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Sábado 10 de octubre, 20:00 horas. Teatro Municipal Bergidum, Ponferrada. Ciclo romántico"Cantando a Gil y Carrasco". Patricia Rodríguez Rico (soprano) y Manuel Alejandre Prada (piano). Obras de Alejandre, Schubert, Lortzing, Rossini, Lehár, Arrieta y Giménez. Entrada: 7,50 €.
Llevaba tiempo sin escuchar a la soprano ferrolana, muy solicitada para estrenos gracias a su poderío vocal basado en un trabajo meticuloso y versatilidad, la misma que le trajo hasta la capital de El Bierzo para regalarnos el "Tributo a Gil y Carrasco" opus 64, en homenaje al bicentario de su nacimiento, siete lieder sobre poemas de Enrique Gil y Carrasco del compositor local y pianista Manuel Alejandre Prada. No es accesorio titular esta obra de "lied" puesto que el diálogo y protagonismo de piano y voz marcan esta obra de dificultades extremas para el registro de soprano, con poemas no excesivamente musicales a los que Alejandre intenta sacar más la expresión que la lírica propiamente dicha.
Siete poemas distintos con el sello del músico berciano donde aparecen colores y atmósferas grises, duras, llevadas al discurso melódico en saltos de octavas realmente abismales, medios tonos generadores de indecisión tonal como en El Sil, agudos altísimos en pianísimo o graves profundos sin poder perderse nunca la inteligibilidad de unos textos difíciles caso de Niebla. La soprano gallega hubo de pasar por todos los registros defendiendo una partitura realmente agotadora con detalles de lirismo como en La mariposa o Una gota de rocío que cerraba este ciclo con un pianismo igualmente vertiginoso de arpegios alternando con reposos casi litúrgicos de Campana de una oración sin caer en descriptivismos literales pero sí buscando esa ambientación romántica deudora de muchos compositores volcados en poner música a textos. Obra la de Alejandre que seguramente habrá de "readaptar" al terreno vocal para voces graves o incluso para una mezzo de amplia tesitura en el agudo pueden lograr un color más adaptado a la buena idea del pianista y compositor local.
La segunda parte tras el esfuerzo de la primera, dejó la voz preparada para los dos lieder de Franz Schubert, An die Musik D. 547 y la conocidísima serenata póstuma Stänchen, D. 957 nº 4 con el piano coprotagonizando estas bellísimas perlas románticas de salón, o las arias de opereta vienesa que tan bien le van a Patricia R. Rico como las de Zar und Zimmerman de Lortzing o la balada de Vilja de La Viuda Alegre (Franz Lehár) en el mejor estilo desenfadado y lleno de melodismo que nos imaginaba a la soprano con guantes largos y trajes negros de encaje sin copa de champán pero el mismo aire pícaro de ambas.
No podía faltar entre lo germano nuestro querido bufo Rossini, del que Non si da follia maggiore de "El turco en Italia" volvió a corroborar el dominio técnico de Patricia para unas arias exigentes como las del italiano con un piano reduciendo la orquesta solo en tímbrica porque así trabajó Manuel su siempre impecable y certero acompañamiento.
Y en un recital lírico lo español nada menos que con dos grandes como Arrieta y Pensar en él de "Marina", género grande compartiendo programa con alemanes e italianos en esta romanza operística de agilidades y hondura interpretativa para rematar con Me llaman la primorosa de "El barbero de Sevilla" de Gerónimo Giménez, la voz que ha ido ganando registro grave y mantiene los agudos de flauta tan característicos de Patricia Rodríguez Rico, no mero juego pirotécnico sino gusto vocal por cualquier página que afronte.
El recital sabatino resultó muy exigente y se volcó en cada partitura, incluyendo una propina de lujo como el conocido O mio babbino caro de "Gianni Schicchi" (Puccini) que gallega y leonés entendieron a uno para comunicar la emoción final a un público que no llenó el coliseo ponferradino pero disfrutaron del estreno y aún más con estos clásicos románticos.
Los medios locales reflejaron el evento y los presentes esperamos volver a escuchar aunque sea grabado, pues siempre reconforta el interés de las jóvenes generaciones de compositores españoles por nuestro patrimonio literario llevándolo al perfecto maridaje con la música como forma de difusión y conocimiento, aunque el novelista de Villafranca del Bierzo fallecido joven -casi obligatorio en su época- Enrique Gil y Carrasco (1815-1846) tenga su sitio en la historia de la literatura en este año romántico.

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