de Oviedo.
La próxima “Agrippina” del Campoamor abrió boca con un excelente monográfico de "El cisne de Pésaro" compartido con un pianista perfecto para la ocasión, conocedor del repertorio y colaborador de su compatriota con quien ha grabado parte del programa de una velada donde los “pecados de vieyera” resultaron la merienda perfecta para el primer domingo de diciembre, con aforo casi completo y "horario canario". Del título de este ciclo ya lo comenté en el anterior concierto y supongo que barroco es el repertorio habitual de la italiana aunque esta vez el protagonista fuese Xuacu Rossini (29 de febrero de 1792 - 13 de noviembre de 1868), otro autor que domina sin olvidarnos de Mozart.
Tras unas palabras iniciales (desconozco al presentador, pidiendo disculpas de antemano) recordando a Rossini, el programa estaba estructurado en cuatro bloques con inicio de piano solo y dos canciones. Así el pianista romano comenzaba con Pequeño Capricho - Introducción” (al estilo de Offenbach) en DOM, Allegretto grotesco de la "Miscelánea de obras para pianoforte" y con el típico humor rossiniano desde la propia digitación indicada en la partitura que obliga al pianista a utilizar los dedos 2 y 5 de ambas manos (hoy sería de lo más heavy) puntualmente. Interesante repescar el repertorio pianístico del italiano, capaz de meter una orquesta en 88 teclas y no perder nunca el humor. Obra dura para calentar dedos, los diez, antes de las canciones a pares donde todo iría más rodado. La mezzo nacida en Basilicata (antes Lucania) fue recibida con aplausos por una clá que animó esta velada dominical, italiana del sur y con ese gracejo que me recuerda mucho a nuestros andaluces.
Siempre comento que el registro de mezzosoprano es el natural femenino como masculino el de barítono, y "la Bonitatibus" representa a la perfección la naturalidad vocal, "mezzo coloratura" como las figuras de su tesitura, capaz de afrontar repertorios barrocos o este Rossini que domina como nadie, siendo igualmente una actriz consumada que desgrana microrrelatos en cada página, auténtica lección de canto pasando por todos los caracteres humanos, dotada de una técnica prodigiosa ideal para el recital de cámara por el clima que transmite, esperando verla y escucharla con orquesta en el foso.
Or che di fiori adorno (La passeggiata), Anacreóntica para voz y piano en SOL M, Allegro fue la carta de presentación de su estilo genuino y portentoso con buen gusto y musicalidad, seguido de Mi lagnerò tacendo para voz y piano en MIM, Andantino del álbum "Musique Anodine", texto de Metastasio que Rossini colocó en colección, sarcasmo hasta el final porque piano y voz rezuman buen gusto, entendimiento y complicidad.
Intermedio pianístico que de "nadería" sólo tiene el título, Un rien, número 8 para piano en SOLM, Allegretto sostenuto, de "Quelques rien pour album", volumen XII de "Péchés de viellesse", los ya comentados "pecados de vejez", antes del Ave María sobre dos notas para voz y piano en MIbM, Andantino, texto de Giuseppe Torre, auténtica joya lírica de engañosa facilidad más allá de esas dos notas SOL-LAb porque hay que interpretarlas como lo hizo Bonitatibus: con todos los colores posibles, énfasis y plegaria, dulzura y pasión, con el piano (re)vistiendo cada fraseo, otro bendito pecado de Don Joaquín riéndose de sí mismo y de todos, perfección en la ejecución de ambos artistas, pianista rebosante de música por todas partes y mezzo regocijándose y recreándose dramáticamente en las dos notas, siempre iguales pero siempre distintas ¡grande Rossini!. La Partenza para voz y piano, Andantino sirvió para una breve partida a mitad del recorrido, apenas para un trago de agua antes de volver a la sala.
