Juveniles en partido amistoso
Jueves 1 de marzo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Filarmonía de Cámara de Valencia, Vadim Repin (director y violín). Obras de Mozart, Mendelssohn, Tchaikovsky y Bizet-Waxman.
Cuando el listón se pone muy alto el problema es el siguiente evento, y esta vez creo que llegó a Oviedo un equipo de segunda división, puede que juveniles de nacional, o más bien un bolo que equilibre gastos en un ciclo de altísimo nivel. Lo cierto es que ni resultó bien, ni mi ánimo o años cada vez soportan menos mediocridades jaleadas con unos bravos siguen asombrándome, y hasta un teléfono móvil que afinado con el conjunto no me indignó tanto como en otras ocasiones.Una orquesta de cámara no se forma sólo con buenos instrumentistas, esta vez músicos de la Orquesta del Palau de les Arts de Valencia que llegaban con buen curriculum a su presentación o "puesta de largo" en Oviedo, formación plena de cuerda (4+4+3+2+1) dirigida por el concertino en dos obras y sumándose como solista Vadim Repin, aunque en el programa figurase también como director.
Una cosa es tocar música y otra muy distinta hacerla, transmitirla, disfrutarla para así contagiar al público y vibrar en feliz conjunción. Se puede tocar todo lo indicado en la partitura más allá de las notas (incluso se pueden merendar algunas): matices, dinámica, agógica, texturas, contrastes... pero si falta la entrega, el sentimiento, amén de la necesidad de jugar en equipo y no sumar individualidades, el campo se queda grande y la afición (al menos la mía) no disfruta. Ni siquiera hubo planos sonoros bien equilibrados sino adición - sustracción que dio turbiedad a obras que pedían limpieza cristalina; tampoco una afinación correcta. Y del solista de buen nombre y mejor instrumento (Guarneri del Gesú, 1736) esperaba no ya técnica al servicio de la música, que como en mis tiempos de mili vendría a ser "valor se le supone", sino ese plus exigible a un músico que pareció buscar más el efectismo que el arte, el tiro a puerta que el regate y pase al compañero. Decepción total y nadando contra corriente en mi apreciación siempre personal, pues el "estadio" parecía vivir la Final de la Copa de Europa y yo un amistoso de juveniles.
El Divertimento para cuerdas en RE M, K. 136 / 125a de Mozart me resultó plano en sus tres movimientos, más de camerata centroeuropea en gira por sociedades filarmónicas o equipo filial en amistosos de preparación para una competición nacional, que una formación para un ciclo que está trayéndonos la "Champions League" hasta Asturias. Faltó la gracia, el espíritu jovial de los 16 años que tenía el genio de Salzburgo, incluso el virtuosismo en los violines, dejándome empachado por la masa informe que escuché. Esperaba entusiasmo y ganas de jugar un buen partido.
Salió Repin para protagonizar el Concierto para violín y orquesta en Re m. de Mendelssohn, otra obra juvenil de un Félix con 13 años enamorado de nuestro Bach en Leipzig, que no tiene nada que ver con su famoso Concierto en Mi m. Ni solista ni orquesta lograron hacerme vibrar en ninguno de los movimientos a pesar del intento pulcro de búsqueda musical, muy aséptico y carente de encanto, como si la figura del primer equipo fuese el reclamo en una alineación no habitual.
En el descanso dudé volver a la grada, pero la Serenata para cuerdas en DO M., Op. 48 de Tchaikosky es obra para degustar, incluso Nuria Blanco en sus notas al programa cita a Enrique Martínez Miura que la consideraba como la más importante del ruso "desarrollada completamente con un estilo neoclásico, con una originalidad que la hace totalmente diferente a las serenatas tradicionales", pero personalmente volvió a dejarme indiferente aunque resultase lo más atractivo y con alguna idea distinta en su interpretación y ejecución, a pesar de la poca plantilla, pues "cuanto más numerosos sean los efectivos de la orquesta de cuerda, mejor se corresponderán con los deseos del autor" en palabras del propio compositor que también cita la profesora Blanco. De los cuatro movimientos me quedo con el segundo, Valse: Moderato que al menos me hizo salir de la modorra, buen toque y juego en equipo, aunque sin crear peligro en el área pequeña.
El retorno del maestro Repin para cerrar con la Fantasía "Carmen" de Bizet - Waxman reafirmó la primera impresión en los 45 minutos iniciales, esperaba el virtuosismo que el arreglo del cinematográfico y oscarizado Franz Waxman volcó a partir de distintas melodías de esta ópera que me "transportó" a Las Palmas de Gran Canaria donde la está cantando triunfalmente nuestra querida Beatriz Díaz con Nancy Fabiola-Herrera y Aquiles Machado de compañeros de reparto. Lástima que no pudiésemos apreciar toda la riqueza del arreglo ni siquiera bien arropado (y faltaban instrumentos), aunque al menos las entradas resultasen correctas, es decir que no perdieron el balón. Personalmente me gusta más Sarasate.
Y como en el refrán, no quieres taza, pues taza y media de regalo, otra fantasía o intento pero de Paganini y el Carnaval de Venecia más cercana a "Tres pelos tiene mi barba" que a lo esperado de un concierto triunfal a la vista de los aplausos y sin la emoción por el resultado final de todos lo partidos amistosos, aunque Ronaldo o Messi jugasen con los canteranos no titulares.
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