Musika Música toma 6
Para cerrar este sábado nos mudamos a la más pequeña y coqueta Sala Rúspoli, otro nuevo lleno con entradas agotadas, y es que el barroco está de moda, con una entrevista en la edición local del periódico "El Mundo" precisamente a los asturianos Forma Antiqva, que dejo abajo, pues el titular "El futuro pasa por ser barroco" parece decirlo todo y donde la foto de Iñaki Andrés es realmente espectacular con muchas interpretaciones y lecturas para todas las edades, tal y como sucede con sus conciertos. Un orgullo verlos en la prensa y moviendo juventud allá donde actúan.
Aarón Zapico, que no parará en este fin de semana de "Musika Música", al frente de Forma Antiqva nos deleitaron con tres de los doce Concerti Grossi op. 6 en los que Händel volcará su arte orquestal reinterpretado con el sello Zapico.
La acústica de la sala pequeña del Euskalduna es perfecta para estos repertorios que los asturianos afrontaron en su formato ideal, agrupación media con el continuo habitual de los gemelos más la "adoptada" Ruth Verona, órgano y clave más un "violone" que supone el sustento grave, y que son realmente una seña de identidad. No puedo dejar de mencionar el trabajo de recuperación y recreación de los giros "da capo" donde los punteos de Pablo al laúd, los arpegios y "ripienos" de Daniel a la tiorba o las ornamentaciones organísticas de Silvia Márquez son de un gusto y ejecución especiales, volviendo a disfrutar de las intervenciones del cello que parecen auténticos fragmentos de las suites bachianas tamizadas por el aire del compositor del momento, esta tarde Händel.
Y del "grosso" por supuesto la cuerda que parece llevar toda la vida juntos en el sentido del entendimiento, contestaciones y un sonido compacto, sedoso, con movimientos sonando casi camerísticos. En el primero de los conciertos, número 5 de los opus 6, contábamos además con una madera siempre colorista y afinada, que redondeó el primero de los tres grossi de los doce que conforman estos conciertos escritos en un mes allá por octubre de 1739, de estilo o regusto italiano pero con el sello propio, como los Forma Antiqva, auténticos dominadores del compositor de Halle y ofrecidos en el siguiente orden:
Concerto grosso en re mayor, op. 6 nº 5 HWV 323, donde aparecen temas de la "Oda a Santa Cecilia" con la que abrían participación en la maratón barroca bilbaína, realmente brillante en sus seis movimientos, Obertura - Allegro - Presto - Largo - Allegro y Minuetto, contrastes de aire, intensidades, afectos, solos y "grueso" perfectamente engarzados desde una dirección de Aarón Zapico implicado en cada detalle a pesar de los distintos programas que lleva en los últimos tiempos, pero que como estudioso y trabajador incansable, continúa sonsacando y limpiando partituras que en sus versiones suenan siempre nuevas, puede que con la necesidad de revisar la propia historia de la música como ya sucediese y comentase el paralelismo con las pinturas de Velázquez tras ser limpiadas del paso del tiempo y redescubrir colores que plantean escribir de nuevo la estética de este tiempo. Destacables los tiempos extremos precisamente por luminosidad y aire festivo, con un Stefano Rossi de concertino más un violín segundo siempre impactantes como solistas y compañeros, además del ya destacado continuo.
Concerto grosso en la mayor, op. 6 nº 11 HWV 329, cinco movimientos con partes del de órgano ejecutados en "Alexander's Feast", que destilan aires regios y cortesanos, difíciles rítmicamente y con acelerandos difíciles de encajar fueron otra sorpresa: el Andante Largheto e staccato supuso paladear hasta los silencios y el lirismo del concertino casi rememorando el Carlos Mena del día anterior (con quien los asturianos ya han trabajado), formación ya sin viento pero con ataques y fraseos capaces de creer en la respiración para las cuerdas. Los siguientes movimientos desgajados del primero para tomar protagonismo, Allegro, Largo e staccato realmente asombrosos antes del Andante que sirve para enlazar contrastes, luces y sombras antes del último Allegro que cierra un círculo virtuoso marcado por el mayor de los Zapico con respuesta de mosqueteros musicales.
No eran fuegos artificiales, que podrían serlo, pero la traca final resultó el Concerto grosso en re menor, op. 6 nº 10 HWV 328, volviendo a los cinco movimientos en el llamado modo triste y no por ello oscuro, dramaturgia musical para una mañana soleada dentro y fuera del Euskalduna. De la Obertura al Allegro moderato el magisterio barroco de Forma Antiqva volvió a quedar patente, los comentarios del público corroboraban mis impresiones, sin cegarme la pasión, las texturas alcanzadas por el grueso contrastado con los solistas y el continuo que da la profundidad traían un auténtico paisaje sonoro lleno de detalles, colores y afectos. Un orgullo haber compartido estos momentos irrepetibles que le cargan a uno de energía, la que necesitaríamos todos porque aún queda un domingo realmente ilusionante.
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