Escenarios mierenses
Preparando una conferencia sobre
mis andanzas musicales pude observar cómo se han perdido distintos escenarios
musicales en nuestro Mieres del Camino, lo que puede ser sintomático de todo un
declive cultural, más aún en cuanto a la oferta de la llamada “música clásica”.
Luis Fernández Cabeza y Marino Canga. ©Foto Alfer Gancedo
Dependiente del Centro Cultural y Deportivo Mierense que dirigía Luis Fernández Cabeza estaba la Filarmónica con una trayectoria que bien se merece una
tesis doctoral porque trajo a nuestra villa ilustres intérpretes que iban
firmando en unos libros seguramente a buen recaudo y testimonio impagable de la
importancia que tenían aquellos conciertos en el Teatro Pombo.
Por citar
algunos a los que pude asistir y de los que guardo incluso autógrafos de los
músicos como la mezzo Isabel Rivas
en febrero de 1971, la soprano María Orán en febrero del mismo año, o el pianista Luis Galve en mayo de 1972. Dejo algunos programas con el slogan
“Más socios, más conciertos”.
El cierre del Pombo supuso el
traslado de los conciertos en el invierno de 1972, junto con el piano Blütnner
propiedad de la propia Filarmónica, al salón de actos del Polideportivo de Oñón
que entonces se llamaba Casa Municipal de la Juventud, dirigida por mi querido
profesor y amigo Javier Pérez López,
quien abrió las puertas a muchas actividades donde la música clásica nunca
faltó e incluso dando oportunidades a los jóvenes músicos locales.
En mis cajas
de recuerdos están programas de los pianistas asturianos Jesús González Alonso o Amador Fernández Iglesias en 1972, junto a la reconocida Pilar Bilbao, y al año siguiente Luis Vázquez del Fresno (casi habitual en todas las temporadas
donde también había los conciertos navideños “Paz en la Tierra”), el famoso Leopoldo Querol, la arpista Mª Rosa Calvo Manzano y en 1974 los
pianistas Pedro de Lerma y Perfecto García Chornet, manteniendo
los llamados “Ciclo de Intérpretes Españoles” (organizados por la Comisaría de la Música de la Dirección General de Bellas Artes) y tantos otros invernales de
la Banda de Música de Mieres dirigida por el maestro Alejandro Fernández Sastre, entonces teniente músico director de la
“Banda de Música del Milán” de Oviedo, quien abandonaba la concha del Parque Jovellanos para darnos las matinales de los domingos en un salón más acogedor
aunque con fuerte olor a humedad.
La nueva construcción por parte
de la entonces Caja de Ahorros de Asturias del edificio que albergaría la Obra
Social y Cultural dotó a Mieres de una sala de exposiciones muy apreciada donde
colgaron pintores de reconocido prestigio y debutantes así como de un salón de
actos en condiciones más que aceptables y con un piano "Yamaha" a estrenar, lo
que supuso no ya un escenario acorde a los intérpretes que la Filarmónica
continuaba trayendo a nuestro pueblo sino en ampliar conciertos organizados por
la propia entidad bancaria.
Aunque por entonces ya estudiaba en Oviedo con lo
que suponía de “aluvión melómano” (la ópera en septiembre más la Sociedad Filarmónica Ovetense al menos un concierto al mes), los fines de semana además
de las vacaciones me volvía a casa. Los programas que guardo me traen recuerdos
de una oferta musical variada apostando incluso por guitarristas o Tríos como
el L.E.M.A. de Madrid, los “circuitos asturianos” de la Caja de Ahorros que
además de Oviedo, Gijón, Avilés o Langreo, también realizados por el Orfeón de Mieres, al fin tenían nuestro pueblo como opción, con clásicos como la catalana
Leonora Milá que repetía tras haber
tocado para la Filarmónica (que además posibilitó el debut de la pianista local
Isabel Suárez González el 23 de
abril de 1976), el excelente dúo pianístico vallisoletano Frechilla y Zuloaga conmemorando el 50 Día Universal del Ahorro un
31 de octubre de 1976, además de músicos internacionales de clave (Bernard Brauchli), piano (Leonidas Lipovetski), cantantes (el
tenor Luis Lima estuvo en Mieres en
sus inicios líricos), dúos instrumentales (como la violinista Eva Graubin con el pianista Roberto Bravo) sin olvidarnos de otros
estilos de moda entonces como Claudina yAlberto Gambino e incluso otro dúo de pianos “Los pianos barrocos” con Camacho y Vilches que nos abrieron los oídos a los folklores de
ultramar desde una óptica tan válida y difícil como la clásica, bajo el
patrocinio de la marca "Petroff" que Jesús Arévalo, el afinador oficial de la Filarmónica de Mieres, quiso traer al
“salón de la caja” un 17 de junio de 1975. La crisis nos dejó sin ahorros ni obra social y acabaría cerrando, quedándome al menos el recuerdo de asistir al
concierto que los hermanos Zapico como Forma Antiqva darían en este escenario que todos los músicos y agrupaciones,
incluido el Orfeón de Mieres, pisaron en repetidas ocasiones.
