Kraus omnipresente 15 años después
Jueves 4 de diciembre, 20:00 horas: Teatro Filarmónica, Oviedo. XII Concierto Homenaje a Alfredo Kraus (en el XV aniversario de su muerte): Francisco Corujo (tenor), Virginia Wagner (soprano), Juan Francisco Parra (piano). Arias, dúos y romanzas de ópera y zarzuela. Organiza: Asociación Lírica Asturiana Alfredo Kraus (ALAAK). Entradas socios y público: 12 € y 15 €.
Ópera y zarzuela, dos géneros líricos que realmente son uno, música escénica que el recordado Kraus dominó como nadie, sabiendo elegir el repertorio haciéndolo único por excelente. El recital en su memoria nos trajo a otro tenor canario, tierra de cantantes mayúsculos, más una soprano argentina repasando arias y dúos de los habituales de nuestro homenajeado siempre presente, elección difícil de cada número para la primera parte universal, romántica, como también la segunda dedicada a lo español, duro y con la memoria auditiva de "El Tenor" en cada romanza, en cada aria. Por supuesto el piano de otro canario inmenso, Juan Francisco Parra capaz de hacer una orquesta con 88 teclas en proceso inverso, nada de reducciones orquestales para el piano, puesto que así trata cada partitura el "maestro correpetidor", tapa acústica abierta plenamente para degustar cada intervención suya con toda la paleta de matices, duraciones y acompañamiento pendiente de las voces, director musical que ha bebido de la fuente y heredado la honestidad con el respeto a lo escrito. Una delicia captar la duración exacta de cada nota, el pedal en su sitio o esa espera siempre del remate vocal para la caída perfecta en el momento justo.
Cantantes y actores que representaron cada rol con mucho esfuerzo y resultados desiguales, color vocal hermoso el de "Pancho" Corujo aunque debe seguir buscando su camino, no imitar, dominar y hacerse su propio repertorio, similar por otra parte al del irrepetible y siempre único Alfredo Kraus. Trabajador incansable pareció más cómodo con Gounod que con el siempre exigente Verdi o la zarzuela de Sorozábal, muchos kilates y peso que todavía debe saber cargar para hacerla más liviana.
De la soprano apellidada Wagner (el que nunca cantó Don Alfredo) y nacida en Argentina, apenas algunos detalles en Cilea, difícil empaste en los dúos de Manón de Massenet o la Gilda poco creíble, más unas zarzuelas que no lucieron pese a la entrega canora. Curiosamente me gustó su registro grave pero totalmente variable el color incluso en el mismo registro, y momentos de brillo metálico junto a otros imperceptibles pese a estar con acompañamiento pianístico. Interpretativamente no pareció creerse todo lo cantado, las "Sierras de Granada" de La Tempranica (Giménez) no están escritas para ella aunque su profesionalidad sea intachable.
Ni tan siguiera ese conocido dúo final de El Gato Montés de Penella consiguió llegarme un poco, porque además del oído mi piel debe erizarse cuando hay magia. Me cabe la satisfacción de seguir disfrutando con el pianismo sabio, sincero y amigo de un Parra enorme en cada recital, que me tomé como lo que era: un recuerdo a la figura de Alfredo Kraus, más grande cada año, y que escuchando su repertorio sigue siendo referente de mi memoria auditiva e inalcanzable por nadie todavía.
Dura la vida del cantante, difíciles las tesituras agudas, ardua labor igualar color, de sabios elegir las obras para cada voz y en el momento adecuado, mas eterna la búsqueda de la excelencia desde la personalidad individual, algo al alcance de unos pocos privilegiados.
Ópera y zarzuela, dos géneros líricos que realmente son uno, música escénica que el recordado Kraus dominó como nadie, sabiendo elegir el repertorio haciéndolo único por excelente. El recital en su memoria nos trajo a otro tenor canario, tierra de cantantes mayúsculos, más una soprano argentina repasando arias y dúos de los habituales de nuestro homenajeado siempre presente, elección difícil de cada número para la primera parte universal, romántica, como también la segunda dedicada a lo español, duro y con la memoria auditiva de "El Tenor" en cada romanza, en cada aria. Por supuesto el piano de otro canario inmenso, Juan Francisco Parra capaz de hacer una orquesta con 88 teclas en proceso inverso, nada de reducciones orquestales para el piano, puesto que así trata cada partitura el "maestro correpetidor", tapa acústica abierta plenamente para degustar cada intervención suya con toda la paleta de matices, duraciones y acompañamiento pendiente de las voces, director musical que ha bebido de la fuente y heredado la honestidad con el respeto a lo escrito. Una delicia captar la duración exacta de cada nota, el pedal en su sitio o esa espera siempre del remate vocal para la caída perfecta en el momento justo.
Cantantes y actores que representaron cada rol con mucho esfuerzo y resultados desiguales, color vocal hermoso el de "Pancho" Corujo aunque debe seguir buscando su camino, no imitar, dominar y hacerse su propio repertorio, similar por otra parte al del irrepetible y siempre único Alfredo Kraus. Trabajador incansable pareció más cómodo con Gounod que con el siempre exigente Verdi o la zarzuela de Sorozábal, muchos kilates y peso que todavía debe saber cargar para hacerla más liviana.
De la soprano apellidada Wagner (el que nunca cantó Don Alfredo) y nacida en Argentina, apenas algunos detalles en Cilea, difícil empaste en los dúos de Manón de Massenet o la Gilda poco creíble, más unas zarzuelas que no lucieron pese a la entrega canora. Curiosamente me gustó su registro grave pero totalmente variable el color incluso en el mismo registro, y momentos de brillo metálico junto a otros imperceptibles pese a estar con acompañamiento pianístico. Interpretativamente no pareció creerse todo lo cantado, las "Sierras de Granada" de La Tempranica (Giménez) no están escritas para ella aunque su profesionalidad sea intachable.
Ni tan siguiera ese conocido dúo final de El Gato Montés de Penella consiguió llegarme un poco, porque además del oído mi piel debe erizarse cuando hay magia. Me cabe la satisfacción de seguir disfrutando con el pianismo sabio, sincero y amigo de un Parra enorme en cada recital, que me tomé como lo que era: un recuerdo a la figura de Alfredo Kraus, más grande cada año, y que escuchando su repertorio sigue siendo referente de mi memoria auditiva e inalcanzable por nadie todavía.
Dura la vida del cantante, difíciles las tesituras agudas, ardua labor igualar color, de sabios elegir las obras para cada voz y en el momento adecuado, mas eterna la búsqueda de la excelencia desde la personalidad individual, algo al alcance de unos pocos privilegiados.
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