Doble trece en veinticinco más uno
Viernes 13 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, abono 13 OSPA: "Cuaderno de viajes II", Johannes Moser (violonchelo), Andrew Grams (director). Obras de H. Dutilleux y R. Strauss.
Las matemáticas de este concierto no engañan: 25+1=13x2, veinticinco años y un día del debut de nuestra OSPA en el Teatro Campoamor, heredera de la Orquesta Sinfónica de Asturias y otras formaciones que nos retrotraen hasta la Segunda República (más de 80 años), y dos veces trece pues "no soy supersticioso que da mala suerte", día del mes y número abono de la temporada "de Plata" que trajo cosas muy buenas cual regalos de aniversario con oro puro: dos retornos al auditorio y a la orquesta de los asturianos como el director americano Andrew Grams, un violinista que se subió al podio entendiendo desde su experiencia a sus compañeros, sacando lo mejor de ellos dos años después, y el grandísimo e internacional cellista alemán-canadiense Johannes Moser que hace ya ¡siete años! nos dejase con el maestro Griffiths un Schumann increíble, un viaje que pasaba de nuevo por Oviedo con dos obras evocadoras y cercanas para un auditorio con demasiadas butacas vacías, supongo que cuestión de festividades (próximo "martes de campo" en Oviedo).
El origen del Concierto para violonchelo "Un mundo lejano..." (1970) del francés Henri Dutilleux (1916-2013) lo explica a la perfección Ramón Avello en las notas al programa, enlazadas arriba en los autores, la inspiración no ya en Baudelaire sino en los propios títulos de los cinco movimientos que resultaron un viaje personal para orquesta, director y cellista por el entendimiento, sonoridades, presencia, tensiones, ambientes, unas acuarelas más que óleos por la prontitud del trazo e imposibilidad de corregir encargadas por el gran Rostropovich entendiendo nuevos caminos para su instrumento, más que un concierto clásico un concertar entre todos desde la introspección y sin una línea clara que poder seguir, pero evocaciones y ambientes sonoros perfectamente ensamblados por todos los músicos. El sonido del cello siempre poderoso, con unos armónicos sobrecogedores, un arco suave capaz de engarzar frases de verdadero Enigma desde el inicio, correspondido por una orquesta en el mismo idioma, manteniendo la Mirada con podio y la escucha orquestal, virtuosismos cómplices en unidad, cercanías solitarias, percusión con pinceladas ideales, Oleajes remando con la sección hermana a la que se unió tras finalizar, sintiéndose uno sin faltar el despliegue técnico que la obra y su destinatario exige, los Espejos que devuelven miradas e intenciones entre los intérpretes sin necesidad de traducción, y un Himno a la buena música donde el conjunto bien llevado por Grams fue más que fondo, forma para un Moser impresionante de principio a fin, cómplice con una partitura que sigue siendo un mundo por explorar, con momentos de silencios inquietantes, ruidos mezclados con los ambientes "pintados" en el escenario por una percusión siempre convincente, y entrega total por parte de todos, con una plantilla ampliada lo suficiente para mantener el equilibrio y la presencia junto a un cello todopoderoso en intervención y humano por cercanía.
"El Bach de Rostropovich" siempre es un regalo y sirvió para seguir recordándole con una personal versión de la Sarabande de la Suite nº 1, más tocada que sentida con la vuelta al intimismo del cello llenando el auditorio de serenidad y dedicada (así me pareció entender) a la hija recién nacida de Adolfo Rascón.
Tras el descanso Moser se sentó a mi lado para disfrutar la segunda parte, algo no muy habitual en los solistas, pienso que dejando muestra del respeto y amor por la música (ver entrevista en OSPATV) y sus intérpretes. Un placer charlar con él tras el Strauss de Grams con la OSPA (también en OSPATV, siempre acercándonos los invitados para comentar las obras del programa).
Richard Strauss (1864-1949) ha estado presente en el auditorio y en los atriles de nuestra orquesta varias veces a lo largo de los años, todavía más esta temporada, por lo que la fantasía sinfónica Aus Italien, op. 16 (1886) parecía completar un nuevo viaje, hoy a la juventud del compositor alemán capaz de orquestar como nadie, examinando cada una de las secciones que continúan en lo alto. Misma unidad sonora mostrada por la OSPA en la primera parte para la variedad argumental de unas imágenes italianas con óptica germana, disfrute de cada familia, dinámicas amplias, camino sin descanso en cuatro etapas: En el campo, con el poso siempre maduro de la cuerda, Entre las ruinas de Roma, magisterio de metales y bellas intervenciones de clarinete y oboe, A orillas (En las playas) del Sorrento con esa orquestación potente y por momentos impresionista con la que todos disfrutamos, de nuevo con la madera luciéndose, y Vida popular napolitana (Calle popular de Nápoles), con el conocido "Funiculì, funiculà" donde el maestro Grams se giró cómplice al público para presentar ese tema popular de Luigi Denza que irá creciendo y variando en una orquestación exigente bien balanceada, batuta que sabe lo que es trabajar desde abajo y llevarlo al podio, resultando el entendimiento perfecto para afrontar estos repertorios y hacerlos sonar como deben. Un placer contar con él esperando repita más visitas, así como Moser...
El momento de la formación en esta recta final de temporada sigue siendo admirable, y tener directores al frente con quienes se entienden y conocen, se traduce en conciertos donde el público sale feliz, estos viajes siempre subjetivos por personales y compartidos desde la calidad. Y el próximo viernes 20 seguimos de cumpleaños puramente sinfónico con el regreso del querido Max Valdés, Sibelius, Hindemith y Brahms que contaremos como siempre desde aquí.
