Tras la gloria
Jueves 22 de octubre, 19:30 horas. Auditorio "Príncipe Felipe" de Oviedo, XXIV Concierto Premios Princesa de Asturias: Misa de Gloria (Puccini, 1858-1924), Ramón Vargas (tenor), David Menéndez (barítono), Coro de la FPA (maestro de coro: José Esteban García Miranda), Oviedo Filarmonía, Marzio Conti (director). Entrada libre con invitación.
Puntualidad británica, protocolo obliga, en "el concierto de Los Premios" presidido por el Rey Felipe VI que comenzó con todos los intérpretes en el escenario escuchando el "Himno Nacional" llevado por el Maestro Conti con marcialidad y contención en su debut en este concierto previo al viernes de la ceremonia de los Premios, antes de comenzar la Misa "del Gloria" para un público no habitual que aplaudió al finalizar el segundo de los cinco números, puede que por el ímpetu mostrado en él. Y es que tras el ensayo del día anterior donde ya había unos tiempos extremos y dinámicas contrapuestas en busca de la mayor expresividad, este jueves "a la gloria", que resulta principal no ya por el título, se llegó volando más que planeando.
El Coro de la Fundación, que dirige y trabaja muy bien todo el año con su titular, fue el verdadero protagonista, plegado a los designios del director italiano, luchando por mantener el brío, mostrándose más cómodo en los lentos, aunque para los solistas no lo fuese. Pese a mi ubicación en la Sala Polivalente como un componente más de la formación, pude comprobar la presencia siempre clara de las voces así como de la orquesta, de matices definidos y equilibrio entre las secciones, solo algo roto por los metales compensado por el excelente efecto orgánico del Maestoso "Quo niam tu sous", aunque los tuviera a todos de espaldas, buen síntoma de su proyección y acústica, totalmente distinta sin la pared habitual.
Del concierto me quedo dentro del extenso y variado Gloria con su "Laudamus te" más el "Domine deus" homofónicos y matizados por coro y orquesta, verdadero remanso tras el vértigo, elevado a placer con David Menéndez del "Qui tolis" poderoso, medido y cantado con el sentimiento y fraseo necesarios, así como el Allegro fugado por la dificultad del aire elegido por Conti para voces e instrumentistas que respondieron al stress "Cum sancto spiritu".
En el Credo también hubo momentos para degustar este plato joven del de Lucca, la orquesta en tresillos mientras el coro cantaba "et expatre natum" en un trayecto vital y textual hacia el "lumen de lumine"por la carga tímbrica lograda por Conti preparando el bellísimo "Et incarnatus" bien cantado por Ramón Vargas, timbre ideal para Puccini, más encajado pero no perfecto (de hecho lo debutaba hoy en Oviedo), al que me pareció algo falto de pianos en los agudos, pero de fraseo hermoso con un coro compañero de lujo, y de nuevo David Menéndez "clavando" el "Crucifixus" que me supo a poco por lo bien escrito y mejor cantado, en compañía de un coro arropando y disfrutando a medida que avanzaba este acto de fe tan pucciniano.
Con el Sanctus y Benedictus ya alcanzamos "Pleni sunt coeli et terra", nueva lección del barítono asturiano sobreponiéndose sin problemas a una orquesta en su plano tras aparición regia y comentarios conyugales en el palco, y un "Hosanna" convincente (supongo que sin segundas intenciones). Quedaba el dúo final de los solistas, empastados, unísono antes del último paseo "miserere nobis" no tan impactante como el gloria aunque se buscase la misma desde el final recogido bien marcado por el director italiano.
Punto final hacia las 20:20 h. con "Asturias Patria Querida" sonando sinfónico-coral y popular entonado por todo el "coro trasero", con final italiano al que tendremos que cantárselo más a menudo. Aplausos familiares y salida rápida para la aldea del que suscribe, escapando de tumultos y protocolos.
Puntualidad británica, protocolo obliga, en "el concierto de Los Premios" presidido por el Rey Felipe VI que comenzó con todos los intérpretes en el escenario escuchando el "Himno Nacional" llevado por el Maestro Conti con marcialidad y contención en su debut en este concierto previo al viernes de la ceremonia de los Premios, antes de comenzar la Misa "del Gloria" para un público no habitual que aplaudió al finalizar el segundo de los cinco números, puede que por el ímpetu mostrado en él. Y es que tras el ensayo del día anterior donde ya había unos tiempos extremos y dinámicas contrapuestas en busca de la mayor expresividad, este jueves "a la gloria", que resulta principal no ya por el título, se llegó volando más que planeando.
El Coro de la Fundación, que dirige y trabaja muy bien todo el año con su titular, fue el verdadero protagonista, plegado a los designios del director italiano, luchando por mantener el brío, mostrándose más cómodo en los lentos, aunque para los solistas no lo fuese. Pese a mi ubicación en la Sala Polivalente como un componente más de la formación, pude comprobar la presencia siempre clara de las voces así como de la orquesta, de matices definidos y equilibrio entre las secciones, solo algo roto por los metales compensado por el excelente efecto orgánico del Maestoso "Quo niam tu sous", aunque los tuviera a todos de espaldas, buen síntoma de su proyección y acústica, totalmente distinta sin la pared habitual.
Del concierto me quedo dentro del extenso y variado Gloria con su "Laudamus te" más el "Domine deus" homofónicos y matizados por coro y orquesta, verdadero remanso tras el vértigo, elevado a placer con David Menéndez del "Qui tolis" poderoso, medido y cantado con el sentimiento y fraseo necesarios, así como el Allegro fugado por la dificultad del aire elegido por Conti para voces e instrumentistas que respondieron al stress "Cum sancto spiritu".
En el Credo también hubo momentos para degustar este plato joven del de Lucca, la orquesta en tresillos mientras el coro cantaba "et expatre natum" en un trayecto vital y textual hacia el "lumen de lumine"por la carga tímbrica lograda por Conti preparando el bellísimo "Et incarnatus" bien cantado por Ramón Vargas, timbre ideal para Puccini, más encajado pero no perfecto (de hecho lo debutaba hoy en Oviedo), al que me pareció algo falto de pianos en los agudos, pero de fraseo hermoso con un coro compañero de lujo, y de nuevo David Menéndez "clavando" el "Crucifixus" que me supo a poco por lo bien escrito y mejor cantado, en compañía de un coro arropando y disfrutando a medida que avanzaba este acto de fe tan pucciniano.
Con el Sanctus y Benedictus ya alcanzamos "Pleni sunt coeli et terra", nueva lección del barítono asturiano sobreponiéndose sin problemas a una orquesta en su plano tras aparición regia y comentarios conyugales en el palco, y un "Hosanna" convincente (supongo que sin segundas intenciones). Quedaba el dúo final de los solistas, empastados, unísono antes del último paseo "miserere nobis" no tan impactante como el gloria aunque se buscase la misma desde el final recogido bien marcado por el director italiano.
Punto final hacia las 20:20 h. con "Asturias Patria Querida" sonando sinfónico-coral y popular entonado por todo el "coro trasero", con final italiano al que tendremos que cantárselo más a menudo. Aplausos familiares y salida rápida para la aldea del que suscribe, escapando de tumultos y protocolos.
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