Despojando los textos
Nuevo lleno en San Isidoro pese a la variada oferta musical ovetense para este viernes de noviembre con una original propuesta de este grupo andaluz formado por tres trombones antiguos o sacabuches, Manuel Quesada y Carmelo Sosa (sacabuches alto y tenor) más Daniel Anarte (sacabuche bajo, tenor y dirección), con el percusionista Eugenio García Navarro y la recitadora Caroline Astwood, tomando como punto de partida la polifonía renacentista a la que despojan de los textos, que se proyectan en español, pudiendo seguir la poesía de Juan Boscán, lecturas de Jeremías o el "Cantar de los Cantares" e incluso el "Romance del Conde Claros de Montalván" musicado por Francisco Salinas, que cerraría el concierto, siempre presentadas con poemas bien sentidos que pareciesen recopilación de las anteriores temporadas de este ciclo ovetense, escuchando a Fray Luis de León, San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús cuyo éxtasis de Bernini también ilustraba el programa.
Cuatro bloques con entidad propia capaces de "cantarse sin letra", desde Si la noche haze oscura del Cancionero de Upsala o el del salmantino Diego Pisador (1510-1557) que abrían y cerraban "La noche oscura", con dos motetes del abulense Sebastián de Vivanco (1551-1622), polifonía olvidada y recuperada con metales y leve toque de percusión remontándonos a los Ministriles catedralicios que tantas veces doblaban a las voces e incluso, como esta vez, las sustituían directamente, respirando cual canto y fraseando mentalmente los textos latinos o en castellano antiguo.
"Una mirada contemplativa" nos traería a otro gran abulense como Tomás Luis de Victoria (1548-1611), dos "Benedictus" victorianos de verdadero rezo sin palabras, pertenecientes a las misas O magnum mysterium y O quam gloriosum, escoltado por Si no os hubiera mirado Juan Vásquez (1500-1560) y Cristóbal de Morales (1500-1553) con dos visiones del mismo texto armonizadas por un vihuelista o un polifonista esta vez con este trío de trombones.
El último bloque "Divina Armonía", comenzaba con el Tiento primero de Antonio de Cabezón (1510-1566), órgano a tres sacabuches que debieron ornamentar cual teclista con toda la dificultad técnica del trombón de varas, para engrandecer con sus "crescendos" lo que la mecánica no puede y el soplo humano convierte en imposible, dos nuevos "Benedictus" del Maestro Victoria Trahe Me Post Te y Quam pulchri sunt dibujadas las voces desnudas en una tímbrica sorprendente, antes del ya citado romance Media noche era por filo del genial ciego Salinas, perfecto broche de un concierto donde la palabra la pusimos todos y la música una agrupación original en formato con repertorio verdaderamente de oro, como nuestro mejor siglo cultural. La propina despliegue de folía del cuarteto con su mejor percusión y la alegría del Adviento con una música que siempre resulta "divina armonía".
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