Arteta y OvFi ¿ensayo para Madrid?
Miércoles 23 de febrero, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio. Oviedo Filarmonía, Lorenzo Ramos (director). Cantante invitada: Ainhoa Arteta. Obras de Guridi, Granados, Julián Orbón y Obradors.
El concierto se dedicó a la memoria de Odón Alonso, fallecido el pasado lunes, como defensor de la música española que ocupaba todo el programa.
En un día de recuerdos históricos para la democracia española se programaba un repertorio muy desigual en cuanto a "calidades" aunque todo plenamente exportable bajo el sello hispano, y donde las entradas agotadas desde hacía tiempo (los huecos supongo que eran de abonados) esperaban sobre todo a una "invitada" querida, guapa, famosa, cuyo nombre es suficiente para mover seguidores pero que a la hora de la verdad me resultó una tomadura de pelo como escribía desde el teléfono nada más salir del concierto. Un poco más resposado quiero contar lo sucedido, siempre desde MI OPINIÓN que no tiene que ser compartida ni lo pretendo.
Las Diez melodías vascas de Guridi son muy llevaderas, agradecidas, bien compuestas y perfectas para una orquesta como la OvFi, pero resultaron desiguales, con algún desajuste desde una dirección que se mostró más preocupada de dirigir y marcar que de interpretar realmente. Las "segundas" Amorosa y De ronda sonaron mejor que las "primeras" como si aún no hubiesen entrado en juego, pero la Festiva que cierra esta aportación orquestal del maestro vasco sólo lo fue en el título. La orquesta carbayona suena bien, compacta, pero no puede dar más de sí cuando desde el podio no había ideas claras, y ni siquiera el zorcico sonó a tal.
Vestida de rojo pasión aparecía la soprano tolosarra para cantar cuatro Tonadillas en estilo antiguo (1910) de Granados en arreglo de Albert Guinovart: La maja de Goya se quedó en boceto, con una letra ilegible y un registro grave inaudible entre una orquesta no muy numerosa y bien tratada en el "paso desde el piano". El majo tímido más escénico que vocal, nuevamente plano aunque me descubriese un color de voz distinto (más cercano al de mezzo) pero poco "goyesco". El "tra la la" y el punteado pareció ir más acorde al color elegido para vestirse que al de una versión donde el maestro nacido en Viena se las vio y deseó para poder concertar correctamente, algo difícil cuando manda la diva. Finalizó con El majo discreto, plenamente acorde con el calificativo. Entre el público, además de las toses entre las tonadillas y las prisas por aplaudir antes de cada final, algunos nos preguntábamos la causa del ¿éxito?.
El inicio de la segunda parte nos recuperaba al avilesino Julián Orbón de las Danzas sinfónicas (1959) obra colorista, vibrante, rítmica y con claras reminiscencias de su maestro Copland pero que resultó gris, monótona, arrítmica y sin referente alguno, muestra creo que una falta total de convencimiento (no creo que conocimiento) en la obra. Lástima y flaco favor para una composición que es una joya hispanoamericana y un compositor al que el propio Dudamel está haciendo renacer.
Con otro vestido de recuerdo marinero (por las rayas azules y blancas), y partitura sobre el atril, las Canciones clásicas españolas de Obradors orquestadas también por Guinovart serían protagonistas de la segunda entrada de la cantante vasca. Obras intimistas de escritura pianística delicada, difícil de llevar a la orquesta (incluso tras lo escuchado desvirtuando figuraciones complicadas como las de la penúltima) y con un canto interiorizado poco propenso a excesos vocales -suelen interpretarla tenores, sopranos pero también mezzos- resultó in crescendo en cuanto a interpretación, desde un La mi sola, Laureola con los mismos defectos ya comentados de ilegibilidad o poco volumen en el registro grave, Corazón ¿por qué pasáis? igual de interrogante, para ir mejorando en los Dos cantares populares (pese a un Cabello no muy sutil en medida o respiraciones) y finalmente dar un poco más en las Coplas de Curro Dulce, también difícil de acompañar por un director para el que la orquesta no puede responder como un piano. Una pena porque Arteta sabemos que es capaz de mucho más. No hubo emociones, convicción, ni siquiera un repertorio (al que llamamos en Asturias caxigalines) que exigiese un esfuerzo enorme -sin cronometrar no llegó a la media hora-, tan sólo esperaba algo más de musicalidad y ganas de "gustarse" para poder transmitir un poco de emoción, y las obras elegidas están llenas.
De primer bis repitió las Coplas con algo más de gracia, memoria y poderío vocal. El segundo una interpretación ¡totalmente nueva! y distinta de El majo discreto transformado en curioso, explosivo, potente, juguetón e incluso "goyesco", donde me volvió a asaltar la duda ¿por qué no lo cantó así la primera vez?. Cosas de los artistas, supongo...
Esperaba más de Ainhoa Arteta en todos los sentidos, pero parece estar descubriendo su voz y experimentando con ella, lo que a estas alturas resulta peligroso, remitiéndome a lo escuchado este miércoles en Oviedo, aunque mis últimas "audiciones" con ella tampoco me convencieron.
Las notas al programa y breves reseñas biográficas de Rafael Banús Irusta parecían presagiar (por lo aseadas y de compromiso) el concierto que más pareció un ensayo para el del viernes en el Auditorio Nacional de Madrid. Por el bien de todos esperemos que resulte mejor.
P. D. 1: Prensa de "El día después": crítica en El Comercio de Gijón, supongo que de Ramón G. Avello, reseña en LVA, y comentario personal de JN -Javier Neira- en LNE, comprobando cómo la prensa digital en Asturias va espabilando en cuanto a rapidez e inmediatez.
P. D. 2: Críticas de Aurelio M. Seco en LVA y de Joaquín Valdeón en LNE el viernes 25.
P. D. 3: Reseña del concierto en el Auditorio Nacional Madrid en LNE del domingo 27.
P. D. 2: Críticas de Aurelio M. Seco en LVA y de Joaquín Valdeón en LNE el viernes 25.
P. D. 3: Reseña del concierto en el Auditorio Nacional Madrid en LNE del domingo 27.
Comentarios
Por cierto, la dirección de la ONE unos días después, a cargo del "guaje" Pablo González con el adagio para cuerdas de Barber, la Música para cuerda, celeste y percusión de Bartok y la Nuevo mundo de Dvorak fue para quitarse el sombrero. Me enamoró ese treintañero que matizaba y sentía lo que dirigía en la piel. Chapeau para el asturiano. Y esta noche me ha fascinado un cuarteto al que nunca había escuchado: Cuarteto Bennewitz.
¡Hala, qué largo! Es que me ha pillado su entrada con insomnio. Ya me voy.
Un abrazo, Pablo
Un abrazo, Pablo y a por esa sinfonía de los Mil
¡Ay, los correctores en el móvil..!
Como siempre, a sus pies.
Gracias por leerme.