Más que un regalo musical de Reyes

Sábado 5 de enero, 22:00 horas. Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela. Concierto de Reyes: Beatriz Díaz (soprano), Real Filharmonía de Galicia, Manuel Hernández Silva (director). Obras de Mozart, Haydn y Schubert. Entrada: 15€.
"Noche mágica" titulaba a la salida de un concierto en horario nada habitual pero que tuvo una excelente entrada en la Sala Ángel Brage de acústica perfecta. La orquesta gallega es la excelencia musical en todas sus secciones y perfecta para el programa elegido. El maestro venezolano pergeñó una selección del clasicismo vienés que domina como nadie, transmitiendo todo su conocimiento a los profesores que funcionaron como el gran instrumento que es la orquesta cuando al frente se pone un director de la talla y carisma de Manuel Hernández Silva, quien además comentó cada obra con el humor y gracejo suyos haciendo gala de su vertiente pedagógica. El premio del roscón de Reyes fue la soprano asturiana Beatriz Díaz con unas arias operísticas nuevas pero ya plenamente integradas en una voz que ha ganado cuerpo en el registro grave y le abren un abanico de roles que eran impensables no hace mucho, unido a su teatralidad inconmensurable viviendo cada papel sobre el escenario, contagiando su saber estar y cantar a todos, algo que el director supo ver y sacar a flote.
El concierto comenzaba con la obertura de La Clemenza di Tito, KV 621 (Mozart) que sonó impecable en una orquesta dúctil y de sonoridad cristalina, conducida con gusto y dominio.
Papá Haydn nos trajo dos arias de la ópera jocosa La vera costanza, Hob. 28/8 para disfrutar de Beatriz Díaz en estado puro, verdadera constancia la suya: "Non s'innalza, non stride sdegnosa", la mandamás y metomentodo Baronesa Irene, papel de amplia gama dinámica y de tesitura perfectamente solventado por la allerana, y "Con un tenero sospiro" de la pescadora Rosina, dulzura y buen hacer global, metamorfósis total para dos interpretaciones casi antagónicas como bien explico el maestro Hernández Silva antes de escucharlas. Grandes ovaciones en esta primera aparición vocal lógicas por el resultado global, orquesta en su sitio y protagonismo vocal.
El "Menuetto" de la Sinfonía nº 3 en RE M, D. 200 (Schubert) sonó puramente vienés, "prevals" bien explicado por la acentuación de la tercera parte que los profesores de la Filharmonía bordaron al responder en total comunión con la batuta, entendimiento como si el maestro venezolano llevase con ellos toda la vida.
Y volvía el gran Mozart de Le Nozze di Figaro, KV 492, primero la Obertura "de disco", todas las notas dibujadas y escuchadas en una cuerda de lujo y un viento siempre claro, el preludio de esa ópera única en la historia lírica que más allá del libreto de Da Ponte la música del de Salzburgo ilumina. En el aria "Giunse alfin il momento" la orquesta fue un acompañamiento soñado para el gusto en grado sumo que derrochó Beatriz Díaz (alumna aventajada de La Freni) desde el recitativo, deleitando con unos pianissimi siempre presentes y arropados por la musicalidad de una orquesta de lujo funcionando como un único instrumento tocado por la batuta de Hernández Silva. Todo un descubrimiento esta Rosina "Condesa de Boo" que el público valoró con atronadores aplausos y varias salidas de la soprano para saludar.
Quedaba todavía la Sinfonía nº 35 en REM, KV 385 "Haffner" interpretada como nunca antes había escuchado en vivo, posible por la simbiosis de director y orquesta en una obra tan interiorizada por el venezolano quasi vienés (sus 20 años de residencia en la capital austriaca se notan siempre) que los cuatro movimientos fueron auténticas delicias, fuego, amor y rapidez máxima posible que el propio Mozart dejó anotado en la partitura estrenada en Salzburgo como bien nos contó el maestro: desde el Allegro con spirito, fogoso sin perder nunca ímpetu y abanico de dinámicas; el Andante auténtica declaración amorosa hecha música sinfónica, delicadeza en cada plano sonoro, en cada acento, en cada matiz, en cada intervención instrumental y sobre todo en cada gesto del director; un Menuetto sublime de paladeo en todo su desarrollo, incluyendo el trío; y ese Finale. Presto tan rápido y preclaro que sólo una orquesta con el virtuosismo unido a la calidad de la orquesta gallega es capaz, y Hernández Silva logró que lo diesen todo. Realmente apoteósica.
La noche mágica todavía nos depararía el "premio" de los roscones de reyes al volver Beatriz Díaz para regalarnos "Una voce poco fa" de El Barbero de Sevilla (Rossini), sorpresa y nueva lección interpretativa donde las cadenzas y rubati jugosos de esta nueva Rosina fueron engarzados con el oro directorial de Manuel al mando del instrumento sinfónico atento y respetuoso, escuchándose todos en ese juego musical que resultó esta joya cantada por la asturiana. El público rendido, nueva salva de aplausos y  BraBoos de izquierda a derecha del patio de butacas, un aria conocida y recreada que surgió por sorpresa añadiendo un nuevo papel en el amplio repertorio de nuestra adorada Beatriz Díaz.
La cuerda de la RFG soltó arcos y con el humor que solo la maestría de los grandes logran sacar de los profesores, cerraron la Noche Mágica con una Pizzicato Polka de los hermanos Johann y Josef Strauss que igualó las mejores de Año Nuevo por lo jugosa en matices, calderones, cambios de tempi... ¡Tan sólo faltó el triángulo para hacerla insuperable!
Imposible comenzar 2013 mejor. Gracias a la orquesta, a Beatriz y a mi admirado y querido Manolín... Esta vez llevé "MUCHO CUCHO®" personalmente y el regalo imperecedero.

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