Una Lucia de ahora
Viernes 19 de octubre, 20:00 horas. Teatro Campoamor de Oviedo: LXV Temporada de Ópera, Lucia di Lammermoor (Donizetti).
Sabina Puértolas (Lucia), Albert Casals (Edgardo), Javier Galán (Enrico), Simon Lim (Raimondo), María José Suárez (Alisa), Charles dos Santos (Arturo), Josep Fadó (Normanno); Dirección musical: Marzio Conti; Dirección de escena: Emilio Sagi; Diseño de escenografía: Enrique Bordolini; Diseño de vestuario: Imme Möller; Diseño de iluminación: Eduardo Bravo; Dirección del coro: Patxi Aizpiri. Orquesta Oviedo Filarmonía; Coro de la Ópera de Oviedo.
Con nuevo lleno en el coliseo carbayón pude asistir a otra Lucia que realmente no decepcionó, un segundo reparto o como apuntaban en algún sitio, reparto joven, un triunfo por lo equilibrado de unos intérpretes que logran la magia de una obra de arte total, y donde la navarra Sabina Puértolas fue auténtica protagonista en todos los sentidos.
No hay nada como el directo y mi delantera de principal permitió deleitarme de principio a final con esta Lucia que llevo en lo profundo de mis entretelas líricas formando parte de mi biografía vital.
La escenografía volvió a ser impecable (aunque sigo pensando cambiar daga por pistolón), descubriendo auténticos cuadros humanos y captando el ambiente nublado que logran las transparencias.
La orquesta perfecta, colocada como en concierto logró sonoridades más que dignas, destacando la flauta al lado de un inspirado Conti en la escena de la locura para el mejor entendimiento con la soprano, el arpa en su sitio plenamente inspirada, y un solo de cello con música pura para ese final de "bella alma enamorada". El maestro italiano volvió a sacar del foso lo mejor de sus músicos y a concertar con cantantes y coro de manera "pactada", dejando mandar a los protagonistas y no al revés (como sucedió en las anteriores representaciones), vital pero contenida cuando así lo pedía la partitura.
El coro que dirige Aizpiri sigue asombrando por afinación y actuación en esta ópera que les exige en todas y cada una de sus apariciones, dominándola como auténticos profesionales. Tanto las voces graves como al completo supusieron completar y equilibrar una representación que recordaré en el tiempo.
También repetían la perfecta Alisa de Mª José Suárez que hizo pleno en las cinco representaciones dando una lección de lo que en el cine llamaríamos actores de reparto, en su sitio y sumándose a la musicalidad que flotó en toda la obra, al igual que el Arturo del uruguayo Charles dos Santos, nuevamente ajustado a su breve pero difícil intervención, lo que ya es de destacar.
Del resto y por preferencias personales: bien el Normanno de Fadó, convincente y poderoso el "malo de la película", un Enrico de Galán convincente, poderoso pero nada sobreactuado; el Raimondo del coreano Simon Lim nos devuelve los bajos de antes, redondo en el grave sin perder nunca musicalidad, cantabiles en su sitio y bien empastado en dúos y concertante; el Edgardo del barcelonés Albert Casals nos dejó no ya un sexteto de lo más aseado con sus compañeros, sino unos dúos bien cantados por lo sentidos, más las conocidas arias que dejó con seguridad, con proyección incluso en medio de la escena y fermatas de la "escuela Kraus", todo con un color de voz apropiado a su personaje, aunque me hubiera gustado algo más de garra ante sus "antepasados", que compensó con un suicidio perfecto.
No quiero olvidarme del buen programa a 5€ que sustituye aquellos tomos por temporada que guardo de consulta obligada, que incluye ensayos sobre locura y sobre todo textos para la ocasión, destacando "El falso amor" de Vanessa Gutiérrez de quien cito "... has estado más viva que aquello que habrá de sobrevivirte".
Precios asequibles y equilibrio musical para una obra por la que no pasa el tiempo logran resultados óptimos y el delirio de un público que alternaba habitual con nuevo. Al descanso me comentaba una joven autoconfesada heavy con entrada regalada por sus jefes, su feliz iniciación con La Traviata pero que esta Lucia (y faltaba lo mejor) le estaba encantando... Mi respuesta era fácil: fuera prejuicios y a disfrutar.
Así se asegura
Sabina Puértolas (Lucia), Albert Casals (Edgardo), Javier Galán (Enrico), Simon Lim (Raimondo), María José Suárez (Alisa), Charles dos Santos (Arturo), Josep Fadó (Normanno); Dirección musical: Marzio Conti; Dirección de escena: Emilio Sagi; Diseño de escenografía: Enrique Bordolini; Diseño de vestuario: Imme Möller; Diseño de iluminación: Eduardo Bravo; Dirección del coro: Patxi Aizpiri. Orquesta Oviedo Filarmonía; Coro de la Ópera de Oviedo.
