XIII Encuentro Coral de los pueblos mineros
Los días 13 y 14 de junio en el Auditorio "Teodoro Cuesta" de la Casa de Cultura de Mieres a las 20:00 horas, fueron elegidos este año 2014 para la decimotercera edición de "La mina canta unida", encuentro coral de los pueblos mineros que organiza el Orfeón de Mieres en colaboración con FECORA, el Excelentísimo Ayuntamiento de Mieres y el Club Cultura Principado de Asturias, amén de distintos patrocinios del comercio e industria locales, adelantándose este año a las Fiestas de San Juan que todavía no lanzaron el chupinazo.
Dos jornadas bien distintas e imposibles de pormenorizar, que tuvieron como maestro de ceremonias al presidente del Orfeón Eustaquio Álvarez Hevia, proyectándose un breve montaje en homenaje a la minería que sirve de nexo a los pueblos de donde vienen los distintos coros, y guardando un minuto de silencio por los coralistas fallecidos.
El viernes 13 participaron dos coros vecinos, el Coro del Centro Asturiano de Oviedo bajo la dirección de Patricia Miriam Martínez Iglesias, y el Orfeón de Castrillón que dirige Martín Martínez Bastián, el primero con un repertorio conocido y muy del gusto del público que pese a la competencia futbolística se acercó a escuchar los dos invitados asturianos de la primera jornada:
Como la flor (Eduardo Martínez Torner), hermosa canción asturiana que sigue presente con el paso de los años en los distintos coros de mi tierra, el son cubano Las cuatro palomas (I. Piñeiro) con un acertado acompañamiento de cajón peruano, la popular mexicana Borrachita, buscando arreglos y repertorios que dinamicen el mundo coral, como un buen arreglo del famoso bolero Piel canela (Bobby Capo) también con la percusión del mal llamado cajón flamenco que resultó de lo mejor, la poco agradecida Dime paxarín parleru (Ángel Émbil) algo "destemplada" que siempre pone a prueba formaciones, solistas y directores, cerrando intervención la canción africana popularizada por el cine The Lions Sleeps Tonight nuevamente con cajón más abundantes efectos vocales emulando la fauna y sonoridad de la selva realmente conseguidos que salvó una actuación discreta.
Por su parte el Orfeón de Castrillón que dirige Martínez Bastián, realizó cambios sobre el programa previsto, y puede que mermados en número, cantando Esta tierra (Francisco Pino - Javi Busto) que harían del compositor de Hondarribia el más escuchado estas jornadas, Camino del indio (F. Cabedo - A. Yupanqui), bien empastados aunque como en el coro ovetense, algo descompensadas las cuerdas si bien la musicalidad siempre es digna de mención, dos habaneras que parecen ser indispensables en los conciertos: Nostalgia del mar (Rosa Mª Tarruel) de apego asturcubano, y Habladme del mar (Ángel Barja) desde tierra adentro del siempre recordado compositor orensano-leonés, esta difícil de afinaciones y comprometida para todos; finalmente Alma, Corazón y vida (Adrián Flores) y El día que me quieras (C. Gardel - arr. Vivian Tabbusch), dos temas que nunca me han gustado armonizados para coro al perder el sabor primigenio, aunque los de Piedras Blancas dieron lo mejor de ellos. Y de propina un tema casi "propio" del coro anfitrión como Ay! un galán (Javier Armenter) al que le dieron su toque personal con un aire más bailable de regusto llanisco (frente al pausado local como de danza prima).
Para el sábado 14 venía el plato fuerte con la Coral Camino de Santiago de Ayegui (Navarra) dirigida por José Mª Chasco Urabayen, devolviendo visita al orfeón mierense, y con un programa amplio, duro, difícil y muy variado, mostrando un alto nivel para un coro casi de cámara (5 sopranos -más la pianista Alba Etxarri Chasco cuando no intervenía-, 6 contraltos, 7 tenores y 6 bajos) muy equilibrado en sonoridades, de empaste perfecto y atento a la magistral dirección del maestro y farmacéutico Chasco, echando de menos voces más jóvenes aunque sea un mal casi endémico, al menos en muchos de los coros del norte.
