Jordi Casas con el Coro de la FPA
Sábado 11 de junio, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara: Conciertos por Asturias: Coro de la Fundación Princesa de Asturias, Óscar Camacho Morejón (piano), Jordi Casas (director invitado). Obras de R. Halfter, Schubert y Brahms. Entrada libre.
Los coros de la Fundación Princesa de Asturias siempre implicados con la sociedad asturiana, llevan su música por el Principado y son perfectos embajadores de nuestra tierra allá donde van, desde el área musical que apostó desde sus inicios por el mundo coral con tanta tradición en nuestra geografía. Y no solo en los conciertos sinfónicos donde su aportación es ya habitual en las programaciones, también en la música vocal, llamemos de cámara, son protagonistas de recitales donde directores invitados les aportan sabiduría y enriquecimiento en una carrera que nunca se acaba, de la que sus directores también toman nota.
Estos días ha estado con el coro de José Esteban G. Miranda el músico catalán Jordi Casas Bayer (1948), una autoridad en la música coral y director del Coro de RTVE al que ha volvió tras su primera época de 1986 a 1988, figura internacional que lleva los coros en su propia historia desde la infancia en la Escolanía de Montserrat, con un bagaje vital y trayectoria musical de quitar el hipo.
Dirigiendo tres conciertos del coro de adultos viernes y sábado en Avilés y Oviedo más Gijón la próxima semana, con un repertorio básicamente alemán y el guiño a nuestro Rodolfo Halfter (Madrid, 1900 - Ciudad de México, 1987) en este año tan cervantino con sus Tres epitafios, op. 17 que abrían concierto. Maravillosa partitura del gran humanista exiliado tras la guerra civil, y excelente interpretación del coro en tres números que el propio Maestro Casas presentó para mejorar la comprensión de ellos, como haría con el resto del programa. De agradecer escuchar a capella este coro maduro con ansias de seguir aprendiendo y más con el catalán que tuvo total complicidad y atención con ellos, tras días de trabajo que nunca concluyen en los conciertos sino que permanecerán en el acerbo de la formación, conjugando como siempre veteranía y juventud.
Ya con el pianista Óscar Camacho llegaría el grueso coral alemán con Franz Schubert (1797-1828) y Johannes Brahms (1833-1897), los lieder para coro y piano donde el idioma es tan importante para saber cantar e interpretar unos textos de los grandes literatos a los que la música siempre realza estando a su servicio. Un placer escuchar a Jordi Casas antes de cada página compartir con el público el sentido de estas partituras que el Coro de la FPA desgranó con buen gusto, empaste, afinación y entrega. Los cuatro de Schubert tan contrapuestos emocionalmente, Gott im Ungerwitter (texto de Johann Peter Uz) con la fuerza de la naturaleza y la luz divina de una obra póstuma con la sensación cercana de la muerte, el salmo "El Señor es mi pastor" (Gott ist mein Hirt) para voces blancas que Schubert dedicase a su profesora con alumnado solamente femenino para pulsar la calidad de esas cuerdas al completo, An die Sonne vital como un día de sol aunque siempre temeroso de la tormeneta, degustando cada sílaba en un perfecto alemán (igualmente de Uz) tan bien ensamblado con la música a cuatro voces de Schubert, y con texto anónimo Des Tages Welhe nuevamente íntimo con una entrada segura de los tenores más un coro bien empastado (lo bisarían al final del concierto) con un acompañamiento pianístico que complementa al más puro estilo schubertiano las bellas melodías (la última recordándome vagamente el Panis Angelicus de Franck) en perfecta sincronía.
Aún más hondura presenta Brahms en una continuidad de estilo elevado a la quintaesencia camerística con sus canciones, la maravilla del lied llevado al coro con todo lo que ello supone, Vier Quartette, op. 92 marcan un hito tanto en conjunto como una a una en poesía musical, O schöne Nacht (Oh! noche amorosa) con un piano cristalino y voces unidas disfrutando de las cuatro cuerdas por igual, Spätherbst (Otoño tardío) de misticismo renacentista y emociones románticas, Abendlied (Canción de la tarde) desbordando alegría en tesituras agudas contrapuestas con el piano y los bajos, antes de la última Warum (¿Por qué?), inquietante, rítmico, protagonismo global e intervenciones por cuerdas seguras, presentes, llenas de matices bien entendidos por Camacho y "leídas" por un Casas verdadero experto en estos repertorios.
De las Sechs Quartette, op. 112 los cuatro últimos sobre aires zíngaros (catalogados incluso como Zigeunerlieder o Zwei Quartette, op. 112a) con letras más intranscendentes, música en compás binario que adquiere momentos y pasajes pletóricos elevando lo popular a lo clásico: Himmel strahit so helle und klar (El cielo resplandece brillante y limpio), luminoso y matizado, sin perder ligazón en ninguna voz con un piano coprotagonista; Rote Rosenknospen (Rosas rojas predicen la llegada de la primavera), de tiempo tranquilo con cuatro voces equilibradas desde una dinámica contenida, Brennessel steht an Weges Rand (Ortigas al borde del camino), cortante, agitado pero matizado con unos tenores en tesitura difícil solventada sin problemas más el empaste ideal del que hizo gala en todo el concierto, antes del último y breve Liebe Schwalbe, kleine Schwalbe (Golondrina querida, pequeña golondrina) que el piano inicia y continúan las voces blancas casi a media voz antes del coro en tutti bien llevado por Casas sacando a flote el espíritu brahmsiano y unos poemas románticos que la música eleva a lo eterno y atemporal.
Toda una lección de dirección coral a cargo del maestro catalán que las voces asturianas asimilaron a la perfección demostrando el excelente nivel mostrado a lo largo de la temporada, aunque todavía les quedan conciertos para ir cerrando curso y llevando la música coral por nuestra tierrina de la que ellos son la voz cantante de nuestra cultura.
