Laura Mota Pello: un regalo al piano
Martes 17 de diciembre, 19:30 horas. Salón de Actos "Casa de la Música", Mieres. Laura Mota Pello, piano. Obras de Soler, Mozart, Chopin, Albéniz y Moszkowski.
El directo es inigualable, único, irrepetible. La pianista ovetense Laura Mota es toda un figura con premios nacionales, conciertos y apariciones televisivas.
Volvía a Mieres con un programa de quitar el hipo, memorizado y trabajado a conciencia, con las sabias orientaciones del maestro Jaime Pantín, capaz de transmitir todo su saber y plantar musicalidad en una pianista increíble, de técnica impresionante y seguridad pasmosa, absorviendo cada detalle, cada fraseo, cada ataque, con la facilidad e inocencia que a todos nos maravilló.
Arrancaba nada menos que con tres sonatas del Padre Soler, las R 87 en do menor, R 84 en sol mayor y R 90 en fa sostenido mayor, mismo lenguaje pero distintos caracteres que Laura Mota desgranó como perlas pianísticas, unidad buscada por la intérprete y rotas por un público que no daba crédito (como los bancos) ante este portento, perfecto preámbulo para la Sonata KV 333 en si bemol mayor de Mozart. Llevo un buen rato en casa y todavía no me he recuperado del "shock": como si el espíritu de Wolfie se hubiese infiltrado en la pianista carbayona, el Allegro abrió la luz de una interpretación única, fresca como si el aire musical entrase por la ventana del arte, caldeando sensaciones y calmando ánimos en un Andante cantabile capaz de emocionar y conmocionar, sintiendo la envidia sana cual Salieri de Milos Forman en "Amadeus", lo más cercano del genio saliendo de aquellas pequeñas manos, grandes en profundidad, para finalizar con el torbellino Allegretto gracioso de nuevo celestial, vital, jovial, descaradamente eterno.
Me quedé petrificado en la silla, sin palabras, deteniendo la mente buscando parecidos emocionales no encontrados.
Sin resuello comenzaba a sonar Chopin, el romántico y profundo, pianismo en estado puro con dos Valses póstumos, en la menor y la bemol mayor, música de salón acallando al público que abarrotó asientos, manantial de arpegios claros y pedales siempre perfectos, para seguir con Tres estudios, nuevos el nº1 en fa menor y nº 3 en la bemol mayor más el Op. 25 número 1 en la bemol mayor, la humildad del trabajo hecho arte, piezas de concierto arrebatadoras desde el intimismo, el juego del rubato natural, sin afectación, concepto claro en la escucha.
Del polaco en Francia al Albéniz catalán de Aragón (de la "Suite Española") como nueva sorpresa de una pianista políglota en la música, todo el sabor de la tierra maña en el piano más internacional del nacionalismo español, fraseos increíbles, sonido único, fuerza impensable, casi sobrenatural para una interpretación natural, directa y sin complejos.
Para seguir boquiabierto, otro virtuoso del piano como Moszkowski y "Tres estudios op. 72" en la línea chopiniana pero todavía más complejos, virtuosísticos, sencillez en la escucha y ejecución con aplomo, nº 5 en do mayor, nº 6 en fa mayor y nº 11 en la bemol mayor, la evolución tímbrica desde la tonalidad, cascadas sonoras que trajeron otro destello de madurez desde la aparente y engañosa facilidad interpretativa de Laura Mota. Transformación delante del piano, espontánea naturalidad en los saludos, apabullante desparpajo de principio a fin, atronadores aplausos para despertar del sueño hecho realidad y vuelta con regalos navideños adelantados:
Bach, el padre de la música con hilo directo desde la eternidad sonando en el piano, más aplausos y bravos, ¡otra vez la España más internacional! con Granados (qué Danza Oriental) y cual estrella final coronando este retablo maravilloso, la Danza de la gitana de Ernesto Halffter, honda, sentida, limpia como la inocencia y profunda como lo ignoto del ser humano.
