Más viejo, más canoso pero siempre único Battiato
Sábado 14 de marzo, 21:00 horas. Auditorio de Oviedo: Franco Battiato 'Joe Patti's Experimental Grup'. Entradas: 40€ y 36 €+ 1€ de gestión (compra On Line y recogida en cajero).
A punto de cumplir las siete décadas de edad, más viejo, más canoso pero siempre reinventándose, Joe Patti es Franco Battiato con dos músicos en escena: Pino Pinaxa Pischetola, su ingeniero de sonido manejando una electrónica en vivo impactante, el auténtico alma mater y "orquesta", más el piano y sintetizadores de Carlo Guiatoli dando las pinceladas de distinción.
Auditorio hasta los topes con edades variadas estando la mía casi en el medio, esperando temas más comerciales de los años 70 y 80 pero arrancando con una música electrónica de total actualidad, mostrándonos al siciliano afincado en Milán Franco Battiato compositor más que cantautor o director de cine, pero siempre un musicazo, el mismo que ganase el premio Stockhausen. Apoyado en un juego de luces que ayudaba a crear ambiente, su voz inimitable parecía la de un trovador galáctico siempre con los auriculares, con sonoros colchones sintetizados, loops, secuencias pregrabadas, toques propios en un teclado y unos "parlati" más que melodías que duraron media hora larga, con aplausos de sus incondicionales valorando la faceta menos famosa con la que nos recordó su carrera inicial dentro del rock progresivo y psicodélico, con grabaciones en los 70 que son reliquias. Los temas de ahora tienen mucho de minimalismo, desarrollando timbres en capas superpuestas e intervenciones puntuales de una voz casi como otro instrumento, independientemente de los textos, siempre muy buscados.
El grueso del concierto lo ocuparían los temas de su última grabación, clasificada como psicodélica y electrónica, con ambientes no ya electrónicos sino también electrizantes, tocando incluso el chillout y con unas letras en italiano que se entienden muy bien, más una amplificación excelente, potente pero nada atronadora. Hay que conocer la biografía del italiano para comprender mejor su música, en parte como con cualquier compositor, con una evolución a lo largo de estos años que no siempre ha gozado de popularidad, conviertiéndose casi en lo que se ha llamado un "músico de culto". Lo cierto es que en Oviedo con su duo volvió a demostrar su enorme talento.
Tras un amago de final a la hora y media, la vuelta a escena trajo la faceta más poderosa en cuanto a las bases electrónicas de Pinaxa y un piano virtuoso de Carlo, "Niente é reale", Nómadas, El animal, Ecos de danzas sufíes y ese final presentado como "vamos a matar la noche", superéxitos como Centro de gravedad permanente que no encuentra ni necesita, o Yo quiero verte danzar sin olvidar nuestro idioma, menos electrónicos y con un desnudo piano más alguna nota pedal sintetizada que nos dejaron al Battiato íntimo, puesto en pie tras estar sentado hora y media, el intelectual, cercano y sobre todo sereno, aclamado por un auditorio puesto en pie cantando La estación de los amores.
Está de gira por nuestra tierra, no le tiene miedo a la muerte y merece la pena transcribir parte de la entrevista a Julián Ruiz para El Mundo del pasado martes día 10: "Realmente, la muerte sé que llama a mi puerta y golpea cada vez con más fuerza. Pero mientras tanto, me deja viajar, actuar en el Palau, vivir la Barceloneta, sentir, amar. Amo todo lo que es vida. La muerte para mí será un abrazo. Soy tibetano, me siento budista y creo en la reencarnación". Franco Battiato es y será una leyenda, viva de momento.
A punto de cumplir las siete décadas de edad, más viejo, más canoso pero siempre reinventándose, Joe Patti es Franco Battiato con dos músicos en escena: Pino Pinaxa Pischetola, su ingeniero de sonido manejando una electrónica en vivo impactante, el auténtico alma mater y "orquesta", más el piano y sintetizadores de Carlo Guiatoli dando las pinceladas de distinción.
Auditorio hasta los topes con edades variadas estando la mía casi en el medio, esperando temas más comerciales de los años 70 y 80 pero arrancando con una música electrónica de total actualidad, mostrándonos al siciliano afincado en Milán Franco Battiato compositor más que cantautor o director de cine, pero siempre un musicazo, el mismo que ganase el premio Stockhausen. Apoyado en un juego de luces que ayudaba a crear ambiente, su voz inimitable parecía la de un trovador galáctico siempre con los auriculares, con sonoros colchones sintetizados, loops, secuencias pregrabadas, toques propios en un teclado y unos "parlati" más que melodías que duraron media hora larga, con aplausos de sus incondicionales valorando la faceta menos famosa con la que nos recordó su carrera inicial dentro del rock progresivo y psicodélico, con grabaciones en los 70 que son reliquias. Los temas de ahora tienen mucho de minimalismo, desarrollando timbres en capas superpuestas e intervenciones puntuales de una voz casi como otro instrumento, independientemente de los textos, siempre muy buscados.
El grueso del concierto lo ocuparían los temas de su última grabación, clasificada como psicodélica y electrónica, con ambientes no ya electrónicos sino también electrizantes, tocando incluso el chillout y con unas letras en italiano que se entienden muy bien, más una amplificación excelente, potente pero nada atronadora. Hay que conocer la biografía del italiano para comprender mejor su música, en parte como con cualquier compositor, con una evolución a lo largo de estos años que no siempre ha gozado de popularidad, conviertiéndose casi en lo que se ha llamado un "músico de culto". Lo cierto es que en Oviedo con su duo volvió a demostrar su enorme talento.
Tras un amago de final a la hora y media, la vuelta a escena trajo la faceta más poderosa en cuanto a las bases electrónicas de Pinaxa y un piano virtuoso de Carlo, "Niente é reale", Nómadas, El animal, Ecos de danzas sufíes y ese final presentado como "vamos a matar la noche", superéxitos como Centro de gravedad permanente que no encuentra ni necesita, o Yo quiero verte danzar sin olvidar nuestro idioma, menos electrónicos y con un desnudo piano más alguna nota pedal sintetizada que nos dejaron al Battiato íntimo, puesto en pie tras estar sentado hora y media, el intelectual, cercano y sobre todo sereno, aclamado por un auditorio puesto en pie cantando La estación de los amores.
Está de gira por nuestra tierra, no le tiene miedo a la muerte y merece la pena transcribir parte de la entrevista a Julián Ruiz para El Mundo del pasado martes día 10: "Realmente, la muerte sé que llama a mi puerta y golpea cada vez con más fuerza. Pero mientras tanto, me deja viajar, actuar en el Palau, vivir la Barceloneta, sentir, amar. Amo todo lo que es vida. La muerte para mí será un abrazo. Soy tibetano, me siento budista y creo en la reencarnación". Franco Battiato es y será una leyenda, viva de momento.
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