Cecilia Bartoli ¡espléndida!
Espléndido/a (Del lat. splendĭdus): 1. adj. Magnífico, dotado de singular excelencia; 2. adj. Liberal, desprendido; 3. adj. resplandeciente. U. m. en leng. poét. Tras lo vivido este lunes me he quedado sin calificativos y con pocas palabras, aunque como bien dice la protagonista, "La música de los 'castrati' es emoción".
Una sabia elección del programa -que dejo encima escaneado para no alargarme con obras y autores- conjugada con una organización y estructura que alternaba arias con unos números instrumentales que ya servirían para llenar todo un concierto (todos los músicos increíbles aunque el viento: flautistas, trompas y oboes tuvieron mayor protagonismo). Y tras más de dos horas dejándonos boquiabiertos pese a comentarios en voz baja, aplausos antes de finalizar el aria, algunas toses y papelitos de caramelos que acaban convirtiéndose en "asquerosa normalidad" por no llamarlo mala educación, aún nos regaló ¡TRES PROPINAS!:Lascia ch'io pianga del "Rinaldo" de Händel (2) que me hizo brotar las lágrimas, Un pensiero nemico di pace y ¡todavía otra más! que finalizaría lanzando las plumas que sirivieron de abanico y espada... "Y nos dieron las diez y las once..." en otra acepción de lo que supone lo espléndida que fue Cecilia.
Y no quiero dejar de citar en esta velada de calidad suprema las notas al programa de María Sanhuesa, una enamorada y estudiosa de la ópera, más de la barroca, "Bajo el signo de Parténope" que hicieron honor a una jornada espléndida e irrepetible. Hablar de la técnica aplastante y epatante siempre al servicio de la música, los pianisimos, el fiato de vértigo, las agilidades que recordaban el trinar de los pájaros (con el que incluso jugó -grabado y por megafonía- al inicio de la segunda parte: Usignolo sventurato de Porpora), una interpretación cercana a la perfección total, sin "trampas o trucos de estudio", una preparación física que le permite cantar lo difícil con la falsa apariencia de facilidad sólo al alcance de unos pocos escogidos, y una orquesta de fábula rendida a sus pies, creo que todo ello hasta resulta obvio citarlo.
Escribe María: "El reguero de pólvora musical que corrió por Italia en el Barroco fue la ópera", y si se me permite, creo que la explosión tuvo lugar esta noche abrileña de lunes en Oviedo.
Desconozco lo que escribirá la prensa pero sólo me queda decir:
CECILIA, GRACIAS INFINITAS.
P.D. 1: Las fotos son malas porque ¡están prohibidas! y sacarlas a hurtadillas, sin mirar por el objetivo para que no me llamen la atención, es lo que tiene.(1) Además, el foco sobre ella creo que también busca aumentar el halo, y nunca mejor dicho.
P.D. 2: Por una vez los diarios LNE y El Comercio han estado "presto" para la crítica de mi querida Diana Díaz y seguramente de Ramón G. Avello (aunque no firma) con las que he desayunado este día después del estremecimiento.
(2) Gracias a Anamiestrella por la rápida corrección (martes y 13 por la mañana): la primera propina no fue Lascia ch'io pianga, sino Lascia la spina (un aria de oratorio anterior que luego el propio Haendel reutilizó para la famosísima aria de "Rinaldo").
P.D. 3: El grueso de las críticas escritas al concierto llegan a la red el miércoles 14, con la siempre "afinada" de Joaquín Valdeón en LNE, mi amigo y colega Aurelio M. Seco (crítico de "La Voz de Asturias" en papel) y hasta la "crónica social en digital" de Regina Buitrago.
(2) Gracias a Anamiestrella por la rápida corrección (martes y 13 por la mañana): la primera propina no fue Lascia ch'io pianga, sino Lascia la spina (un aria de oratorio anterior que luego el propio Haendel reutilizó para la famosísima aria de "Rinaldo").
P.D. 3: El grueso de las críticas escritas al concierto llegan a la red el miércoles 14, con la siempre "afinada" de Joaquín Valdeón en LNE, mi amigo y colega Aurelio M. Seco (crítico de "La Voz de Asturias" en papel) y hasta la "crónica social en digital" de Regina Buitrago.

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