Con nuevo lleno en el coliseo carbayón pude asistir a otra Lucia que realmente no decepcionó, un segundo reparto o como apuntaban en algún sitio, reparto joven, un triunfo por lo equilibrado de unos intérpretes que logran la magia de una obra de arte total, y donde la navarra Sabina Puértolas fue auténtica protagonista en todos los sentidos.
No hay nada como el directo y mi delantera de principal permitió deleitarme de principio a final con esta Lucia que llevo en lo profundo de mis entretelas líricas formando parte de mi biografía vital.
La escenografía volvió a ser impecable (aunque sigo pensando cambiar daga por pistolón), descubriendo auténticos cuadros humanos y captando el ambiente nublado que logran las transparencias.
La orquesta perfecta, colocada como en concierto logró sonoridades más que dignas, destacando la flauta al lado de un inspirado Conti en la escena de la locura para el mejor entendimiento con la soprano, el arpa en su sitio plenamente inspirada, y un solo de cello con música pura para ese final de "bella alma enamorada". El maestro italiano volvió a sacar del foso lo mejor de sus músicos y a concertar con cantantes y coro de manera "pactada", dejando mandar a los protagonistas y no al revés (como sucedió en las anteriores representaciones), vital pero contenida cuando así lo pedía la partitura.
El coro que dirige Aizpiri sigue asombrando por afinación y actuación en esta ópera que les exige en todas y cada una de sus apariciones, dominándola como auténticos profesionales. Tanto las voces graves como al completo supusieron completar y equilibrar una representación que recordaré en el tiempo.
También repetían la perfecta Alisa de Mª José Suárez que hizo pleno en las cinco representaciones dando una lección de lo que en el cine llamaríamos actores de reparto, en su sitio y sumándose a la musicalidad que flotó en toda la obra, al igual que el Arturo del uruguayo Charles dos Santos, nuevamente ajustado a su breve pero difícil intervención, lo que ya es de destacar.
Del resto y por preferencias personales: bien el Normanno de Fadó, convincente y poderoso el "malo de la película", un Enrico de Galán convincente, poderoso pero nada sobreactuado; el Raimondo del coreano Simon Lim nos devuelve los bajos de antes, redondo en el grave sin perder nunca musicalidad, cantabiles en su sitio y bien empastado en dúos y concertante; el Edgardo del barcelonés Albert Casals nos dejó no ya un sexteto de lo más aseado con sus compañeros, sino unos dúos bien cantados por lo sentidos, más las conocidas arias que dejó con seguridad, con proyección incluso en medio de la escena y fermatas de la "escuela Kraus", todo con un color de voz apropiado a su personaje, aunque me hubiera gustado algo más de garra ante sus "antepasados", que compensó con un suicidio perfecto.
© Ópera de Oviedo
Y dejo para el final a la auténtica protagonista que nos hizo enloquecer, a mi admirada Sabina Puértolas que recreó una Lucia de nuestro tiempo, personal, "creciendo" desde la enamorada inicial, pasando por la enamorada engañada y rematando en una locura plenamente romántica y nada esquizofrénica, técnica asombrosa al servicio de una musicalidad que desborda cada intervención siempre dramatizada en su punto exacto, llenando por completo el escenario de principio a final. Su gama dinámica resulta impactante por la engañosa sencillez, sus graves poderosos, sus agudos cristalinos y cada una de las agilidades llevadas con una limpieza y tempo que el maestro Conti entendió a la perfección, sin cortar los finales y dejándonos disfrutar de una personal y gran Lucia que renombré como Sabina de Lammermoor o incluso Lucia Puértolas, a seguir en este siglo XXI donde se convertirá en un referente. Toda una recreación de uno de los personajes grandes de la ópera.No quiero olvidarme del buen programa a 5€ que sustituye aquellos tomos por temporada que guardo de consulta obligada, que incluye ensayos sobre locura y sobre todo textos para la ocasión, destacando "El falso amor" de Vanessa Gutiérrez de quien cito "... has estado más viva que aquello que habrá de sobrevivirte".
Precios asequibles y equilibrio musical para una obra por la que no pasa el tiempo logran resultados óptimos y el delirio de un público que alternaba habitual con nuevo. Al descanso me comentaba una joven autoconfesada heavy con entrada regalada por sus jefes, su feliz iniciación con La Traviata pero que esta Lucia (y faltaba lo mejor) le estaba encantando... Mi respuesta era fácil: fuera prejuicios y a disfrutar.
Así se asegura
Larga vida a la ópera...
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