Cierre de Oro
Sábado 13 de julio, 20:30 horas. Teatro Jovellanos, Gijón. XVI Festival de Música Antigua: "Deutsche Polyphonie: el lenguaje eterno del alma". Coro El León de Oro (LDO), Marco Antonio García de Paz (director), Javier Utrabo (violone), Alfonso Sebastián (órgano). Obras de Orlando di Lasso, Heinrich Schütz y J. S. Bach. Entrada: 12€.
Como "leónigan" convencido no tengo mejor forma de cerrar el curso musical que con mi admirado coro luanquín, a su vez broche de oro de un festival gijonés que he podido seguir en su totalidad, viendo su avance en estos 16 años donde he crecido y viajado muchas veces por ellos, sintiendo cada concierto como algo propio, apreciando los progresos (muchos) y sufriendo por los recesos (pocos), sintiendo ausencias y disfrutando incorporaciones, compartiendo el amor por lo que cantan, las enseñanzas del maestro P. Phillips, la ampliación de repertorios no siempre valorados por el gran público, y sobre todo ese "bien inalcanzable" que siguen anhelando: "el sonido perfecto" al que ganan terreno para darnos cuenta "que el ideal no está sino un poco más lejos".
LDO tras su gira andaluza mi coro de referencia traía a Gijón probablemente el programa "más suntuoso al que se ha enfrentado" (palabras de Marco), esencia coral de la mayor belleza y dificultad que plasmaron en el coliseo "playu" con una entrada de primera tras pasar por taquilla, lo que refleja las pasión y entendimiento coral de la capital costera.
El nombre del espectáculo era un dogma de fé, polifonía alemana del Renacimiento al Barroco teniendo al gran Lasso de sus años en Munich como primera parte, para en la segunda añadir órgano y violone del sajón Schütz, referente además de puente entre épocas, y finalizar con "el dios Bach" y dos motetes, buscando el diálogo con el alma, porque "nadie ha tocado un alma, ni la ha visto, ni escuchado ni paladeado. ¿Cómo cantar al alma? Con el eterno lenguaje abstracto de tres de los mayores creadores de belleza que hayan existido. Con una música que no nos dice nada, que no significa nada, que no tiene traducción, que simplemente es bella. Bella y eterna como bella y eterna es el alma".
El León de Oro sigue teniendo a Orlando di Lasso y su Missa Bell' Amfitrit' altera a 8, como obra de cabecera que sigue demostrando un coro capaz de desdoblarse (7 mujeres +10 hombres y 9+9) sin perder nada de calidad, afinación, matices, emisión, técnica impecable y sobre todo esa musicalidad que hace meditar en un Santus "ex-missa" por la suntuosidad desde la interiorización. Media vita con "medio coro" (8+9) es la versión mínima para otra obra interiorizada desde el magisterio de Marco A. García de Paz que lleva la música renacentista minimalista a calidades increíbles, mimando afinaciones, respiraciones, fraseos e intepretaciones de época, introspección cantada. El motete Omnes de Saba recuperaba el coro al completo capaz de mantener volúmenes en los pianos y engrandecer los fortes sin renunciar a nada, manteniendo el "sonido LDO" que les diferencia del resto de formaciones corales cercanas. Primera parte muniquesa de un Lasso al que siempre necesitamos volver a escuchar para seguir rindiendo "pleitesía al sonido y la entrega a un bien superior como es la belleza" que ¡nunca está en crisis!.
La segunda parte trajo la incorporación de órgano y violone como perfecto complemento para los germanos Schütz y Bach, auténtico bajo contínuo de lujo, enriquecedor de un color coral de por sí bello con una pronunciación y vocalización alemana académica donde los instrumentos sacaron el brillo y sustento (espiritual) para las cuatro obras del primero y el subrayado perfecto en las dos del segundo.
Para Schütz nuevo derroche de combinaciones corales: los motetes Die mit Tränen säen, SWV 378 (10+9), el doble coro (13+12) a seis voces del Selig sind die Tote, SWV 391 y también Ich weiß daß mein Erlöser lebet, SWV 457 (7 mujeres +7 hombres) manteniendo uniformidad vocal y volcando emociones, sobre todo en el segundo, antes de afrontar nuevamente a doble coro y 8 voces el Deutsches Magnificat SWV 494, un magníficat alemán "magnífico", muestrario colorista de emotividad y buen hacer, contrastes de todo tipo con el complemento instrumental siempre en su sitio, órgano de registros bien elegidos y un bajo de arcos amplios fraseando con la cuerda masculina.
Para los motetes de Bach mantuvieron el doble coro y bajo continuo instrumental en distinta combinación pero igual resultado: El "controvertido" Ich lasse dich nicht, BWV 159a (7+10 y 9+9) sigue respigando su escucha, auténtico lenguaje terno del alma y las armas del LDO: "entusiasmo y calidad, amor y perseverancia" con unos fraseos y cambios de tempo capaces de traernos Sto. Tomás de Leipzig al teatro gijonés, rematando con Komm, Jesu, Komm, BWV 229 para dos coros mixtos (6+9 y 8+8) del kantor, eterno bálsamo musical para los mundanos placeres auditivos, aún mayor de haber estado en una iglesia con acústica al uso, encanto vocal en cada cuerda y desdoble, contrapunto virtuoso desde el convencimiento interpretativo, éxtasis poético en cada frase y consonante final donde música y palabra se hacen gozo espiritual. Este "león no ruge" sino que hipnotiza con sus cantos, los rugidos van a la entraña del melómano que se retuerce de placer.
