Neblina británica
Viernes 3 de junio, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo. Concierto de Abono 14: OSPA, director: David Lockington. Obras de Vaughan-Williams, Philip Sawyers (1951) y Beethoven. Todas las fotos: OSPA © Marta Barbón.
Llegaba el penúltimo de la temporada con el último candidato a la titularidad, el británico David Lockington que ya me causó excelente impresión en su anterior visita a Oviedo hace dos años. Esta vez un programa muy a su medida con dos británicos y la siempre sobrecogedora Séptima del Sordo.
Creo que es de orgullo generalizado la cuerda de nuestra OSPA, con un sonido propio que ante la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Ralph Vaughan-Williams estuvo realmente sublime, colocando al fondo una "segunda orquesta de cámara" con dos primeros, dos segundos, dos violas, dos cellos y un contrabajo que fueron dando las réplicas y creando una atmósfera increíble, así como la excelencia en las intervenciones de los solistas de viola Lev, el concertino Vasiliev y el chelo de Atapin. Además por parte del inglés se logró una textura tímbrica y una gama de matices que resultaron emocionantes y tendremos que estar atentos a su emisión por Radio Clásica.
En cierto modo heredero de lo anterior resultó la Symphonic music for strings and brass (Música sinfónica para cuerdas y metal) de Sawyers, presente en la sala y que estuvo siguiendo de cerca los ensayos de esta obra de 1972 estrenada precisamente por Lockington en 2002, como bien explica Aurelio M. Seco en las notas al programa (enlazadas bien en autores u obras). Perfectamente madura la cuerda, "tocaba" a nuestros metales una obra de lucimiento y así resultó, de sonoridades redondas, pletóricas, seguras, empastadas, destacando un Morató en estado de gracia para sus intervenciones solistas junto a sus tres compañeros, unas trompetas refulgentes en tímbrica, unos trombones de excepción (sobre todo Orsettig en el bajo) y un tuba poderoso, y ese colchón de cuerda que volvió a responder a lo que desde el podio se le exigía, no en vano los detalles fueron los que se trabajaron...
Para la segunda parte y como decía en la prensa "entre la ironía y el minimalismo" vendría la Séptima de Beethoven. Versión con luces y sombras, de sonoridad algo opaca tras la brillantez de la primera parte, con el trío de trompas algo "atrás" frente a un protagonistmo impecable de la madera (con flautas de madera), una cuerda poco clara en los pasajes rápidos pero con unas trompetas (de llaves para la obra) en su sitio, y detalles que podrían haberse convertido en maestros de alargarse a toda la obra. Los tempi elegidos por el británico resultaron en su punto, desde el Poco-Sostenuto - Vivace que mostró las carencias apuntadas a medida que avanzaba, el Allegretto que resultó lo mejor de la sinfonía desde un pp inicial y un crescendo lleno de tensión, un Presto algo contenido y "difuso" para finalizar en el Allegro con brio algo más claro y brillante dentro de un ambiente de puro smog británico para una obra vienesa dirigida, como el resto del concierto, con elegancia, precisión y buen gusto. Los aplausos rubricaron el buen hacer obligándole a salir creo que hasta en cinco ocasiones, poco normal en Oviedo y tal vez reflejo de un público totalmente volcado con nuestra formación. El próximo viernes será la clausura y podremos comprobar si la "segunda oportunidad" para Lockington sube la nota.
Llegaba el penúltimo de la temporada con el último candidato a la titularidad, el británico David Lockington que ya me causó excelente impresión en su anterior visita a Oviedo hace dos años. Esta vez un programa muy a su medida con dos británicos y la siempre sobrecogedora Séptima del Sordo.
Creo que es de orgullo generalizado la cuerda de nuestra OSPA, con un sonido propio que ante la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Ralph Vaughan-Williams estuvo realmente sublime, colocando al fondo una "segunda orquesta de cámara" con dos primeros, dos segundos, dos violas, dos cellos y un contrabajo que fueron dando las réplicas y creando una atmósfera increíble, así como la excelencia en las intervenciones de los solistas de viola Lev, el concertino Vasiliev y el chelo de Atapin. Además por parte del inglés se logró una textura tímbrica y una gama de matices que resultaron emocionantes y tendremos que estar atentos a su emisión por Radio Clásica.
En cierto modo heredero de lo anterior resultó la Symphonic music for strings and brass (Música sinfónica para cuerdas y metal) de Sawyers, presente en la sala y que estuvo siguiendo de cerca los ensayos de esta obra de 1972 estrenada precisamente por Lockington en 2002, como bien explica Aurelio M. Seco en las notas al programa (enlazadas bien en autores u obras). Perfectamente madura la cuerda, "tocaba" a nuestros metales una obra de lucimiento y así resultó, de sonoridades redondas, pletóricas, seguras, empastadas, destacando un Morató en estado de gracia para sus intervenciones solistas junto a sus tres compañeros, unas trompetas refulgentes en tímbrica, unos trombones de excepción (sobre todo Orsettig en el bajo) y un tuba poderoso, y ese colchón de cuerda que volvió a responder a lo que desde el podio se le exigía, no en vano los detalles fueron los que se trabajaron...
Para la segunda parte y como decía en la prensa "entre la ironía y el minimalismo" vendría la Séptima de Beethoven. Versión con luces y sombras, de sonoridad algo opaca tras la brillantez de la primera parte, con el trío de trompas algo "atrás" frente a un protagonistmo impecable de la madera (con flautas de madera), una cuerda poco clara en los pasajes rápidos pero con unas trompetas (de llaves para la obra) en su sitio, y detalles que podrían haberse convertido en maestros de alargarse a toda la obra. Los tempi elegidos por el británico resultaron en su punto, desde el Poco-Sostenuto - Vivace que mostró las carencias apuntadas a medida que avanzaba, el Allegretto que resultó lo mejor de la sinfonía desde un pp inicial y un crescendo lleno de tensión, un Presto algo contenido y "difuso" para finalizar en el Allegro con brio algo más claro y brillante dentro de un ambiente de puro smog británico para una obra vienesa dirigida, como el resto del concierto, con elegancia, precisión y buen gusto. Los aplausos rubricaron el buen hacer obligándole a salir creo que hasta en cinco ocasiones, poco normal en Oviedo y tal vez reflejo de un público totalmente volcado con nuestra formación. El próximo viernes será la clausura y podremos comprobar si la "segunda oportunidad" para Lockington sube la nota.
P. D. 1: Crítica del concierto de Avilés por Ramón Avello en El Comercio, y del de Oviedo por Javier Neira en LNE del sábado 4.
P. D. 2: Crítica de Diana Díaz en LNE del domingo 5.
P. D. 2: Crítica de Diana Díaz en LNE del domingo 5.
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