Zsigmond Szathamary en León
Sábado 19 de septiembre, 21:00 horas. Festival Internacional de Órgano Catedral de León. Zsigmond Szathamary (1939), órgano.
León capital del órgano y Pablo aprovechando su estancia en la vecina capital leonesa tras el concierto del viernes de mi querido Diego Fernández Magdaleno. En un sitio privilegiado y con una gran pantalla que mostraba distintos planos del organista húngaro, disfrutamos de otra jornada musical en León, que rápidamente subí al "blog móvil".
Aunque el XXVI FESTIVAL INTERNACIONAL DE ÓRGANO “CATEDRAL DE LEÓN” que dirige el padre Samuel Rubio (recapacitando su postura del 2007) arrancó el viernes y se extenderá hasta el 24 de octubre, fue la noche del sábado y primera realmente con el órgano como protagonista, la que me condujo a la preciosa catedral gótica de las vidrieras más hermosas del mundo. El ya veterano pianista, director, compositor y organista húngaro, al que no voy a descubrir desde aquí (pongo links varios sobre él y su obra) preparó un programa "De la fuga de Bach a los cuadros de Mussorgsky" con desiguales resultados, en parte porque el actual órgano catedralicio no es el más apropiado para cierto repertorio, como el propio organista comentaba a "El Diario de León", aunque estos festivales (como el de Órgano de Asturias) ayuden a mantener los que hay. Pero también la Catedral de León espera para 2.011 un órgano nuevo (fabricado por el maestro organero Klais en Bonn, y que costará 1.800.000 €, quien sigue fabricando no sólo para España sino para todo el mundo, incluyendo el de Caracas para "el Sistema de Abreu, Dudamel y demás familia") más acorde con las exigencias de las obras románticas y actuales para el rey de los instrumentos. Ay si mi amigo Chema Martínez pudiese hacer lo mismo con "nuestro Festival" y el órgano nuevo de Sto. Tomás, aunque lo intenta año tras año.
Volviendo a lo escuchado este sábado en una catedral casi llena que aplaudía cada obra en vez de esperar al final del concierto, quiero comentar el programa elegido, sin olvidarme de la colaboración de la señora del húngaro encargada de ayudar en todos los cambios de registros manuales -incluso algunos del pedalier-, con pegatinas y números tanto en las lengüetas del instrumento como en la partitura, aunque hubiese algún "desajuste" achabable más al propio órgano que al intérprete, y quejarme del pedal de expresión con poco recorrido o algún momento con trémolo que no llegó a enturbiar el resultado final, comenzando y finalizando, como no podría ser menos, con J. S Bach, y que curiosamente sonó mejor que el resto del repertorio más apropiado para el órgano leonés, y apunto lo de curioso por lo que el propio organista comentaba en la citada entrevista al diario local («Es soportable para música romántica, pero no para la barroca»).
Comenzaba el concierto con J. S. Bach y su Preludio y Fuga en Mi b Mayor BWV 552, con elección correcta en la registración y algún "problema" en la fuga, para continuar con Tres Sonatas de Iglesia de W. A. Mozart: RE M, KV 144, MI b M, KV 67 y LA M, KV 225, muy logrados los cambios tímbricos en los distintos temas, aunque sean "obras menores" dentro del catálogo para tecla del salzburgués y que funcionan mejor en arreglos para dos o tres instrumentos.
Lo mejor, y era previsible, resultó el Coral Nº 3 en La menor, FWV 40 (1890), de César Franck, auténtico testamento musical del compositor y ciclo fundamental en la literatura organística, o como el propio Samuel Rubio dice “un resumen... de su doctrina, de su pensamiento”. Y sobre el que escuchamos, que “es una especie de sonata en un solo movimiento pero dividido en tres secciones: allegro, andante y finale”. Aquí fue donde el músico húngaro pudo sacar todo el arsenal sonoro romántico del órgano leonés cual "hermano del romántico parisino" de la la iglesia de Sainte-Clotilde, con los pasajes de tipo toccata exhuberantes en técnica, un lírico adagio (o andante) que descubrió combinaciones sonoras no escuchadas en las obras anteriores (las volvería a utilizar en las "propinas") y la sección propiamente coral con el final triunfante en tutti que resonó en cada piedra.
El final lo ocupó una selección de Cuadros de una exposición de Mussorgsky en arreglo del propio Szathamary (otra de sus múltiples facetas musicales), aunque más bien diría que es una adaptación al órgano del arreglo de Ravel (o incluso una "recreación" de la versión que con sintetizadores hiciese en 1975 Isao Tomita, pues desconozco el año del arreglo para órgano) por los registros empleados -por otra parte excelentes para lo que dispone el instrumento catedralicio- y donde las cinco octavas de los dos teclados parecían quedárseles cortas, faltando algunas notas incluso en el pedalero (tal vez por pisar poco o no funcionar los tubos correspondientes): Paseo, Gnomo, Samuel Goldenberg, Paseo, La cabaña sobre patas de gallina y La gran puerta de Kiev. Desigual la interpretación pero una visión correcta que despertó los mayores aplausos del público, creo más por lo popular de la obra que por la interpretación en sí.
De regalo, y para que todo vuelva al inicio, dos de los seis Schübler Chorales, BWV 546 y 650 de Bach, auténtico abc de los organistas y de las mejores versiones para la web www.jsbach.org.
La noche continuó, como no podía ser menos, con unas tapas por el Barrio Húmedo en compañía de mi esposa y amigos participantes en el congreso, a los que recluté para otro día de "ocio y negocio".