Preludio ‘soi-disant dramatique para piano, del "Álbum de Châteu" (Vol. VIII de ”los pecados") precediendo a “Francesca da Rimini”: Farò com colui che piange e dice, recitativo para voz y piano en SIbM Andantino mosso con texto de Dante (Divina Commedia, Infierno, canto V, 127-138), que Bonitatibus recreó gestual y vocalmente en perfectra sintonía con Marzocchi, y À ma Belle mère, "Requiem eternam" para contralto y piano, Andante de "Miscelánea de música vocal" (pecados Vol. XI) donde la tesitura más grave no fue impedimento para volver al recogimiento místico hecho palabra y música, recreándose en unos pianissimi suficientes para la acústica de la sala.
La recta final con Une caresse à ma femme para piano en SOLM, Andantino del "Álbum pour les enfants dégourdis" (Vol. XI de la vieyera) caricia delicada en las manos de Marzocchi y el humor que no faltó nunca en el siguiente "pecado": La leyenda de Marguerite para voz y piano en Mim, Andantino, paráfrasis francesa del aria de Angelina "Una volta c'era un Re" de La Cenerentola, recreación autohumorística hasta en el piano quasi orquesta del autor residiendo sus últimos años en un París que tan bien le dio de comer, hoy escenificada por ambos intérpretes haciendo de la sala de cámara un salón familiar sin mesas, café o pastas, sacando una rosa roja del piano entregada al romano, y el último Mi lagneró tacendo (1852) para voz y piano, en LAbM, Allegretto también de "Música Anodina" sólo en título y carcajadas para pianista con rosa entre los dientes cual enamorado latino y un Metastasio (el aria de Laodice de Siroe, 1726) cantado con la alegría desbordante que trajo todavía la propina cacofónica y escatológica hecha arte en francés de La Chanson du bébé, delicia canora hasta en los estornudos, guinda del pastel de esta merienda dominical que augura una Agrippina histórica en Oviedo.
Estaré el día 18 en el Teatro aunque en Mieres también la retransmiten en la Casa de la Cultura, pero donde esté el directo que se quite la televisión.
La próxima “Agrippina” del Campoamor abrió boca con un excelente monográfico de "El cisne de Pésaro" compartido con un pianista perfecto para la ocasión, conocedor del repertorio y colaborador de su compatriota con quien ha grabado parte del programa de una velada donde los “pecados de vieyera” resultaron la merienda perfecta para el primer domingo de diciembre, con aforo casi completo y "horario canario". Del título de este ciclo ya lo comenté en el anterior concierto y supongo que barroco es el repertorio habitual de la italiana aunque esta vez el protagonista fuese Xuacu Rossini (29 de febrero de 1792 - 13 de noviembre de 1868), otro autor que domina sin olvidarnos de Mozart.
Tras unas palabras iniciales (desconozco al presentador, pidiendo disculpas de antemano) recordando a Rossini, el programa estaba estructurado en cuatro bloques con inicio de piano solo y dos canciones. Así el pianista romano comenzaba con Pequeño Capricho - Introducción” (al estilo de Offenbach) en DOM, Allegretto grotesco de la "Miscelánea de obras para pianoforte" y con el típico humor rossiniano desde la propia digitación indicada en la partitura que obliga al pianista a utilizar los dedos 2 y 5 de ambas manos (hoy sería de lo más heavy) puntualmente. Interesante repescar el repertorio pianístico del italiano, capaz de meter una orquesta en 88 teclas y no perder nunca el humor. Obra dura para calentar dedos, los diez, antes de las canciones a pares donde todo iría más rodado. La mezzo nacida en Basilicata (antes Lucania) fue recibida con aplausos por una clá que animó esta velada dominical, italiana del sur y con ese gracejo que me recuerda mucho a nuestros andaluces.