Punto y aparte se merece nuestro
añorado Teatro Capitol, derribado en 1992 dejándonos huérfanos de mucha
historia. Los Festivales de España trajeron a la capital de nuestro concejo el
mejor teatro, música y danza del momento, sirviendo como marco inigualable para
las orquestas que sólo cabían en aquel escenario.
La Orquesta Sinfónica de Asturias (OSA) dio varios conciertos didácticos en varias temporadas, a los que asistimos alumnos de diferentes
edades, organizados por la Delegación Nacional de la Sección Femenina con la
colaboración de la Delegación Provincial de Educación y Ciencia de Asturias y
la Delegación Provincial de la Juventud, guardando los programas de inicios de
los 70 con Alberto Blancafort en la
batuta (1972 y 1973) y Benito Lauret
(1975). La propia Filarmónica solía cerrar temporada “a lo grande” y así fue la
clausura de la XXX un 19 de junio de 1981 con un Extraordinario Concierto a
cargo de la propia OSA dirigida por
un casi debutante Victor Pablo Pérez
más el Coro Universitario de Oviedo
(en las manos de Luis Gutiérrez Arias)
interpretando la “Sinfonía Incompleta” de Schubert
y la “Misa de Gloria” de Puccini
contando con el tenor Joaquín Pixán
y el barítono Luis Álvarez Sastre
como solistas, programa que repetirían los días siguientes en Oviedo y Gijón.
Cuatro años más tarde y con
motivo de la celebración del Día de Asturias en Mieres, el 7 de septiembre de
1985, coincidiendo con el Año Europeo de la Música, pudimos escuchar la “Novena
Sinfonía” de Beethoven en el Teatro
Capitol por la OSA de nuevo con Víctor Pablo, el Coro de RTVE dirigido por PascualOrtega, y cuatro solistas para el recuerdo: la soprano asturiana Belén Genicio, la mezzo Carmen Sinovas, el
tenor José Ramón Alonso y el
barítono Manuel Pérez Bermúdez, una
“Oda a la alegría” que como dice el refrán en
casa del pobre duró poco y la piqueta acabó llevándose nuestro último
coliseo.
La antigua Escuela de Capataces
también tiene su historia hasta convertirse en Casa de Cultura, con diferentes
remodelaciones que nos dejaron el único espacio escénico bautizado como
Auditorio “Teodoro Cuesta”. Al menos recuperamos escenario y la amplia oferta
abarca todos los estilos musicales que aseguran una más que excelente
ocupación, pero no hay otra. Son casi noticiables los conciertos clásicos y a
las proyecciones en directo desde la Ópera del Campoamor no hay mucho público,
aparte de convertir el salón en una tele gigante, que no es lo mismo que estar
en el teatro aunque no nos cueste y hasta se pueda comentar en voz alta sin
molestar.
A la desaparecida Filarmónica de
Mieres le debemos agradecimiento por ser historia de la música clásica local, a
la defenestrada Obra Social el recuerdo de lo que pudo ser y no fue, mientras
el Parque Jovellanos mantiene su concha como testigo mudo de tanta música como
en ella hubo, solo roto por una renacida Banda de Música de Mieres, hoy acompañada
en fiestas como la Folixa o San Juan de un escenario desmontable donde lo
clásico no existe ni se le espera. Los templos religiosos intentan cubrir
espacios pero sin ser los más idóneos para ello. Espacios públicos o privados
que son minorías para un público que también parece serlo.
Sin pesimismo y desde mis 58 años tengo que concluir que cualquier tiempo pasado fue mejor, si se quiere porque éramos más jóvenes, pero este
vistazo rápido de los recuerdos musicales en aquellos escenarios no volverán, los tiempos han cambiado como los gustos, aunque creo que fueron la mejor escuela para los públicos actuales habiéndonos olvidado de los futuros al ir cerrando tantas puertas.
Artículo escrito y publicado (sin enlaces y con menos fotos) en el nº 14 de la Revista "Coral" editada por el Orfeón de Mieres, con motivo del XVI Encuentro coral de los pueblos mineros "La mina canta unida" a celebrar los próximos días 16 y 17 de junio.
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