Los coros de la Fundación Princesa de Asturias siempre implicados con la sociedad asturiana, llevan su música por el Principado y son perfectos embajadores de nuestra tierra allá donde van, desde el área musical que apostó desde sus inicios por el mundo coral con tanta tradición en nuestra geografía. Y no solo en los conciertos sinfónicos donde su aportación es ya habitual en las programaciones, también en la música vocal, llamemos de cámara, son protagonistas de recitales donde directores invitados les aportan sabiduría y enriquecimiento en una carrera que nunca se acaba, de la que sus directores también toman nota.
Estos días ha estado con el coro de José Esteban G. Miranda el músico catalán Jordi Casas Bayer (1948), una autoridad en la música coral y director del Coro de RTVE al que ha volvió tras su primera época de 1986 a 1988, figura internacional que lleva los coros en su propia historia desde la infancia en la Escolanía de Montserrat, con un bagaje vital y trayectoria musical de quitar el hipo.
Dirigiendo tres conciertos del coro de adultos viernes y sábado en Avilés y Oviedo más Gijón la próxima semana, con un repertorio básicamente alemán y el guiño a nuestro Rodolfo Halfter (Madrid, 1900 - Ciudad de México, 1987) en este año tan cervantino con sus Tres epitafios, op. 17 que abrían concierto. Maravillosa partitura del gran humanista exiliado tras la guerra civil, y excelente interpretación del coro en tres números que el propio Maestro Casas presentó para mejorar la comprensión de ellos, como haría con el resto del programa. De agradecer escuchar a capella este coro maduro con ansias de seguir aprendiendo y más con el catalán que tuvo total complicidad y atención con ellos, tras días de trabajo que nunca concluyen en los conciertos sino que permanecerán en el acerbo de la formación, conjugando como siempre veteranía y juventud.
Ya con el pianista Óscar Camacho llegaría el grueso coral alemán con Franz Schubert (1797-1828) y Johannes Brahms (1833-1897), los lieder para coro y piano donde el idioma es tan importante para saber cantar e interpretar unos textos de los grandes literatos a los que la música siempre realza estando a su servicio. Un placer escuchar a Jordi Casas antes de cada página compartir con el público el sentido de estas partituras que el Coro de la FPA desgranó con buen gusto, empaste, afinación y entrega. Los cuatro de Schubert tan contrapuestos emocionalmente, Gott im Ungerwitter (texto de Johann Peter Uz) con la fuerza de la naturaleza y la luz divina de una obra póstuma con la sensación cercana de la muerte, el salmo "El Señor es mi pastor" (Gott ist mein Hirt) para voces blancas que Schubert dedicase a su profesora con alumnado solamente femenino para pulsar la calidad de esas cuerdas al completo, An die Sonne vital como un día de sol aunque siempre temeroso de la tormeneta, degustando cada sílaba en un perfecto alemán (igualmente de Uz) tan bien ensamblado con la música a cuatro voces de Schubert, y con texto anónimo Des Tages Welhe nuevamente íntimo con una entrada segura de los tenores más un coro bien empastado (lo bisarían al final del concierto) con un acompañamiento pianístico que complementa al más puro estilo schubertiano las bellas melodías (la última recordándome vagamente el Panis Angelicus de Franck) en perfecta sincronía.
Aún más hondura presenta Brahms en una continuidad de estilo elevado a la quintaesencia camerística con sus canciones, la maravilla del lied llevado al coro con todo lo que ello supone, Vier Quartette, op. 92 marcan un hito tanto en conjunto como una a una en poesía musical, O schöne Nacht (Oh! noche amorosa) con un piano cristalino y voces unidas disfrutando de las cuatro cuerdas por igual, Spätherbst (Otoño tardío) de misticismo renacentista y emociones románticas, Abendlied (Canción de la tarde) desbordando alegría en tesituras agudas contrapuestas con el piano y los bajos, antes de la última Warum (¿Por qué?), inquietante, rítmico, protagonismo global e intervenciones por cuerdas seguras, presentes, llenas de matices bien entendidos por Camacho y "leídas" por un Casas verdadero experto en estos repertorios.
De las Sechs Quartette, op. 112 los cuatro últimos sobre aires zíngaros (catalogados incluso como Zigeunerlieder o Zwei Quartette, op. 112a) con letras más intranscendentes, música en compás binario que adquiere momentos y pasajes pletóricos elevando lo popular a lo clásico: Himmel strahit so helle und klar (El cielo resplandece brillante y limpio), luminoso y matizado, sin perder ligazón en ninguna voz con un piano coprotagonista; Rote Rosenknospen (Rosas rojas predicen la llegada de la primavera), de tiempo tranquilo con cuatro voces equilibradas desde una dinámica contenida, Brennessel steht an Weges Rand (Ortigas al borde del camino), cortante, agitado pero matizado con unos tenores en tesitura difícil solventada sin problemas más el empaste ideal del que hizo gala en todo el concierto, antes del último y breve Liebe Schwalbe, kleine Schwalbe (Golondrina querida, pequeña golondrina) que el piano inicia y continúan las voces blancas casi a media voz antes del coro en tutti bien llevado por Casas sacando a flote el espíritu brahmsiano y unos poemas románticos que la música eleva a lo eterno y atemporal.
Toda una lección de dirección coral a cargo del maestro catalán que las voces asturianas asimilaron a la perfección demostrando el excelente nivel mostrado a lo largo de la temporada, aunque todavía les quedan conciertos para ir cerrando curso y llevando la música coral por nuestra tierrina de la que ellos son la voz cantante de nuestra cultura.
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