Monteverdi para abrir boca

Sábado 7 de octubre, 20:00 horas. Inauguración de "Los Conciertos del Auditorio", Oviedo: Balthasar-Neumann-Chor&Solisten, Balthasar-Neumann-Ensemble, Pablo Heras-Casado (director). Claudio Monteverdi (1567-1643): Selva morale e spirituale, SV 252-288 (selección).
Celebración de "el divino" que cumple 450 años para una tarde y noche blanca en Oviedo donde el barroco sigue estando de moda, y para abrir boca nada mejor que el "ensemble" (no en su totalidad) y coro Balthasar-Neumann con el granadino Heras-Casado al frente, haciendo esta escapada asturiana entre los dos conciertos de Madrid, completando esta Selva morale e spirituale y grabando disco con Monteverdi de protagonista, al igual que los conciertos del Auditorio Nacional, esta vez inaugurando nuestra nueva temporada, con lo que supone de trabajo detallista en las obras escuchadas.
Con el título Stylus ecclesiasticus las notas al programa de la doctora María Sanhuesa nos sirvieron para centrar esta selección del grandísimo compositor de Cremona, contando igualmente con los textos traducidos. Y en las obras elegidas de esta "biblia de la música sacra" todo un alarde de buen gusto vocal con un coro donde los solistas se integran en él sin romper nunca esa envidiable unidad de color de las 16 voces que vinieron a Oviedo, cuatro por cuerda destacando solo cinco mujeres, cuatro sopranos y una contralto, completando la plantilla hombres (impresionantes tres contratenores altos por el empaste logrado globalmente), retirándose en algunas obras elementos en búsqueda del equilibrio dinámico y tímbrico. No voy a descubrir al Balthasar-Neumann-Chor pero lo que personalmente me encantó fue la evolución de calidades y emociones a lo largo del concierto, con distintas combinaciones de instrumentos donde siempre estuvo el órgano del omnipresente Michael Behringer, completando, rellenando y aportando esa globalidad vocal con un Heras-Casado preciso especialmente en las dinámicas, algún gesto gratuito de más pero sin confundir, demostrando ser un todoterreno en la dirección, desenvolviéndose con este Monteverdi realmente cómodo por la respuesta siempre exacta de la formación alemana, pese a ligeros desajustes supongo que por cansancio del trasiego Madrid-Oviedo-Madrid y la tensión que supone toda grabación que queda para siempre.
Comenzaron con el Credidi à 8 voci da Capella, SV 275 para todo el coro y un acompañamiento reducido a un continuo de fagot, laúd, tiorba, arpa, violone y órgano, funcional, delicado, antes de proseguir con el Laudate pueri secondo, SV 271 (a 5 voces), retirándose los instrumentistas sin aplauso alguno antes de disfrutar de la Messa à 4 voci da Cappella (I. Kyrie - II. Gloria III. Credo - IV. Sanctus V. Benedictus - VI. Agnus Dei) con el órgano y coro de trece voces, degustando las calidades corales y el incipit gregoriano de los números, la sonoridad masculina bien contrastada con la femenina, antes del amén. Toda el oficio de la música al servicio del texto bien interpretado por un coro envidiable "reforzado" con el órgano que dotaba de redondez y solemnidad esta misa.
Con los mismos mimbres del coro completo y órgano llegó el Magnificat secondo à 4 voci in genere da Capella, SV 282, más luminoso y rico en matices que la misa, como por otra parte era de esperar, finalizando con ese "amen" solo que nos permitió disfrutar el silencio antes de los aplausos siempre contenidos en esta primera parte que finalizaría con el Memento Domine David à 8 voci da Capella, SV 276 retomando el "ensemble" inicial, mayor colorido y riqueza tímbrica donde no siempre instrumentos y voces encajaron sin ensombrecer la labor de conjunto bien llevada por el maestro Heras-Casado.
La segunda parte ya presentó en escena la formación instrumental al completo (de menores efectivos que el total del ensemble) sumándose al continuo inicial dos violines, cuarteto de trombones, una viola de gamba y dos cornetos, riquísima combinación con las dieciséis voces donde estaba la soprano Alicia Amo todavía recordada en Oviedo por su pájaro del bosque de Sigfried. Ella comenzó el salmo Dixit Dominus primo à 8, SV 263 con el doble coro en espejo, búsqueda de sonoridades equilibradas sin excesos, rítmicas rompedoras para su época hoy plenamente asumidas contrastadas con la placidez ingrávida por momentos, todo con el buen gusto que esperábamos, al igual que para el Laudate Dominum secondo, SV 272.
Reducción de efectivos instrumentales al continuo inicial para el Confitebor primo, SV 265 y recolocación coral en tenores, bajos, altos y sopranos con nuevos planos y dinámicas muy trabajadas, siendo la acústica del auditorio ideal en la percepción de todos los detalles para una formación caracterizada por ello.
Volvíamos al orgánico interpretativo con el Laudate Dominum omnes gentes primo, SV 272a (a 5) también reubicando las voces, disfrutando de las cuatro cuerdas enfrentadas ocho y ocho, los efectistas ecos vocales e instrumentales con los cornetti respirando cual cantores y el sustento solvente y seguro del órgano. Emociones y calidades que fueron "in crescendo" como la música del gran Monteverdi.
La recta final con el conocido Beatus primo à 6, SV 268 de dúos vocales femeninos empastadísimos, solistas en el coro de catorce voces (prescindiendo de un alto y un bajo) bien ensambladas con los instrumentos, belleza espiritual, rítmica y dinámicas globales con planos claros, para finalizar en otra colocación vocal (SATB) esta vez sin una soprano y un alto entonando el Gloria à 7, SV 258, a mayor gloria del "divino", fresco, cálido, sentido y bien interpretado con las exigencias vocales en agilidades más el equilibrio instrumental duplicando o completando esta formación "arquitectónica" con Pablo Heras-Casado de maestro de obra en la Selva morale e spirituale, difícil selección de esta inmensidad, bien organizada por los germanos en el programa ovetense que dejó un excelente sabor de boca para continuar más tarde con un barroco instrumental más cercano e igualmente actual.

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