Diez años que somos del ciclo de Don Alfredo
Viernes 12 de diciembre, 20:30 horas. San Isidoro el Real de Oviedo: Concierto de clausura del X Ciclo de Música Sacra "Maestro de la Roza". Svetoglas Quartet, Polifonía Sacra Ortodoxa. Entrada libre. Lleno absoluto.
Durante cinco viernes Oviedo volvió a ser la capital de la música sacra recordando a nuestro querido Alfredo de la Roza, un ciclo que se mantiene con todo tipo de apoyos, pocos en estos tiempos pero incluyendo el popular desde la campaña "Yo soy del Ciclo", con difusión en cada concierto y en las redes sociales donde la Escolanía de San Salvador, organizadora desde hace diez años de esta cita obligada en el final del otoño carbayón, trabaja para mantener una música atemporal que nos toca la fibra a todos los aficionados. Este año por coincidencia de fechas con otros conciertos a los que estoy abonado, sólo pude asistir al último, pero la falta hubiera sido imperdonable.
Como novedad intentan acercarnos cada año alguna formación nueva, recordando todavía a Cuncordu e tenore de Orosei, y hace cinco años aunque parezca que fue ayer, que continuaron incluso en la plaza para completar aquel concierto con música popular de Cerdeña.
Esta vez desde Bulgaria acudía el Svetoglas Quartet cuya polifonía ortodoxa abarca un amplio repertorio desde el siglo IX hasta el XIX, incluyendo tanto obras escritas como las de transmisión oral con todo lo que ello supone.
Conforman este cuarteto dos tenores, barítono y bajo pero no desde la concepción o clasificación vocal clásica sino desde el canto natural de voces de hombre agudas y graves combinándose en dúos, tríos o cuartetos dependiendo de la obra elegida, tanto del folklore búlgaro (especialmente las dos propinas) como los cantos religiosos desde una visión actual que sin necesidad de ahondar en criterios necesariamente musicológicos, hacen de esta música actual desde sus interpretaciones que nunca pierden la novedad de descubrir cantos hasta ahora desconocidos por muchos, sonando cercanos e incluso modernos.
Daniel Spassov, Stanimir Ivanov, Tihomir Borissov y Milen Ivanov, que hace las veces de director, son las voces de este cuarteto "a capella" con la mezcla necesaria de juventud y experiencia, explicándonos en inglés el origen, estructura o forma de las obras a escuchar.
Organizadas en dos partes con un intermedio necesario para descansar ellos y marchar algunos del público (habitual en los conciertos gratuitos) para agradecimiento del público que estaba de pie, la primera parte ofreció diez obras variadas en estilos y combinaciones, con la letra traducida al español y proyectada en la pantalla gigante central, siempre desde el Misterio de la polifonía búlgara con referencias o recuerdos a músicas medievales recogidas en España como en el "Condúcenos, Santa Cruz" que aunque del siglo XIX y cantado por dos de ellos en "monodia con roncón" parecía sacada del Llibre Vermell de Montserrat, o con la misma forma el canto dedicado al "Sacerdote" que me trajo recuerdos del canto en las mezquitas por el muecín, con una melodía utilizando esos giros arábigos y melismas u ornamentaciones típicas, al igual que el "Aleluya" interpretado en séptimo lugar.
La primera del siglo IX en cuarteto como la melodía popular "Bendiciendo el nombre de Dios" para dejarnos un dúo del siglo X en la tercera, casi como del rito mozárabe o el tradicional y heredado en versión a tres voces "Gospodi", contrastando la música escrita y la transmitida que va enriqueciendo las melodías como en los inicios polifónicos de Leonin o Perotin, mismas formas musicales a partir de las propias composiciones de autores anónimos y posteriores armonías añadidas como el hermosísimo "Bautismo" a cuatro voces antes del trío para la "Lamentación sepulcral" riquísima incluso en matices y reguladores que desde la acústica perfecta por la ubicación de las voces y su empaste nos transportaron a esa música de los monasterios búlgaros que parecían estar en San Isidoro.
Finalizaron esta primera parte con "Te bendecimos, Santa Madre" con el cuarteto y no pudiendo faltar la temática mariana tras este recorrido cristiano desde el bautismo a la muerte como esperanza.
Otras diez obras para la segunda parte que comenzaron con la "Bendición" a dúo del siglo XIV antes de seguir el resto con música de transmisión oral y autores anónimos manteniendo las combinaciones a tres, dos o cuatro voces, sin perder nunca el "basso" como sustento para la monodia, la polifonía básica a tres voces o la más elaborada a cuatro casi académica de no ser por el tamiz que Bulgaria realiza como cualquier otro pueblo que hace suya la tradición. La penúltima "Sálvanos, Hijo de Dios" prescindió del habitual tenor primero sustituyéndolo por el segundo, para acabar a cuatro voces con "Te glorificamos María", nuevamente cierre mariano antes de las dos propinas folklóricas llenas del colorido interpretativo de "ayes guturales" que Don Alfredo, hombre abierto a todas las músicas, hubiera disfrutado como los demás.
La venta de discos del cuarteto búlgaro al finalizar el concierto corroboró el nuevo éxito de este concierto de clausura. Esta décima edición hay que volver a felicitar a la organización, siempre impecable, con cuatro conciertos y una conferencia glosando, como no podía ser menos, la vida de Don Alfredo a cargo del párroco José Luis Alonso Tuñón en el Monasterio de San Pelayo, y manteniendo San Isidoro como sede principal. Desde mañana ya está en marcha la undécima, el público la espera y la oferta ovetense sigue siendo algo que asombra a foráneos y propios, por lo que contra viento y marea, cantando esa "paz en la tierra" que titulaba esta edición aunque válido para todos los hombres de buena voluntad incluyendo "Amicus meus" del concierto de la Escolanía, amigos todos de un ciclo que no debe faltar.
