Aire asturiano en Barcelona
Domingo 11 de mayo, 18:00 horas. L'Auditori, Barcelona, "Concert Piano de Txaikovski", concierto 14, clausura temporada: Carmen Yepes (piano), Banda Municipal de Barcelona, Salvador Brotons (director). Obras de Tchaikovsky y Brotons (1959).
En mi tierra no estamos muy acostumbrados a escuchar repertorio sinfónico en versión de banda, y aún menos los conciertos para solistas. Nada menos que el conocido y difícil Concierto para piano nº 1 en si bemol menor, op. 23 de Tchaikovsky daba título al concierto decimocuarto que clausuraba en el Auditorio de Barcelona la temporada de abono de la Banda Municipal con su director titular Salvador Brotons, quien volvía a contar con la asturiana Carmen Yepes para un cierre auténticamente de lujo donde el también compositor catalán sería protagonista de toda la velada aunque L'Auditori sigue respirando ambiente asturiano.
Nuevo éxito de la pianista asturiana que agradeció a todos en perfecto catalán esta invitación clausurando temporada con la banda y Brotons, del que regaló como propina el segundo de los Tres nocturnos "alla Chopin" op. 116, delicia completa en escritura y ejecución que el propio director y compositor disfrutó en el escenario sentado al lado de los fliscornos.
Para la segunda parte nada menos que el estreno para la versión de banda del propio Salvador Brotons Catalunya 1714, Rapsòdia catalana nº 5, op. 127 compuesta para el tricentenario de este episodio histórico que el músico catalán actualiza para ir más allá de la derrota y los hechos fatídicos acontecidos hasta la ilusión que el pueblo catalán lleva viviendo desde la democracia con un optimismo que el compositor lleva en sus genes.
Este poema sinfónico en ocho movimientos sin pausa, bebe, como él mismo explicó antes de comenzar y también Marta Porter en las notas al programa, del folclore catalán, melodías populares y borbónicas reconocibles más allá de guiños a El cant dels ocells, El Segadors, o el francés hispanizado "Mambrú se fue a la guerra" ya utilizado por Beethoven en su poco conocida La victoria de Wellington (también figura como "La Batalla de Vitoria", op. 91). Grandeza sinfónica que con la inclusión de coros para la versión orquestal se estrenará en este mismo auditorio el 19 de julio dentro de las conmemoraciones del Tricentenari.
Desde un oficio trabajado oficio con años y conocimiento profundo de la escritura y orquestación, utilizando todos los recursos posibles con un lenguaje cercano a todos, estoy convencido de que Catalunya 1714 será una obra rompedora y triunfante, llena de toques épicos con abundante percusión y tutti dramáticos, sin olvidar las citadas referencias catalanas como la inclusión de la tenora entonando Plany al temps passat en el antepenútimo movimiento, nostálgico por los tiempos perdidos antes de la apoteosis final efectista, incluyendo el himno catalán previo al Presto brutale que bisarían tras el éxito, donde no faltaron dos esteladas entre el público. Y es que "la creencia y voluntad de ser" más la "afirmación nacional" en Brotons van más allá de la derrota y marcha fúnebre acongojante para brillar 300 años después con ese crescendo en intensidades y tensiones unido a un himno catalán hermoso musicalmente que el músico barcelonés eleva a categoría sinfónica para levantar pasiones de todo tipo.
En mi tierra no estamos muy acostumbrados a escuchar repertorio sinfónico en versión de banda, y aún menos los conciertos para solistas. Nada menos que el conocido y difícil Concierto para piano nº 1 en si bemol menor, op. 23 de Tchaikovsky daba título al concierto decimocuarto que clausuraba en el Auditorio de Barcelona la temporada de abono de la Banda Municipal con su director titular Salvador Brotons, quien volvía a contar con la asturiana Carmen Yepes para un cierre auténticamente de lujo donde el también compositor catalán sería protagonista de toda la velada aunque L'Auditori sigue respirando ambiente asturiano.
En la televisión local de la ciudad condal salía una breve entrevista con nuestra pianista donde hacía notar que el concierto del ruso suelen interpretarlo hombres, tal vez por la fuerza física que requiere y más aún si detrás hay una banda sinfónica. Pero la capacidad musical de esta solista no se limita a una gama dinámica impresionante, capaz de llenar una sala de acústica algo "especial" (debida como el Auditorio de Oviedo al físico Higini Arau Puchades) en los momentos de más tensión sino que los pasajes líricos resultan de una dulzura que de tan clara resulta rebosante de musicalidad, unido a la extraordinaria concertación del maestro Brotons con "su" banda, haciendo olvidar que no sonaba una orquesta aunque lo parecía.