Siempre comento que el registro de mezzosoprano es el natural femenino como masculino el de barítono, y "la Bonitatibus" representa a la perfección la naturalidad vocal, "mezzo coloratura" como las figuras de su tesitura, capaz de afrontar repertorios barrocos o este Rossini que domina como nadie, siendo igualmente una actriz consumada que desgrana microrrelatos en cada página, auténtica lección de canto pasando por todos los caracteres humanos, dotada de una técnica prodigiosa ideal para el recital de cámara por el clima que transmite, esperando verla y escucharla con orquesta en el foso.
Or che di fiori adorno (La passeggiata), Anacreóntica para voz y piano en SOL M, Allegro fue la carta de presentación de su estilo genuino y portentoso con buen gusto y musicalidad, seguido de Mi lagnerò tacendo para voz y piano en MIM, Andantino del álbum "Musique Anodine", texto de Metastasio que Rossini colocó en colección, sarcasmo hasta el final porque piano y voz rezuman buen gusto, entendimiento y complicidad.
Intermedio pianístico que de "nadería" sólo tiene el título, Un rien, número 8 para piano en SOLM, Allegretto sostenuto, de "Quelques rien pour album", volumen XII de "Péchés de viellesse", los ya comentados "pecados de vejez", antes del Ave María sobre dos notas para voz y piano en MIbM, Andantino, texto de Giuseppe Torre, auténtica joya lírica de engañosa facilidad más allá de esas dos notas SOL-LAb porque hay que interpretarlas como lo hizo Bonitatibus: con todos los colores posibles, énfasis y plegaria, dulzura y pasión, con el piano (re)vistiendo cada fraseo, otro bendito pecado de Don Joaquín riéndose de sí mismo y de todos, perfección en la ejecución de ambos artistas, pianista rebosante de música por todas partes y mezzo regocijándose y recreándose dramáticamente en las dos notas, siempre iguales pero siempre distintas ¡grande Rossini!. La Partenza para voz y piano, Andantino sirvió para una breve partida a mitad del recorrido, apenas para un trago de agua antes de volver a la sala.
Preludio ‘soi-disant dramatique para piano, del "Álbum de Châteu" (Vol. VIII de ”los pecados") precediendo a “Francesca da Rimini”: Farò com colui che piange e dice, recitativo para voz y piano en SIbM Andantino mosso con texto de Dante (Divina Commedia, Infierno, canto V, 127-138), que Bonitatibus recreó gestual y vocalmente en perfectra sintonía con Marzocchi, y À ma Belle mère, "Requiem eternam" para contralto y piano, Andante de "Miscelánea de música vocal" (pecados Vol. XI) donde la tesitura más grave no fue impedimento para volver al recogimiento místico hecho palabra y música, recreándose en unos pianissimi suficientes para la acústica de la sala.
La recta final con Une caresse à ma femme para piano en SOLM, Andantino del "Álbum pour les enfants dégourdis" (Vol. XI de la vieyera) caricia delicada en las manos de Marzocchi y el humor que no faltó nunca en el siguiente "pecado": La leyenda de Marguerite para voz y piano en Mim, Andantino, paráfrasis francesa del aria de Angelina "Una volta c'era un Re" de La Cenerentola, recreación autohumorística hasta en el piano quasi orquesta del autor residiendo sus últimos años en un París que tan bien le dio de comer, hoy escenificada por ambos intérpretes haciendo de la sala de cámara un salón familiar sin mesas, café o pastas, sacando una rosa roja del piano entregada al romano, y el último Mi lagneró tacendo (1852) para voz y piano, en LAbM, Allegretto también de "Música Anodina" sólo en título y carcajadas para pianista con rosa entre los dientes cual enamorado latino y un Metastasio (el aria de Laodice de Siroe, 1726) cantado con la alegría desbordante que trajo todavía la propina cacofónica y escatológica hecha arte en francés de La Chanson du bébé, delicia canora hasta en los estornudos, guinda del pastel de esta merienda dominical que augura una Agrippina histórica en Oviedo.
Estaré el día 18 en el Teatro aunque en Mieres también la retransmiten en la Casa de la Cultura, pero donde esté el directo que se quite la televisión.
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