Volvió Haider... ¡sin Wolf-Ferrari!
Entrada original del día 5 de febrero de 2011 a las 03:30 horas,
y suprimida (censurada) por Blogger© tras "denuncia" yanqui (de
la DMCA, Digital Millennium Copyright Act). Quitados unos pocos links de
la llamada "tierra de la libertad" (por si es parte de su "queja"), la
dejo como estaba ¡y con MIS FOTOS!:
Viernes 4 de febrero, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio. Dieter Flury (flauta), Oviedo Filarmonía, Friedrich Haider (director). Obras de Schubert, Busoni y Mozart.
Tras la lesión que le apartó del "Tristán", volvía Haider con "su orquesta" interpretando un programa con cambio de solista y autor/es: Holger Schinköthe iba a interpretar el Concierto para fagot y orquesta de Wolf-Ferrari (para seguir con la grabación de su integral con Haider declarándose "adicto sin remedio"), cambio del que personalmente creo salimos ganando.
Esta vez el protagonismo resultaría plenamente vienés y se notó a la orquesta con su todavía titular estar "en casa", con esa elegancia no ya estética sino interpretativa del maestro Haider en un repertorio que sabe perfilar y aflorar todos los detalles de principio a fin, comenzando por la Obertura de Rosamunda de Schubert. Desde el Andante solemne algo titubeante en los metales para afianzarse en el Allegro vivace de una cuerda algo distinta a la habitual pero igual de sonoridad, nos devolvió esa "orquesta de foso" que eleva el vuelo ligera en cuanto la dejan, y los vieneses (director y compositor) ayudaron.
El flautista de la Filarmónica de Viena llegó, tocó y triunfó con un sonido claro, una emisión diáfana y un estilo nada amanerado al que nos tienen acostumbrados otros colegas, pese al virtuosismo que requieren las dos obras elegidas, interpretadas sin el descanso previsto y más lógico una vez "metido de lleno" en ambas. La elegancia nuevamente emergió por presencia y resonancia en ese Divertimento para flauta y orquesta de cámara, Op. 52 BV 285 (1920) del compositor toscano dedicado al virtuoso francés Philippe Gaubert y perfectamente descrito en las notas al programa de mi admirada Nuria Blanco Álvarez: "La flauta demuestra de lo que es capaz con un deslumbrante pasaje rápido" no exento de la musicalidad inherente al peculiar estilo busoniano incluyendo el toque humorístico, totalmente distinto pero con igual calado que el mozartiano Concierto para flauta nº 2 en REM, KV 314/285d. que pese a ser trasposición del de oboe tuvieron en el solista vienés una calidad instrumental siempre bien concertada por su compatriota y con una plantilla ideal para lograr un resultado más que digno, desde el Allegro aperto que como escribe Nuria Blanco "recuerda el estilo de las arias de los castrati donde hacían alarde de su virtuosismo y capacidad respiratoria" pasando por un delicado Andante ma non troppo y rematado con el tema bufo del aria "Welche Wonne, Welche Lust" de Un rapto en el serrallo que es el Rondo: Allegro final, siempre flotando el ambiente lírico con las pinceladas de humor fino y elegante. Sigo pensando que con el cambio salimos ganando todos.
Para la segunda parte "seguiríamos en Viena" pero con el Schubert de la Sinfonía nº 8 "Incompleta" en Si m., D. 759, obra que deberíamos escuchar al menos una vez al año para deleite de público y orquesta, director incluido y recuperado plenamente a la vista de los resultados. Más clásica que romántica en cuanto a las líneas trazadas por la batuta, siempre nos sorprenden sus contrastes expresivos más contenidos que en sus contemporáneos. Si se me perdona la expresión, resultó más "sifilítica" que "incompleta" por la depresión que transmitió en los dos movimientos, y la orquesta al completo respondió (las trompas recuperaron su color en el Andante con moto) a todo lo que le pidió el maestro.
Y para no marcharnos angustiados volvimos al principio con la propina: la música de Ballet en Sol de Rosamunda. Agradecer este extra en un concierto breve de duración pero intenso de emociones, que al menos nos devolvió al Haider de 2004 ¡y la alegría de vivir!.
Tras la lesión que le apartó del "Tristán", volvía Haider con "su orquesta" interpretando un programa con cambio de solista y autor/es: Holger Schinköthe iba a interpretar el Concierto para fagot y orquesta de Wolf-Ferrari (para seguir con la grabación de su integral con Haider declarándose "adicto sin remedio"), cambio del que personalmente creo salimos ganando.
Esta vez el protagonismo resultaría plenamente vienés y se notó a la orquesta con su todavía titular estar "en casa", con esa elegancia no ya estética sino interpretativa del maestro Haider en un repertorio que sabe perfilar y aflorar todos los detalles de principio a fin, comenzando por la Obertura de Rosamunda de Schubert. Desde el Andante solemne algo titubeante en los metales para afianzarse en el Allegro vivace de una cuerda algo distinta a la habitual pero igual de sonoridad, nos devolvió esa "orquesta de foso" que eleva el vuelo ligera en cuanto la dejan, y los vieneses (director y compositor) ayudaron.
Para la segunda parte "seguiríamos en Viena" pero con el Schubert de la Sinfonía nº 8 "Incompleta" en Si m., D. 759, obra que deberíamos escuchar al menos una vez al año para deleite de público y orquesta, director incluido y recuperado plenamente a la vista de los resultados. Más clásica que romántica en cuanto a las líneas trazadas por la batuta, siempre nos sorprenden sus contrastes expresivos más contenidos que en sus contemporáneos. Si se me perdona la expresión, resultó más "sifilítica" que "incompleta" por la depresión que transmitió en los dos movimientos, y la orquesta al completo respondió (las trompas recuperaron su color en el Andante con moto) a todo lo que le pidió el maestro.
Y para no marcharnos angustiados volvimos al principio con la propina: la música de Ballet en Sol de Rosamunda. Agradecer este extra en un concierto breve de duración pero intenso de emociones, que al menos nos devolvió al Haider de 2004 ¡y la alegría de vivir!.
P. D.: Reseña (un tanto ridícula) de LNE del sábado 5.
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