Y es que cuando el arreglo para madera y metales es tan acertado podemos redescubrir partes menos escuchadas precisamente por la tímbrica tan peculiar de la familia del viento. La seguridad y potencia de Carmen Yepes desde su primera aparición en el Allegro non troppo e molto maestoso jugó precisamente con esa paleta sonora y un "tempo" en su medida, sin correr y predominando la majestuosidad que el ruso imprime a esta joya pianística. Los distintos solos y cadencia del primer movimiento hicieron sonar un piano redondo en los graves y cristalino en los agudos con la sensación de un centro duro como la obra que Yepes estaba recreando. El público, que casi llenaba la Sala Pau Casals, aplaudió este movimiento como si finalizase la obra, pues los sentimientos contenidos no pudieron aguardar más. El Andantino semplice sacó de la banda intervenciones impecables donde el oboe de Pilar Bosque lograba pasajes emocionantes para competir en buena lid con un piano nuevamente mágico dibujado sobre unos colores desconocidos para el que suscribe, tan solo destruidos por el sonido de un móvil siempre grosero y maleducado que parece ya una plaga allá donde vayamos.
Y rematando el Allegro con fuoco realmente fogoso, impulsado por un vehemente Brotons que conoce la musicalidad y honestidad de Yepes (a la que ha disfrutado dirigiéndola en varios conciertos) para llevar este final casi incendiario entre la brillantez pianística y el perfecto contrapunto de una banda sinfónica con calidades superiores. Todo un placer asistir a un fluir de ilusiones musicales compartidas entre pianista y director con una formación que mueve afición en la ciudad condal a lo largo del año, lo que se percibe en el ambiente.Nuevo éxito de la pianista asturiana que agradeció a todos en perfecto catalán esta invitación clausurando temporada con la banda y Brotons, del que regaló como propina el segundo de los Tres nocturnos "alla Chopin" op. 116, delicia completa en escritura y ejecución que el propio director y compositor disfrutó en el escenario sentado al lado de los fliscornos.
Para la segunda parte nada menos que el estreno para la versión de banda del propio Salvador Brotons Catalunya 1714, Rapsòdia catalana nº 5, op. 127 compuesta para el tricentenario de este episodio histórico que el músico catalán actualiza para ir más allá de la derrota y los hechos fatídicos acontecidos hasta la ilusión que el pueblo catalán lleva viviendo desde la democracia con un optimismo que el compositor lleva en sus genes.
Este poema sinfónico en ocho movimientos sin pausa, bebe, como él mismo explicó antes de comenzar y también Marta Porter en las notas al programa, del folclore catalán, melodías populares y borbónicas reconocibles más allá de guiños a El cant dels ocells, El Segadors, o el francés hispanizado "Mambrú se fue a la guerra" ya utilizado por Beethoven en su poco conocida La victoria de Wellington (también figura como "La Batalla de Vitoria", op. 91). Grandeza sinfónica que con la inclusión de coros para la versión orquestal se estrenará en este mismo auditorio el 19 de julio dentro de las conmemoraciones del Tricentenari.
Desde un oficio trabajado oficio con años y conocimiento profundo de la escritura y orquestación, utilizando todos los recursos posibles con un lenguaje cercano a todos, estoy convencido de que Catalunya 1714 será una obra rompedora y triunfante, llena de toques épicos con abundante percusión y tutti dramáticos, sin olvidar las citadas referencias catalanas como la inclusión de la tenora entonando Plany al temps passat en el antepenútimo movimiento, nostálgico por los tiempos perdidos antes de la apoteosis final efectista, incluyendo el himno catalán previo al Presto brutale que bisarían tras el éxito, donde no faltaron dos esteladas entre el público. Y es que "la creencia y voluntad de ser" más la "afirmación nacional" en Brotons van más allá de la derrota y marcha fúnebre acongojante para brillar 300 años después con ese crescendo en intensidades y tensiones unido a un himno catalán hermoso musicalmente que el músico barcelonés eleva a categoría sinfónica para levantar pasiones de todo tipo.
Salvador Brotons músico de estirpe, director, compositor, entusiasta y apostando por Carmen Yepes para este fin de temporada, que supongo traerá a la pianista carbayona nuevas colaboraciones con el catalán. Ambos sienten la música de una manera especial, lo que el público siente y agradece. La "clá Yepes" de la ciudad condal estuvo reforzada con la que viajó para la ocasión, compartiendo un concierto muy especial.
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