Las matemáticas de este concierto no engañan: 25+1=13x2, veinticinco años y un día del debut de nuestra OSPA en el Teatro Campoamor, heredera de la Orquesta Sinfónica de Asturias y otras formaciones que nos retrotraen hasta la Segunda República (más de 80 años), y dos veces trece pues "no soy supersticioso que da mala suerte", día del mes y número abono de la temporada "de Plata" que trajo cosas muy buenas cual regalos de aniversario con oro puro: dos retornos al auditorio y a la orquesta de los asturianos como el director americano Andrew Grams, un violinista que se subió al podio entendiendo desde su experiencia a sus compañeros, sacando lo mejor de ellos dos años después, y el grandísimo e internacional cellista alemán-canadiense Johannes Moser que hace ya ¡siete años! nos dejase con el maestro Griffiths un Schumann increíble, un viaje que pasaba de nuevo por Oviedo con dos obras evocadoras y cercanas para un auditorio con demasiadas butacas vacías, supongo que cuestión de festividades (próximo "martes de campo" en Oviedo).
El origen del Concierto para violonchelo "Un mundo lejano..." (1970) del francés Henri Dutilleux (1916-2013) lo explica a la perfección Ramón Avello en las notas al programa, enlazadas arriba en los autores, la inspiración no ya en Baudelaire sino en los propios títulos de los cinco movimientos que resultaron un viaje personal para orquesta, director y cellista por el entendimiento, sonoridades, presencia, tensiones, ambientes, unas acuarelas más que óleos por la prontitud del trazo e imposibilidad de corregir encargadas por el gran Rostropovich entendiendo nuevos caminos para su instrumento, más que un concierto clásico un concertar entre todos desde la introspección y sin una línea clara que poder seguir, pero evocaciones y ambientes sonoros perfectamente ensamblados por todos los músicos. El sonido del cello siempre poderoso, con unos armónicos sobrecogedores, un arco suave capaz de engarzar frases de verdadero Enigma desde el inicio, correspondido por una orquesta en el mismo idioma, manteniendo la Mirada con podio y la escucha orquestal, virtuosismos cómplices en unidad, cercanías solitarias, percusión con pinceladas ideales, Oleajes remando con la sección hermana a la que se unió tras finalizar, sintiéndose uno sin faltar el despliegue técnico que la obra y su destinatario exige, los Espejos que devuelven miradas e intenciones entre los intérpretes sin necesidad de traducción, y un Himno a la buena música donde el conjunto bien llevado por Grams fue más que fondo, forma para un Moser impresionante de principio a fin, cómplice con una partitura que sigue siendo un mundo por explorar, con momentos de silencios inquietantes, ruidos mezclados con los ambientes "pintados" en el escenario por una percusión siempre convincente, y entrega total por parte de todos, con una plantilla ampliada lo suficiente para mantener el equilibrio y la presencia junto a un cello todopoderoso en intervención y humano por cercanía.
"El Bach de Rostropovich" siempre es un regalo y sirvió para seguir recordándole con una personal versión de la Sarabande de la Suite nº 1, más tocada que sentida con la vuelta al intimismo del cello llenando el auditorio de serenidad y dedicada (así me pareció entender) a la hija recién nacida de Adolfo Rascón.
Tras el descanso Moser se sentó a mi lado para disfrutar la segunda parte, algo no muy habitual en los solistas, pienso que dejando muestra del respeto y amor por la música (ver entrevista en OSPATV) y sus intérpretes. Un placer charlar con él tras el Strauss de Grams con la OSPA (también en OSPATV, siempre acercándonos los invitados para comentar las obras del programa).
Richard Strauss (1864-1949) ha estado presente en el auditorio y en los atriles de nuestra orquesta varias veces a lo largo de los años, todavía más esta temporada, por lo que la fantasía sinfónica Aus Italien, op. 16 (1886) parecía completar un nuevo viaje, hoy a la juventud del compositor alemán capaz de orquestar como nadie, examinando cada una de las secciones que continúan en lo alto. Misma unidad sonora mostrada por la OSPA en la primera parte para la variedad argumental de unas imágenes italianas con óptica germana, disfrute de cada familia, dinámicas amplias, camino sin descanso en cuatro etapas: En el campo, con el poso siempre maduro de la cuerda, Entre las ruinas de Roma, magisterio de metales y bellas intervenciones de clarinete y oboe, A orillas (En las playas) del Sorrento con esa orquestación potente y por momentos impresionista con la que todos disfrutamos, de nuevo con la madera luciéndose, y Vida popular napolitana (Calle popular de Nápoles), con el conocido "Funiculì, funiculà" donde el maestro Grams se giró cómplice al público para presentar ese tema popular de Luigi Denza que irá creciendo y variando en una orquestación exigente bien balanceada, batuta que sabe lo que es trabajar desde abajo y llevarlo al podio, resultando el entendimiento perfecto para afrontar estos repertorios y hacerlos sonar como deben. Un placer contar con él esperando repita más visitas, así como Moser...
El momento de la formación en esta recta final de temporada sigue siendo admirable, y tener directores al frente con quienes se entienden y conocen, se traduce en conciertos donde el público sale feliz, estos viajes siempre subjetivos por personales y compartidos desde la calidad. Y el próximo viernes 20 seguimos de cumpleaños puramente sinfónico con el regreso del querido Max Valdés, Sibelius, Hindemith y Brahms que contaremos como siempre desde aquí.
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