Repaso histórico de Izumi Kando
Domingo 25 de agosto, 17:00 horas. V Ciclo de Conciertos "Órganos de Covadonga", Órgano mayor de la Basílica: Izumi Kando. Obras de Jan Pieterszoon Sweelink, J. S. Bach, Naji Hakim, G. Fauré, Hans-André Stamm y Louis Lefébure-Wely.
La organista de Osaka afincada en Barcelona volvía a nuestra Asturias de la mano de "su descubridor" para los aficionados asturianos y nuevamente en un órgano de Acitores que dio más guerra de la esperada por esos duendes que suelen aparecer en los momentos más inesperados (teclas que se quedan, registros anulados de golpe...) aunque su profesionalidad y templanza evitaron males mayores.
El programa de Kando, penúltimo del ciclo, siempre difícil como suele ser habitual en ella, arrancó en el Renacimiento con Ballo del granduca (Sweelink), música modal de tecla que desde la tubería ofrece grandes y variadas combinaciones, estallando en una trompetería digna de los instrumentos de su época que el órgano mayor recreó como si tuviese más edad.
No puede faltar el barroco y menos Bach en un concierto para el que "el kantor" estaba siempre inspirado, y pese a los citados "males menores" escuchamos dos obras muy conocidas, la Tocata y Fuga en re menor, BWV 565 muy apasionada, casi arrebatadora, con combinaciones sonoras de intensidades y timbres más ajustadas en la fuga, una vez solventados los problemas técnicos, y el "Air" de la Suite nº 3 en re mayor, BWV 1068 que nos supo a poco, una de las que mejor soportan la versión en órgano por la riqueza tímbrica orquestal traída a los tubos y de la que tengo una versión en vinilo dentro de aquellas colecciones del "Reader's Digest" a cargo de Virgil Fox en el órgano de la Riverside Church que sonó muchas veces en mi plato.
Y con esa inspiración el intérprete y compositor franco-libanés Naji Hakim (1955), alumno de Langlais y sucesor de Messiaen en la Trinidad parisina hasta 2008, compone Bach'orama, Fantasía para órgano sobre temas de Bach, una obra maestra que no oculta referencias directas a las dos obras escuchadas anteriormente y otras que pasadas por el conocimiento del instrumento resultan más que una fantasía todo un homenaje de Hakim a "mein Gott", virtuosismo en manos y pies con una sabia elección de registros en una interpretación por parte de la japonesa que fue de lo mejor del concierto.
Los arreglos o adaptaciones no siempre tienen el resultado apetecido, y aunque Fauré siempre es una delicia, su Aprè un rève originalmente para voz y piano, incluso cello y piano pero versioneada para multitud de combinaciones, no soporta tan bien su paso al órgano, más que nada por la escritura de la mano izquierda que fielmente interpretada parece empapizar los flautados. Con todo la registración y armonía de esta maravillosa canción sonaron muy bien en el órgano de Covadonga.
Para cerrar, dos obras muy distintas, la novísima Rapsodia alla latina (2009) del compositor y organista alemán Hans-Andrè Stamm (1958) que con un lenguaje digamos académico en tanto que prima la melodía con armonías tradicionales, hace desfilar motivos sudamericanos con reminiscencias de tango o "tico-tico" desde una amplísima paleta tímbrica que Izumi Kando realmente bordó en el órgano mayor de la Basílica. Obra difícil de ejecución y muy agradecida para el público que premió con merecidos aplausos esta original visión germana de las músicas latinoamericanas. Y la Sortie en mi bemol mayor (Lefébure-Wely) como auténtica "salida" o cierre de concierto, nuevo derroche técnico e interpretativo para una obra deudora tanto de los Cavaillé-Coll como de formas y haceres anteriores, idóneo punto y final al breve repaso histórico que Kando ofreció en el instrumento de referencia que la Basílica de Covadonga tiene. Aires de tiovivo, de órganos portátiles o de cine, mezcla de aromas germanos y yanquis desde una alegría contagiosa en melodías y ritmos, colofón de otro domingo musical en la cuna de la Reconquista.
Nuevamente gracias al Cabildo, al abad por su convencimiento en el ciclo, a Chema que tiene una agenda mejor que la de muchos representantes y es capaz de convencer a sus amistades organísticas para que sigan acudiendo a nuestra tierra en tiempos difíciles para la música, y lógicamente a la organista japonesa por el excelente concierto ofrecido.
Todavía nos queda este miércoles el último del ciclo pero en el restaurado Realejo de la Colegiata, y será otra historia que contaremos si Dios quiere y el tiempo no lo impide.
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