Durante cinco viernes Oviedo volvió a ser la capital de la música sacra recordando a nuestro querido Alfredo de la Roza, un ciclo que se mantiene con todo tipo de apoyos, pocos en estos tiempos pero incluyendo el popular desde la campaña "Yo soy del Ciclo", con difusión en cada concierto y en las redes sociales donde la Escolanía de San Salvador, organizadora desde hace diez años de esta cita obligada en el final del otoño carbayón, trabaja para mantener una música atemporal que nos toca la fibra a todos los aficionados. Este año por coincidencia de fechas con otros conciertos a los que estoy abonado, sólo pude asistir al último, pero la falta hubiera sido imperdonable.
Como novedad intentan acercarnos cada año alguna formación nueva, recordando todavía a Cuncordu e tenore de Orosei, y hace cinco años aunque parezca que fue ayer, que continuaron incluso en la plaza para completar aquel concierto con música popular de Cerdeña.
Conforman este cuarteto dos tenores, barítono y bajo pero no desde la concepción o clasificación vocal clásica sino desde el canto natural de voces de hombre agudas y graves combinándose en dúos, tríos o cuartetos dependiendo de la obra elegida, tanto del folklore búlgaro (especialmente las dos propinas) como los cantos religiosos desde una visión actual que sin necesidad de ahondar en criterios necesariamente musicológicos, hacen de esta música actual desde sus interpretaciones que nunca pierden la novedad de descubrir cantos hasta ahora desconocidos por muchos, sonando cercanos e incluso modernos.
Daniel Spassov, Stanimir Ivanov, Tihomir Borissov y Milen Ivanov, que hace las veces de director, son las voces de este cuarteto "a capella" con la mezcla necesaria de juventud y experiencia, explicándonos en inglés el origen, estructura o forma de las obras a escuchar.
Organizadas en dos partes con un intermedio necesario para descansar ellos y marchar algunos del público (habitual en los conciertos gratuitos) para agradecimiento del público que estaba de pie, la primera parte ofreció diez obras variadas en estilos y combinaciones, con la letra traducida al español y proyectada en la pantalla gigante central, siempre desde el Misterio de la polifonía búlgara con referencias o recuerdos a músicas medievales recogidas en España como en el "Condúcenos, Santa Cruz" que aunque del siglo XIX y cantado por dos de ellos en "monodia con roncón" parecía sacada del Llibre Vermell de Montserrat, o con la misma forma el canto dedicado al "Sacerdote" que me trajo recuerdos del canto en las mezquitas por el muecín, con una melodía utilizando esos giros arábigos y melismas u ornamentaciones típicas, al igual que el "Aleluya" interpretado en séptimo lugar.
La primera del siglo IX en cuarteto como la melodía popular "Bendiciendo el nombre de Dios" para dejarnos un dúo del siglo X en la tercera, casi como del rito mozárabe o el tradicional y heredado en versión a tres voces "Gospodi", contrastando la música escrita y la transmitida que va enriqueciendo las melodías como en los inicios polifónicos de Leonin o Perotin, mismas formas musicales a partir de las propias composiciones de autores anónimos y posteriores armonías añadidas como el hermosísimo "Bautismo" a cuatro voces antes del trío para la "Lamentación sepulcral" riquísima incluso en matices y reguladores que desde la acústica perfecta por la ubicación de las voces y su empaste nos transportaron a esa música de los monasterios búlgaros que parecían estar en San Isidoro.
Finalizaron esta primera parte con "Te bendecimos, Santa Madre" con el cuarteto y no pudiendo faltar la temática mariana tras este recorrido cristiano desde el bautismo a la muerte como esperanza.
Otras diez obras para la segunda parte que comenzaron con la "Bendición" a dúo del siglo XIV antes de seguir el resto con música de transmisión oral y autores anónimos manteniendo las combinaciones a tres, dos o cuatro voces, sin perder nunca el "basso" como sustento para la monodia, la polifonía básica a tres voces o la más elaborada a cuatro casi académica de no ser por el tamiz que Bulgaria realiza como cualquier otro pueblo que hace suya la tradición. La penúltima "Sálvanos, Hijo de Dios" prescindió del habitual tenor primero sustituyéndolo por el segundo, para acabar a cuatro voces con "Te glorificamos María", nuevamente cierre mariano antes de las dos propinas folklóricas llenas del colorido interpretativo de "ayes guturales" que Don Alfredo, hombre abierto a todas las músicas, hubiera disfrutado como los demás.
La venta de discos del cuarteto búlgaro al finalizar el concierto corroboró el nuevo éxito de este concierto de clausura. Esta décima edición hay que volver a felicitar a la organización, siempre impecable, con cuatro conciertos y una conferencia glosando, como no podía ser menos, la vida de Don Alfredo a cargo del párroco José Luis Alonso Tuñón en el Monasterio de San Pelayo, y manteniendo San Isidoro como sede principal. Desde mañana ya está en marcha la undécima, el público la espera y la oferta ovetense sigue siendo algo que asombra a foráneos y propios, por lo que contra viento y marea, cantando esa "paz en la tierra" que titulaba esta edición aunque válido para todos los hombres de buena voluntad incluyendo "Amicus meus" del concierto de la Escolanía, amigos todos de un ciclo que no debe faltar.
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