Dos mundos y un solo lenguaje
Lunes 29 de mayo, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio. Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), Cuarteto Brodsky, Roberto Beltrán-Zavala (director). Obras de: J. González Compeán, B. Martinů y D. Shostakóvich.
En la recta final del ciclo y a la espera de Joyce DiDonato para clausurar el próximo día 6 de junio (Martes de campo en Oviedo) una temporada de altos vuelos que siguen convirtiendo a la capital asturiana en "la Viena del Norte" de España, cruzaba el charco para su gira europea la OSUG con Beltrán-Zavala al frente conmemorando los 65 años de la orquesta mexicana para dejarnos el último concierto sinfónico y un programa, comentado por el doctor Julio Ogás (enlazado al inicio en los compositores) donde no faltó un estreno, un concierto difícil de escuchar por la exigencia de encontrar un cuarteto que funcione como un solo instrumento, y una sinfonía que no debe faltar porque además "no hay quinta mala".
La orquesta mexicana trajo una plantilla muy equilibrada salvo una sección de violas algo "corta" a la vista de los efectivos (12-10-7-8-7), con primeros atriles de calidad aunque la cuerda destaca por encima de madera, metales (las trompas, o cornos como dicen allá, siguen siendo traicioneras cuando fallan) y percusión, destacando el trabajo del maestro Beltrán-Zavala en la búsqueda de color y una amplia gama de matices en todas las obras.
Como debe ser normal, apuestan por obras actuales y además de un compatriota compositor guanajuatense, estrenando en Europa Las mujeres de Pénjamo. La marcha de las rehenes de Francisco Javier González Compeán (1978), obra comentada por Julio Ogás que recoge las palabras del propio compositor, hoy presente en el auditorio ovetense: «Basándose libremente en la investigación inédita Las mujeres en la Independencia de México de la maestra Rocío Corona Azanza, Las mujeres de Pénjamo. La marcha de las rehenes es un homenaje a las víctimas de guerra de la ciudad de Pénjamo (Guanajuato-México) que fueron aprehendidas por órdenes del General Iturbide bajo el único argumento de ser "parientes de insurgentes"». Un poema sinfónico expresivo y descriptivo como tal, casi banda sonora de la historia de esa tan cantada ciudad del profesor y músico amén del estado de la propia orquesta, donde desde un atonalismo no muy brusco, con alguna melodía más tonal, prima el empuje rítmico a base de ostinati frente a otros momentos de una inquietante quietud, trabajando la tímbrica y las texturas en una obra que mostró las credenciales de esta formación fundada en 1952 perteneciente a la Universidad del Estado de Guanajuato, donde la ciudad de León es la más poblada y con quien Asturias sigue manteniendo excelentes relaciones abriendo el Instituto Oviedo. Buena química entre el maestro nacido en Ciudad de México (antes México DF) con su formación, de la que es titular hace dos años, gesto claro y preciso con buenos balances entre secciones y buscando el colorido en todo momento de una obra que aún tiene mucho recorrido.
El Cuarteto Brodsky formado por Daniel Rowland (violín), Ian Belton (violín), Paul Cassidy (viola) y Jacqueline Thomas (violonchelo) merecería escucharle en solitario, más con unos instrumentos que suenan como pocos, algo solo posible en una propina que comentaré más adelante, pero poder tenerlo de "solista" en el Concierto para cuarteto de cuerdas y orquesta, H 207 (1931) del checo Bohuslav Martinů (1890-1959) es todo un lujo. Etiquetado como de estilo "neoclásico" el influjo parisino todavía está presente así como la influencia de Stravinski, así como referencias al concerto grosso de las que también se hace eco el doctor Ogás pero desde una visión contrastante de texturas, con un cuarteto funcionando como un solo instrumento multitímbrico que enriquece la de la propia orquesta. Tres movimientos "clásicos" en alternancia de aires, dinámicas y tonalidad-modalidad como buscando reconfigurar un barroco que nunca deja de inspirar a tantas generaciones, especialmente en el Adagio central verdaderamente primoroso del cuarteto inglés pero con los movimientos extremos (Allegro Vivo y Tempo moderato) plenamente integrados con una formación empastada donde tanto la cuerda que parecía crecer desde "el solista" como la madera alcanzaron momentos realmente inspirados, tersura y presencia, diálogos bien concertados dejando al cuarteto mandar para un perfecto encaje en este original concierto del compositor checo.
Como preparando la segunda parte, escuchar el arreglo de la famosa Polka de "La edad de oro" (Shostakovich) por los ingleses resultó un verdadero lujo, tensión desde una sonoridad amplia, jugosa con el necesario humor británico de los intérpretes para traducir el especial del ruso, siempre contagiosos demostrando porqué tienen su hueco en la música desde hace más de 40 años, el cuarteto como feliz encuentro de sonoridades y microcosmos en un lenguaje universal capaz de alcanzar la unidad deseada, ahora en estado puro tras el concierto del checo.