El programa se organizó en dos bloques, el más purista por así decir con obras digamos clásicas: el motete Ubi Caritas (M. Duruflé), Insanae Vanae Cure (J. F. Haydn) con acompañamiento de piano (difícil por ser reducción orquestal) al igual que Wie Lieblich del "Réquiem Alemán" (J. Bramhs), exigente para un coro de estas dimensiones del que salieron más que airosos, cuidadosos de matices y planos sonoros, el poco escuchado Ave Verum (E. Elgar) hermosura coral aunque sin el órgano, y también "a capella" el Padrenuestro o Aita Gurea (Padre F. Madina) que sirvió de puente para la segunda parte más popular donde no faltaron dos temas populares vascos arreglados por Javi Busto: Nerea Izango Zen (M. Laboa) y Axuri Beltza, contrapunto y ritmo perfectamente entendidos por el director y sus coristas, más Maitia Nun Zira (popular - José Tomás Uruñuela). Una de las obras más escuchadas del doctor Busto es A tu lado, bien trabajada en Donosti donde José Mª Chasco amplió formación musical, llevando limpiamente las distintas voces con una musicalidad innata en los coros vascos y navarros. Otra seña de identidad es su apuesta por los nuevos repertorios, y de nuevo con acompañamiento de piano (eléctrico) pudimos escuchar dos arreglos de sendos temas de QUEEN y su auténtico genio Freddy Mercury: Somebody to love (donde aparece "dibujado" el We are the champions) y una excelente armonización de la Bohemian Rhapsody donde los solistas también tuvieron su protagonismo aunque el inglés no resultase tan convincente como la difícil música que cerró la excelente actuación del coro navarro.
El Orfeón de Mieres bajo la sabia dirección de Joaquín Sandúa Fernández ponía el cierre con dos habaneras flanqueando una asturiana, Un velero y una canción (Santos Montiel) con salitre y carbón a partes iguales, la citada Ay! un galán (Javier Armenter) que arrastra carencias pasadas imposibles de subsanar por el maestro navarroasturiano, y La niña de Marianao (Fernando Moraleda) recuperada para la formación que un servidor montase allá por los años 70 con su director y en la línea de sacar a flote grandes obras que el Orfeón puso de moda entonces y el tiempo madura como los buenos vinos, reestreno de sabor marinero sin regusto a carbonilla.
Navarros y mierenses cantaron juntos la canción patronal minera Santa Bárbara en armonización de mi admirado José Fdez. Avello, intercambios musicales y encuentros, que son la salsa de coros y localidades, con la música vocal como vehículo cultural en tiempos de crisis que la música supera desde la afición, e ilusión de formaciones corales como las de esta cita del junio mierense. Esperamos ya la decimocuarta, sabedores del trabajo y esfuerzo que conlleva organizar eventos de esta magnitud, felicitando tanto a participantes como anfitriones por seguir cantando en Mieres por San Juan.
Dos jornadas bien distintas e imposibles de pormenorizar, que tuvieron como maestro de ceremonias al presidente del Orfeón Eustaquio Álvarez Hevia, proyectándose un breve montaje en homenaje a la minería que sirve de nexo a los pueblos de donde vienen los distintos coros, y guardando un minuto de silencio por los coralistas fallecidos.
El viernes 13 participaron dos coros vecinos, el Coro del Centro Asturiano de Oviedo bajo la dirección de Patricia Miriam Martínez Iglesias, y el Orfeón de Castrillón que dirige Martín Martínez Bastián, el primero con un repertorio conocido y muy del gusto del público que pese a la competencia futbolística se acercó a escuchar los dos invitados asturianos de la primera jornada:
Como la flor (Eduardo Martínez Torner), hermosa canción asturiana que sigue presente con el paso de los años en los distintos coros de mi tierra, el son cubano Las cuatro palomas (I. Piñeiro) con un acertado acompañamiento de cajón peruano, la popular mexicana Borrachita, buscando arreglos y repertorios que dinamicen el mundo coral, como un buen arreglo del famoso bolero Piel canela (Bobby Capo) también con la percusión del mal llamado cajón flamenco que resultó de lo mejor, la poco agradecida Dime paxarín parleru (Ángel Émbil) algo "destemplada" que siempre pone a prueba formaciones, solistas y directores, cerrando intervención la canción africana popularizada por el cine The Lions Sleeps Tonight nuevamente con cajón más abundantes efectos vocales emulando la fauna y sonoridad de la selva realmente conseguidos que salvó una actuación discreta.