León capital del órgano y Pablo aprovechando su estancia en la vecina capital leonesa tras el concierto del viernes de mi querido Diego Fernández Magdaleno. En un sitio privilegiado y con una gran pantalla que mostraba distintos planos del organista húngaro, disfrutamos de otra jornada musical en León, que rápidamente subí al "blog móvil".
Aunque el XXVI FESTIVAL INTERNACIONAL DE ÓRGANO “CATEDRAL DE LEÓN” que dirige el padre Samuel Rubio (recapacitando su postura del 2007) arrancó el viernes y se extenderá hasta el 24 de octubre, fue la noche del sábado y primera realmente con el órgano como protagonista, la que me condujo a la preciosa catedral gótica de las vidrieras más hermosas del mundo. El ya veterano pianista, director, compositor y organista húngaro, al que no voy a descubrir desde aquí (pongo links varios sobre él y su obra) preparó un programa "De la fuga de Bach a los cuadros de Mussorgsky" con desiguales resultados, en parte porque el actual órgano catedralicio no es el más apropiado para cierto repertorio, como el propio organista comentaba a "El Diario de León", aunque estos festivales (como el de Órgano de Asturias) ayuden a mantener los que hay. Pero también la Catedral de León espera para 2.011 un órgano nuevo (fabricado por el maestro organero Klais en Bonn, y que costará 1.800.000 €, quien sigue fabricando no sólo para España sino para todo el mundo, incluyendo el de Caracas para "el Sistema de Abreu, Dudamel y demás familia") más acorde con las exigencias de las obras románticas y actuales para el rey de los instrumentos. Ay si mi amigo Chema Martínez pudiese hacer lo mismo con "nuestro Festival" y el órgano nuevo de Sto. Tomás, aunque lo intenta año tras año.
Volviendo a lo escuchado este sábado en una catedral casi llena que aplaudía cada obra en vez de esperar al final del concierto, quiero comentar el programa elegido, sin olvidarme de la colaboración de la señora del húngaro encargada de ayudar en todos los cambios de registros manuales -incluso algunos del pedalier-, con pegatinas y números tanto en las lengüetas del instrumento como en la partitura, aunque hubiese algún "desajuste" achabable más al propio órgano que al intérprete, y quejarme del pedal de expresión con poco recorrido o algún momento con trémolo que no llegó a enturbiar el resultado final, comenzando y finalizando, como no podría ser menos, con J. S Bach, y que curiosamente sonó mejor que el resto del repertorio más apropiado para el órgano leonés, y apunto lo de curioso por lo que el propio organista comentaba en la citada entrevista al diario local («Es soportable para música romántica, pero no para la barroca»).
Comenzaba el concierto con J. S. Bach y su Preludio y Fuga en Mi b Mayor BWV 552, con elección correcta en la registración y algún "problema" en la fuga, para continuar con Tres Sonatas de Iglesia de W. A. Mozart: RE M, KV 144, MI b M, KV 67 y LA M, KV 225, muy logrados los cambios tímbricos en los distintos temas, aunque sean "obras menores" dentro del catálogo para tecla del salzburgués y que funcionan mejor en arreglos para dos o tres instrumentos.
Lo mejor, y era previsible, resultó el Coral Nº 3 en La menor, FWV 40 (1890), de César Franck, auténtico testamento musical del compositor y ciclo fundamental en la literatura organística, o como el propio Samuel Rubio dice “un resumen... de su doctrina, de su pensamiento”. Y sobre el que escuchamos, que “es una especie de sonata en un solo movimiento pero dividido en tres secciones: allegro, andante y finale”. Aquí fue donde el músico húngaro pudo sacar todo el arsenal sonoro romántico del órgano leonés cual "hermano del romántico parisino" de la la iglesia de Sainte-Clotilde, con los pasajes de tipo toccata exhuberantes en técnica, un lírico adagio (o andante) que descubrió combinaciones sonoras no escuchadas en las obras anteriores (las volvería a utilizar en las "propinas") y la sección propiamente coral con el final triunfante en tutti que resonó en cada piedra.
El final lo ocupó una selección de Cuadros de una exposición de Mussorgsky en arreglo del propio Szathamary (otra de sus múltiples facetas musicales), aunque más bien diría que es una adaptación al órgano del arreglo de Ravel (o incluso una "recreación" de la versión que con sintetizadores hiciese en 1975 Isao Tomita, pues desconozco el año del arreglo para órgano) por los registros empleados -por otra parte excelentes para lo que dispone el instrumento catedralicio- y donde las cinco octavas de los dos teclados parecían quedárseles cortas, faltando algunas notas incluso en el pedalero (tal vez por pisar poco o no funcionar los tubos correspondientes): Paseo, Gnomo, Samuel Goldenberg, Paseo, La cabaña sobre patas de gallina y La gran puerta de Kiev. Desigual la interpretación pero una visión correcta que despertó los mayores aplausos del público, creo más por lo popular de la obra que por la interpretación en sí.
De regalo, y para que todo vuelva al inicio, dos de los seis Schübler Chorales, BWV 546 y 650 de Bach, auténtico abc de los organistas y de las mejores versiones para la web www.jsbach.org.
La noche continuó, como no podía ser menos, con unas tapas por el Barrio Húmedo en compañía de mi esposa y amigos participantes en el congreso, a los que recluté para otro día de "ocio y negocio".
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