Entrada original del día 23 de abril de 2009 a las 01:13 horas, y suprimida (censurada) por Blogger© tras "denuncia" yanqui (de la DMCA, Digital Millennium Copyright Act). No hay links de la llamada "tierra de la libertad" (por si es parte de su "queja"), la dejo como estaba ¡y CON MI PROGRAMA ESCANEADO!:
Como avanzaba
vía teléfono móvil (o celular como le dicen al "otro lado del charco") me escapé a Avilés a escuchar tras muchos años a
mi amigo y ex-profesor
Amador Fernández Iglesias, al que
recordaba hace un par de días. El programa me animó a recorrer los 56 kms. desde Mieres a la
Villa del Adelantado sobre todo por
Albéniz al que la
Sociedad Filarmónica Avilesina rendía "tributo" en su centenario.
Cierto que los recuerdos con el paso del tiempo pueden magnificarse, y aunque le escuché varias veces en solitario o con la
OSPA, tenía mucha ilusión en volver a oirle con sus "especialidades españolas" que le han dado tantos triunfos. Pero desconozco las razones por las cuales
Amador Fernández no estuvo hoy como esperaba. La entrada para lo que es el aforo de la
Casa de la Cultura de Avilés rondaba casi los tres cuartos y la media de edad alta (tristemente no hay público joven para la música culta y NADIE TOMA MEDIDAS), pero con menos toses de las que estoy acostumbrado en Oviedo. Hay mucha tradición musical en mi "segunda casa", pero más coral y sinfónica que de cámara, aunque pese a todo bien para esta velada con un
Steinway perfectamente afinado por mi amigo
Jesús Ángel Arévalo. La sensación es que fue un concierto para "cubrir expediente", pues no me creo de Amador que diferencie auditorios, plazas o públicos. Simplemente cumplió (y para mí no sobradamente) pese al mayor respeto que merece todo artista que se sube a un escenario.
Sin buscar más explicaciones ni ¿disculpas?, la primera parte me
"falla con Falla" y perdón por el juego de palabras tan fácil, pero me resultaron extraños, al menos para mí, los "lapsos" de memoria (y/o dedos) en la
Aragonesa de las
Cuatro piezas españolas del
gaditano, así como en la
Primera danza española de las
Danzas de "La Vida breve". Y si bien reconozco que las reducciones para piano de obras orquestales, aunque lo sean por el propio compositor, no suelen resultar tan plenas sonoramente, no hubo la tensión suficiente ni la "conexión emocional" con ellas, o al menos como apuntaba en el "
avance de Pablo Siana móvil", conmigo no conectó faltó
"pellizco",
"duende" o como lo quieran entender, llamar, comprender...
Justo lo contrario que me esperaba en la segunda parte, una de las obras más complejas no sólo técnica sino sonoras de la literatura pianística, que curiosamente, han dado y
siguen dando lugar a múltiples arreglos orquestales (orquestaciones si lo prefieren) por su densidad en la escritura, lo que demuestra que la
Iberia de
Albéniz sigue siendo la
piedra de toque para cualquier pianista que se precie.
Como quiera que el ambiente me resultaba
andaluz y torero, primero
Falla y ahora
Albéniz, esperaba de nuevo que "el maestro transmitiese" en esa
Evocación o en la
Rondeña, tan taurina como su
plaza, pero no, me quedé con las ganas. No recordé la
calle Sierpes con
El Corpus ni me dejé acunar por el
Darro camino de
El Albaicín.
Todo muy "aseado" pero no muy pulcro, falto de gusto "torero", sin "transmitir", recordándome al apodado como "El Faraón de Camas",
Curro Romero, de quien sus
seguidores recuerdan lo mejor -de memoria cual alineación de su equipo favorito- y le perdonan lo peor -como a su equipo favorito- porque se conforman con
"aquél pase de pecho al tercero de la corrida de Resurrección del 80 en La Maestranza",
"la verónica en el toro que cerró plaza de la Feria de San Isidro del aquél día de mayo"...
Si se me permite el simil, me quedo con un fraseo en la mano izquierda de
Almería, un
rubato excelente a mitad de la frase central de
Evocación, o la nota vibrando con el pedal de
El Puerto. La faena a "los
Albéniz" no fue ni siquiera de "silencio" pese al aplauso del respetable, ni siquiera hubo "
división de opiniones" (salvo la mía, que parezco estar en el
Tendido Siete). Y el "regalín" del
Intermezzo de
Manuel Ponce no le iba a abrir a mi
diestro -perdón, pianista- "
la puerta grande", así que tendré que seguir siendo
amadorista (que
nunca currista).
Comentarios
Me parece que hace usted unos comentarios muy duros, no creo que el "oficio" de crítico (véase que entrecomillo lo de oficio, porque no se hasta qué punto está usted entrenado para ser crítico de nada) consista en ser cruel en la retórica empleada.
Yo soy alumno de Amador, y creo que se merece algo más que esto. He disfrutado mucho escuchándole tocar y me ha transmitido grandes enseñanzas. Hay que tener valor para salir ahí a tocar. Lástima que estemos a merced de los críticos.
De nuevo "gracias por dejar su comentario y siempre bienvenido a este blog musical muy personal" que reza antes de todo comentario y siempre publicado.
P.D. Yo también he disfrutado mucho escuchándole tocar y con sus enseñanzas. El valor para tocar es siempre necesario y nadie está a merced de nadie... cada uno es responsable de sus actos y yo de mis palabras.