Siempre digo que no hay quinta mala (ni la de Goya) y la Sinfonía nº 5 en re menor, op. 47 (1937) del ruso Dmitri Shostakovich (1906-1975) es otro ejemplo, independientemente de toda la biografía e historia del compositor y esta joya orquestal de sinfonía que pone a prueba cualquier formación, el mexicano Beltrán-Zavala apostó por el color y unos tiempos casi "al límite" de las indicaciones, conocedor de su orquesta donde volvió a destacar una cuerda de amplios recursos tímbricos y dinámicos, desde el excelente concertino Dmitri Kisselev hasta la sección completa (con piano-celesta y arpa), tersa e hiriente, rica en matices siempre desde la limpieza de un sonido muy cuidado. El Moderato marcó diferencias con un juego de tensiones en la cuerda antes del rítmico avance de trombones y piano que fue engordando en tensión y sonoridades; el Allegretto jugó con un "rubato" casi ideal para este tiempo en ternario lleno de matices y musicalidad por parte de Kisselev y la flauta de Cuauhtemoc Trejo Barajas, mientras la cuerda volvía a sonar punzante y aterciopelada, presencia incluso en los pizzicati empastados con el xilófono y una percusión completando texturas; el Largo devolvió calidades en la cuerda, lo mejor de los guanajuatenses, arpa incluída, junto a flautas y oboe, con emoción contenida desde el podio del capitalense, preciso y claro subrayando fraseos largos y corpóreos casi corales, antes del inquietante a la vez que poderoso Allegro non troppo sujetado con mano izquierda y batuta punzante para alcanzar ese final apoteósico además de sugerente, timbales y bronces bien marcados, ritmo trepidante y exigente de limpieza en la ejecución global en una interpretación aseada y muy digna a cargo de la OSUG.
Haciendo patria y transmitiendo el ritmo puro mexicano nos dejaron de propina el Huapango de José Pablo Moncayo, con un despliegue sonoro lleno de matices antes de unir los dos mundos con un sentido y bien ejecutado Asturias, patria querida entonado por todo el público en el "da capo" puesto en pie.
En la recta final del ciclo y a la espera de Joyce DiDonato para clausurar el próximo día 6 de junio (Martes de campo en Oviedo) una temporada de altos vuelos que siguen convirtiendo a la capital asturiana en "la Viena del Norte" de España, cruzaba el charco para su gira europea la OSUG con Beltrán-Zavala al frente conmemorando los 65 años de la orquesta mexicana para dejarnos el último concierto sinfónico y un programa, comentado por el doctor Julio Ogás (enlazado al inicio en los compositores) donde no faltó un estreno, un concierto difícil de escuchar por la exigencia de encontrar un cuarteto que funcione como un solo instrumento, y una sinfonía que no debe faltar porque además "no hay quinta mala".
La orquesta mexicana trajo una plantilla muy equilibrada salvo una sección de violas algo "corta" a la vista de los efectivos (12-10-7-8-7), con primeros atriles de calidad aunque la cuerda destaca por encima de madera, metales (las trompas, o cornos como dicen allá, siguen siendo traicioneras cuando fallan) y percusión, destacando el trabajo del maestro Beltrán-Zavala en la búsqueda de color y una amplia gama de matices en todas las obras.
Como debe ser normal, apuestan por obras actuales y además de un compatriota compositor guanajuatense, estrenando en Europa Las mujeres de Pénjamo. La marcha de las rehenes de Francisco Javier González Compeán (1978), obra comentada por Julio Ogás que recoge las palabras del propio compositor, hoy presente en el auditorio ovetense: «Basándose libremente en la investigación inédita Las mujeres en la Independencia de México de la maestra Rocío Corona Azanza, Las mujeres de Pénjamo. La marcha de las rehenes es un homenaje a las víctimas de guerra de la ciudad de Pénjamo (Guanajuato-México) que fueron aprehendidas por órdenes del General Iturbide bajo el único argumento de ser "parientes de insurgentes"». Un poema sinfónico expresivo y descriptivo como tal, casi banda sonora de la historia de esa tan cantada ciudad del profesor y músico amén del estado de la propia orquesta, donde desde un atonalismo no muy brusco, con alguna melodía más tonal, prima el empuje rítmico a base de ostinati frente a otros momentos de una inquietante quietud, trabajando la tímbrica y las texturas en una obra que mostró las credenciales de esta formación fundada en 1952 perteneciente a la Universidad del Estado de Guanajuato, donde la ciudad de León es la más poblada y con quien Asturias sigue manteniendo excelentes relaciones abriendo el Instituto Oviedo. Buena química entre el maestro nacido en Ciudad de México (antes México DF) con su formación, de la que es titular hace dos años, gesto claro y preciso con buenos balances entre secciones y buscando el colorido en todo momento de una obra que aún tiene mucho recorrido.
