Una OSPA de lujo

Viernes 12 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Concierto nº 7 de abono de la OSPA, director: Michal Nesterowicz. Obras de Beethoven y R. Strauss.
Como comentábamos o casi aventurábamos desde este blog el pasado jueves, esperaba que en las dos obras elegidas el director polaco afincado en Santiago de Chile pudiese obtener de nuestra formación asturiana lo mejor de ella, como sólo batutas con las ideas claras han conseguido, y por una vez en esta semana, no salí defraudado.
La obra elegida para abrir el concierto es piedra de toque, casi "padrenuestro" de todo director y orquesta que se precie, la Primera Sinfonía en Do Mayor, Op. 21 de Beethoven que todo buen melómano habrá escuchado cientos de veces, y precisamente por ello difícil de convencer plenamente. Las amplias y excelentes notas al programa volvían a ser las de mi compañera de profesión, socióloga, escritora y colaboradora de Scherzo y Opus Música Hertha Gallego de Torres y sobre la Primera comienza escribiendo que "La recepción de la vida y obra de Ludwig van Beethoven ha sufrido una evolución, paralela a la de la sociedad que "consume" su magnífica obra, y que cada vez es más globalizada, heterogénea, y crítica, sin que falten en la valoración del que fuera considerado el héroe romántico por excelencia, esas sombras que se han instalado permanentemente en la postmodernidad...", analizando sus cuatro movimientos tan detallistas como resultó la dirección del maestro polaco, sin tarima por su altura y toda de memoria (no podía ser de otra forma). Citar la introducción de la sinfonía "como una cálida invitación al Sensücht, esa nostalgia o anhelo por el infinito que sólo parece contener esta palabra alemana" es textualmente lo que hizo nuestra OSPA en formación casi de cámara, comprendiendo por qué los nombres en inglés no resultan bien en nuestro idioma (PACO = Principado de Asturias Chamber Orchestra, PASO = Principado de Asturias Symphony Orchestra, ASO = Asturias Symphony Orchestra). Bromas aparte, aunque el Scherzo resultase precisamente "broma", nuestra orquesta sonó plenamente clásica, más haydniana que nunca porque así está en la partitura y también lo quiso su director invitado, nada de relecturas o inspiraciones, gesto claro y preciso, sin aspavientos y con fidelidad a la obra en desarrollos claros, tempi correctos que dejaban salir a flote los distintos temas, dinámicas contenidas pero muy logradas, y varios atriles principales no habituales (también refuerzos llegados para la segunda parte) que han corroborado la fortaleza de nuestra orquesta en el sentido de sonoridad propia y seguridad total en todos y cada uno de los instrumentistas que salen "al terreno de juego", independientemente de "los minutos que les dé el entrenador-director". Y qué mejor broma en pleno ambiente carnavalesco que ese Finale con "falsas salidas" (a las que Hertha también hace referencia) que nos dejó con ganas de seguir sentados esperando otra sinfonía del sordo de Bonn, por qué no la Eroica que tan mal sabor de boca me dejó este lunes pasado. La broma aún siguió al salir el director por una puerta equivocada...
Hertha Gallego, en el centro
Tras mi cigarrillo del intermedio llegaba R. Strauss y su Así habló Zarathustra, Op. 30. Una orquesta reforzada (que algún espero sea la plantilla real) para una obra que el polaco Michal Nesterowicz dirigió de memoria con una elegante lectura que nos dejó lo mejor del concierto. No sé si para ganar el Concurso de dirección de la Orquesta de Cadaqués (como Pablo González) se busca un estilo como el de los dos citados, o ser el actual director artístico de la Orquesta Sinfónica de Chile le ha dado esta gestualidad y forma de ver las obras, pero en el conocidísimo arranque straussiano (¿hay algún estudio sobre las obras clásicas utilizadas por Kubrick?) ya presentó sus credenciales como el propio compositor, con un don especial para los comienzos (lo comenta también Hertha Gallego). Una orquesta capaz de interpretar lo que le echen, unos músicos en estado de gracia (cada una de las intervenciones solistas fueron extraordinarias) y tan profesionales que siguen puntualmente, sin nada que objetar, cada una de las indicaciones de una batuta con ideas clarísimas sobre lo protagonista y lo acompañante, lo básico y lo accesorio (que también hay en la obra de Strauss), fueron desgranando cada uno de los nueve números de este poema sinfónico plenamente romántico de forma magistral. La "idea dominante" del conflicto entre naturaleza y humanidad en esta velada sinfónica creo que se decantó por lo segundo tras ese "paseo" por lo transmundano, los mundos escondidos, la aspiración suprema, la llegada de las pasiones (ese chelo sigue siendo una de ellas), pero incluso El canto de la tumba resultó optimista tras El convaleciente, dinámicas increíbles del ff al pp perfectamente ensambladas, encajadas, planos sonoros convincentes subrayando pasajes plenamente virtuosísticos en cada una de las secciones que cumplieron "todas a una" para darnos dos cantos de la danza y del viajero de la noche realmente vieneses tocados por un ruso ya asturianizado, con ese final "nihilista" que resonó en las paredes antes de provocar el aplauso. No son habituales bises, pero marcharnos con el alma en un puño en Carnaval no nos parecía lo más correcto (la duración del concierto ayudó también) y pudimos volver a disfrutar de El sol se eleva para volver a clamar a los cuatro vientos que la OSPA es un lujo y no tiene tanta prensa y ni fama como otras formaciones, sobre todo con directores como el de este viernes. ¿Será culpa nuestra? Al menos tengo la conciencia tranquila y no me cansaré de repetirlo: quien escuche Radio Clásica, emiten todos sus conciertos y es sólo cuestión de consultar la Guía de Programación Mensual (en PDF). Si tengo tiempo, lo escucharé de nuevo el día que lo emitan y grabaré, e incluso intentaré "subirlos" a la red (si el Gobierno no me cierra por hacerlo) para que todos puedan escuchar y juzgar (aquí un avance de cómo suena la OSPA con Adrian Leaper):

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