No lo había dicho aunque las fotos daban una pista: Laura Mota Pello sólo tiene 10 años... un regalo al piano. Enhorabuena a sus padres y familia. Gracias por permitirnos disfrutar emociones olvidadas.
El directo es inigualable, único, irrepetible. La pianista ovetense Laura Mota es toda un figura con premios nacionales, conciertos y apariciones televisivas.
Volvía a Mieres con un programa de quitar el hipo, memorizado y trabajado a conciencia, con las sabias orientaciones del maestro Jaime Pantín, capaz de transmitir todo su saber y plantar musicalidad en una pianista increíble, de técnica impresionante y seguridad pasmosa, absorviendo cada detalle, cada fraseo, cada ataque, con la facilidad e inocencia que a todos nos maravilló.
Arrancaba nada menos que con tres sonatas del Padre Soler, las R 87 en do menor, R 84 en sol mayor y R 90 en fa sostenido mayor, mismo lenguaje pero distintos caracteres que Laura Mota desgranó como perlas pianísticas, unidad buscada por la intérprete y rotas por un público que no daba crédito (como los bancos) ante este portento, perfecto preámbulo para la Sonata KV 333 en si bemol mayor de Mozart. Llevo un buen rato en casa y todavía no me he recuperado del "shock": como si el espíritu de Wolfie se hubiese infiltrado en la pianista carbayona, el Allegro abrió la luz de una interpretación única, fresca como si el aire musical entrase por la ventana del arte, caldeando sensaciones y calmando ánimos en un Andante cantabile capaz de emocionar y conmocionar, sintiendo la envidia sana cual Salieri de Milos Forman en "Amadeus", lo más cercano del genio saliendo de aquellas pequeñas manos, grandes en profundidad, para finalizar con el torbellino Allegretto gracioso de nuevo celestial, vital, jovial, descaradamente eterno.
Me quedé petrificado en la silla, sin palabras, deteniendo la mente buscando parecidos emocionales no encontrados.
Sin resuello comenzaba a sonar Chopin, el romántico y profundo, pianismo en estado puro con dos Valses póstumos, en la menor y la bemol mayor, música de salón acallando al público que abarrotó asientos, manantial de arpegios claros y pedales siempre perfectos, para seguir con Tres estudios, nuevos el nº1 en fa menor y nº 3 en la bemol mayor más el Op. 25 número 1 en la bemol mayor, la humildad del trabajo hecho arte, piezas de concierto arrebatadoras desde el intimismo, el juego del rubato natural, sin afectación, concepto claro en la escucha.
Del polaco en Francia al Albéniz catalán de Aragón (de la "Suite Española") como nueva sorpresa de una pianista políglota en la música, todo el sabor de la tierra maña en el piano más internacional del nacionalismo español, fraseos increíbles, sonido único, fuerza impensable, casi sobrenatural para una interpretación natural, directa y sin complejos.
Para seguir boquiabierto, otro virtuoso del piano como Moszkowski y "Tres estudios op. 72" en la línea chopiniana pero todavía más complejos, virtuosísticos, sencillez en la escucha y ejecución con aplomo, nº 5 en do mayor, nº 6 en fa mayor y nº 11 en la bemol mayor, la evolución tímbrica desde la tonalidad, cascadas sonoras que trajeron otro destello de madurez desde la aparente y engañosa facilidad interpretativa de Laura Mota. Transformación delante del piano, espontánea naturalidad en los saludos, apabullante desparpajo de principio a fin, atronadores aplausos para despertar del sueño hecho realidad y vuelta con regalos navideños adelantados:
Bach, el padre de la música con hilo directo desde la eternidad sonando en el piano, más aplausos y bravos, ¡otra vez la España más internacional! con Granados (qué Danza Oriental) y cual estrella final coronando este retablo maravilloso, la Danza de la gitana de Ernesto Halffter, honda, sentida, limpia como la inocencia y profunda como lo ignoto del ser humano.
No lo había dicho aunque las fotos daban una pista: Laura Mota Pello sólo tiene 10 años... un regalo al piano. Enhorabuena a sus padres y familia. Gracias por permitirnos disfrutar emociones olvidadas.
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