Y el siempre eterno Palestrina de propina, Nunc dimitis (a ocho) "a capella" para retomar el Trento hispano, Contrarreforma llevadera porque se hace música, aunque LDO nos hagan pecar sin propósito de enmienda... y con ganas de repetir. Tomaremos las vacaciones como penitencia.
Como "leónigan" convencido no tengo mejor forma de cerrar el curso musical que con mi admirado coro luanquín, a su vez broche de oro de un festival gijonés que he podido seguir en su totalidad, viendo su avance en estos 16 años donde he crecido y viajado muchas veces por ellos, sintiendo cada concierto como algo propio, apreciando los progresos (muchos) y sufriendo por los recesos (pocos), sintiendo ausencias y disfrutando incorporaciones, compartiendo el amor por lo que cantan, las enseñanzas del maestro P. Phillips, la ampliación de repertorios no siempre valorados por el gran público, y sobre todo ese "bien inalcanzable" que siguen anhelando: "el sonido perfecto" al que ganan terreno para darnos cuenta "que el ideal no está sino un poco más lejos".
LDO tras su gira andaluza mi coro de referencia traía a Gijón probablemente el programa "más suntuoso al que se ha enfrentado" (palabras de Marco), esencia coral de la mayor belleza y dificultad que plasmaron en el coliseo "playu" con una entrada de primera tras pasar por taquilla, lo que refleja las pasión y entendimiento coral de la capital costera.
El nombre del espectáculo era un dogma de fé, polifonía alemana del Renacimiento al Barroco teniendo al gran Lasso de sus años en Munich como primera parte, para en la segunda añadir órgano y violone del sajón Schütz, referente además de puente entre épocas, y finalizar con "el dios Bach" y dos motetes, buscando el diálogo con el alma, porque "nadie ha tocado un alma, ni la ha visto, ni escuchado ni paladeado. ¿Cómo cantar al alma? Con el eterno lenguaje abstracto de tres de los mayores creadores de belleza que hayan existido. Con una música que no nos dice nada, que no significa nada, que no tiene traducción, que simplemente es bella. Bella y eterna como bella y eterna es el alma".
El León de Oro sigue teniendo a Orlando di Lasso y su Missa Bell' Amfitrit' altera a 8, como obra de cabecera que sigue demostrando un coro capaz de desdoblarse (7 mujeres +10 hombres y 9+9) sin perder nada de calidad, afinación, matices, emisión, técnica impecable y sobre todo esa musicalidad que hace meditar en un Santus "ex-missa" por la suntuosidad desde la interiorización. Media vita con "medio coro" (8+9) es la versión mínima para otra obra interiorizada desde el magisterio de Marco A. García de Paz que lleva la música renacentista minimalista a calidades increíbles, mimando afinaciones, respiraciones, fraseos e intepretaciones de época, introspección cantada. El motete Omnes de Saba recuperaba el coro al completo capaz de mantener volúmenes en los pianos y engrandecer los fortes sin renunciar a nada, manteniendo el "sonido LDO" que les diferencia del resto de formaciones corales cercanas. Primera parte muniquesa de un Lasso al que siempre necesitamos volver a escuchar para seguir rindiendo "pleitesía al sonido y la entrega a un bien superior como es la belleza" que ¡nunca está en crisis!.
La segunda parte trajo la incorporación de órgano y violone como perfecto complemento para los germanos Schütz y Bach, auténtico bajo contínuo de lujo, enriquecedor de un color coral de por sí bello con una pronunciación y vocalización alemana académica donde los instrumentos sacaron el brillo y sustento (espiritual) para las cuatro obras del primero y el subrayado perfecto en las dos del segundo.
Para Schütz nuevo derroche de combinaciones corales: los motetes Die mit Tränen säen, SWV 378 (10+9), el doble coro (13+12) a seis voces del Selig sind die Tote, SWV 391 y también Ich weiß daß mein Erlöser lebet, SWV 457 (7 mujeres +7 hombres) manteniendo uniformidad vocal y volcando emociones, sobre todo en el segundo, antes de afrontar nuevamente a doble coro y 8 voces el Deutsches Magnificat SWV 494, un magníficat alemán "magnífico", muestrario colorista de emotividad y buen hacer, contrastes de todo tipo con el complemento instrumental siempre en su sitio, órgano de registros bien elegidos y un bajo de arcos amplios fraseando con la cuerda masculina.
Para los motetes de Bach mantuvieron el doble coro y bajo continuo instrumental en distinta combinación pero igual resultado: El "controvertido" Ich lasse dich nicht, BWV 159a (7+10 y 9+9) sigue respigando su escucha, auténtico lenguaje terno del alma y las armas del LDO: "entusiasmo y calidad, amor y perseverancia" con unos fraseos y cambios de tempo capaces de traernos Sto. Tomás de Leipzig al teatro gijonés, rematando con Komm, Jesu, Komm, BWV 229 para dos coros mixtos (6+9 y 8+8) del kantor, eterno bálsamo musical para los mundanos placeres auditivos, aún mayor de haber estado en una iglesia con acústica al uso, encanto vocal en cada cuerda y desdoble, contrapunto virtuoso desde el convencimiento interpretativo, éxtasis poético en cada frase y consonante final donde música y palabra se hacen gozo espiritual. Este "león no ruge" sino que hipnotiza con sus cantos, los rugidos van a la entraña del melómano que se retuerce de placer.
Y el siempre eterno Palestrina de propina, Nunc dimitis (a ocho) "a capella" para retomar el Trento hispano, Contrarreforma llevadera porque se hace música, aunque LDO nos hagan pecar sin propósito de enmienda... y con ganas de repetir. Tomaremos las vacaciones como penitencia.
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