Por su parte el Orfeón de Castrillón que dirige Martínez Bastián, realizó cambios sobre el programa previsto, y puede que mermados en número, cantando Esta tierra (Francisco Pino - Javi Busto) que harían del compositor de Hondarribia el más escuchado estas jornadas, Camino del indio (F. Cabedo - A. Yupanqui), bien empastados aunque como en el coro ovetense, algo descompensadas las cuerdas si bien la musicalidad siempre es digna de mención, dos habaneras que parecen ser indispensables en los conciertos: Nostalgia del mar (Rosa Mª Tarruel) de apego asturcubano, y Habladme del mar (Ángel Barja) desde tierra adentro del siempre recordado compositor orensano-leonés, esta difícil de afinaciones y comprometida para todos; finalmente Alma, Corazón y vida (Adrián Flores) y El día que me quieras (C. Gardel - arr. Vivian Tabbusch), dos temas que nunca me han gustado armonizados para coro al perder el sabor primigenio, aunque los de Piedras Blancas dieron lo mejor de ellos. Y de propina un tema casi "propio" del coro anfitrión como Ay! un galán (Javier Armenter) al que le dieron su toque personal con un aire más bailable de regusto llanisco (frente al pausado local como de danza prima).
Para el sábado 14 venía el plato fuerte con la Coral Camino de Santiago de Ayegui (Navarra) dirigida por José Mª Chasco Urabayen, devolviendo visita al orfeón mierense, y con un programa amplio, duro, difícil y muy variado, mostrando un alto nivel para un coro casi de cámara (5 sopranos -más la pianista Alba Etxarri Chasco cuando no intervenía-, 6 contraltos, 7 tenores y 6 bajos) muy equilibrado en sonoridades, de empaste perfecto y atento a la magistral dirección del maestro y farmacéutico Chasco, echando de menos voces más jóvenes aunque sea un mal casi endémico, al menos en muchos de los coros del norte.
El programa se organizó en dos bloques, el más purista por así decir con obras digamos clásicas: el motete Ubi Caritas (M. Duruflé), Insanae Vanae Cure (J. F. Haydn) con acompañamiento de piano (difícil por ser reducción orquestal) al igual que Wie Lieblich del "Réquiem Alemán" (J. Bramhs), exigente para un coro de estas dimensiones del que salieron más que airosos, cuidadosos de matices y planos sonoros, el poco escuchado Ave Verum (E. Elgar) hermosura coral aunque sin el órgano, y también "a capella" el Padrenuestro o Aita Gurea (Padre F. Madina) que sirvió de puente para la segunda parte más popular donde no faltaron dos temas populares vascos arreglados por Javi Busto: Nerea Izango Zen (M. Laboa) y Axuri Beltza, contrapunto y ritmo perfectamente entendidos por el director y sus coristas, más Maitia Nun Zira (popular - José Tomás Uruñuela). Una de las obras más escuchadas del doctor Busto es A tu lado, bien trabajada en Donosti donde José Mª Chasco amplió formación musical, llevando limpiamente las distintas voces con una musicalidad innata en los coros vascos y navarros. Otra seña de identidad es su apuesta por los nuevos repertorios, y de nuevo con acompañamiento de piano (eléctrico) pudimos escuchar dos arreglos de sendos temas de QUEEN y su auténtico genio Freddy Mercury: Somebody to love (donde aparece "dibujado" el We are the champions) y una excelente armonización de la Bohemian Rhapsody donde los solistas también tuvieron su protagonismo aunque el inglés no resultase tan convincente como la difícil música que cerró la excelente actuación del coro navarro.
El Orfeón de Mieres bajo la sabia dirección de Joaquín Sandúa Fernández ponía el cierre con dos habaneras flanqueando una asturiana, Un velero y una canción (Santos Montiel) con salitre y carbón a partes iguales, la citada Ay! un galán (Javier Armenter) que arrastra carencias pasadas imposibles de subsanar por el maestro navarroasturiano, y La niña de Marianao (Fernando Moraleda) recuperada para la formación que un servidor montase allá por los años 70 con su director y en la línea de sacar a flote grandes obras que el Orfeón puso de moda entonces y el tiempo madura como los buenos vinos, reestreno de sabor marinero sin regusto a carbonilla.
Navarros y mierenses cantaron juntos la canción patronal minera Santa Bárbara en armonización de mi admirado José Fdez. Avello, intercambios musicales y encuentros, que son la salsa de coros y localidades, con la música vocal como vehículo cultural en tiempos de crisis que la música supera desde la afición, e ilusión de formaciones corales como las de esta cita del junio mierense. Esperamos ya la decimocuarta, sabedores del trabajo y esfuerzo que conlleva organizar eventos de esta magnitud, felicitando tanto a participantes como anfitriones por seguir cantando en Mieres por San Juan.
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