El Cuarteto Brodsky formado por Daniel Rowland (violín), Ian Belton (violín), Paul Cassidy (viola) y Jacqueline Thomas (violonchelo) merecería escucharle en solitario, más con unos instrumentos que suenan como pocos, algo solo posible en una propina que comentaré más adelante, pero poder tenerlo de "solista" en el Concierto para cuarteto de cuerdas y orquesta, H 207 (1931) del checo Bohuslav Martinů (1890-1959) es todo un lujo. Etiquetado como de estilo "neoclásico" el influjo parisino todavía está presente así como la influencia de Stravinski, así como referencias al concerto grosso de las que también se hace eco el doctor Ogás pero desde una visión contrastante de texturas, con un cuarteto funcionando como un solo instrumento multitímbrico que enriquece la de la propia orquesta. Tres movimientos "clásicos" en alternancia de aires, dinámicas y tonalidad-modalidad como buscando reconfigurar un barroco que nunca deja de inspirar a tantas generaciones, especialmente en el Adagio central verdaderamente primoroso del cuarteto inglés pero con los movimientos extremos (Allegro Vivo y Tempo moderato) plenamente integrados con una formación empastada donde tanto la cuerda que parecía crecer desde "el solista" como la madera alcanzaron momentos realmente inspirados, tersura y presencia, diálogos bien concertados dejando al cuarteto mandar para un perfecto encaje en este original concierto del compositor checo.
Como preparando la segunda parte, escuchar el arreglo de la famosa Polka de "La edad de oro" (Shostakovich) por los ingleses resultó un verdadero lujo, tensión desde una sonoridad amplia, jugosa con el necesario humor británico de los intérpretes para traducir el especial del ruso, siempre contagiosos demostrando porqué tienen su hueco en la música desde hace más de 40 años, el cuarteto como feliz encuentro de sonoridades y microcosmos en un lenguaje universal capaz de alcanzar la unidad deseada, ahora en estado puro tras el concierto del checo.
Siempre digo que no hay quinta mala (ni la de Goya) y la Sinfonía nº 5 en re menor, op. 47 (1937) del ruso Dmitri Shostakovich (1906-1975) es otro ejemplo, independientemente de toda la biografía e historia del compositor y esta joya orquestal de sinfonía que pone a prueba cualquier formación, el mexicano Beltrán-Zavala apostó por el color y unos tiempos casi "al límite" de las indicaciones, conocedor de su orquesta donde volvió a destacar una cuerda de amplios recursos tímbricos y dinámicos, desde el excelente concertino Dmitri Kisselev hasta la sección completa (con piano-celesta y arpa), tersa e hiriente, rica en matices siempre desde la limpieza de un sonido muy cuidado. El Moderato marcó diferencias con un juego de tensiones en la cuerda antes del rítmico avance de trombones y piano que fue engordando en tensión y sonoridades; el Allegretto jugó con un "rubato" casi ideal para este tiempo en ternario lleno de matices y musicalidad por parte de Kisselev y la flauta de Cuauhtemoc Trejo Barajas, mientras la cuerda volvía a sonar punzante y aterciopelada, presencia incluso en los pizzicati empastados con el xilófono y una percusión completando texturas; el Largo devolvió calidades en la cuerda, lo mejor de los guanajuatenses, arpa incluída, junto a flautas y oboe, con emoción contenida desde el podio del capitalense, preciso y claro subrayando fraseos largos y corpóreos casi corales, antes del inquietante a la vez que poderoso Allegro non troppo sujetado con mano izquierda y batuta punzante para alcanzar ese final apoteósico además de sugerente, timbales y bronces bien marcados, ritmo trepidante y exigente de limpieza en la ejecución global en una interpretación aseada y muy digna a cargo de la OSUG.
Haciendo patria y transmitiendo el ritmo puro mexicano nos dejaron de propina el Huapango de José Pablo Moncayo, con un despliegue sonoro lleno de matices antes de unir los dos mundos con un sentido y bien ejecutado Asturias, patria querida entonado por todo el público en el "da capo" puesto en pie.
P. D.: Prensa del 30 de mayo: crónica en La Nueva España; noticia de El Comercio. Las redes sociales también informaron, y así OFil comunicaba en su perfil de Facebook© el mismo lunes: "¿Conocéis el efecto mariposa?
Por un problema informático en British Airways, cuatro de los integrantes de la orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato se han quedado en Londres sin vuelos. Sara Chordá y Svetlana Manakova, ambas chelistas de Oviedo Filarmonía, han acudido a tocar con nuestros colegas para su concierto de mañana en el Auditorio Palacio de Congresos Príncipe Felipe de Oviedo.
Siempre es gratificante colaborar con colegas, SHOW MUST GO ON😉
Buen concierto, compañeros!" sumándose otra chelista de la OSPA.
Nota: La crónica la escribí de madrugada tras el concierto, esperando a subir las fotos a esta hora que se publica, actualizando la prensa del martes.
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