María Ovín en la XIX Semana de Música Cajastur
Entrada original del día 17 de octubre de 2010 a las 02:41 horas, y suprimida (censurada) por Blogger© tras "denuncia" yanqui (de la DMCA, Digital Millennium Copyright Act), sin saber la razón porque no hay ni siquiera links de la llamada "tierra de la libertad" (por si es parte de su "queja"), la dejo como estaba ¡y con TODAS MIS FOTOS!:
Sábado 16 de octubre, 20:15 horas. Iglesia Parroquial de Luarca. XIX Semana de Música de Cajastur, Premios Fin de Carrera "Ángel Muñiz Toca": María Ovín Carrera (violín) y Jesús Rodríguez González (viola); Mario Bernardo (piano). Obras de C. Franck y Shostakovich.
Mi querida María Ovín ha tenido que hacer un hueco en un año realmente completo para cumplir con su "obligación"como ganadora de los últimos premios del CONSMUPA en la modalidad de violín, dentro de la XIX Semana de Música de Cajastur que la trajo este sábado a Luarca para proseguir el domingo en Gijón y el lunes en Oviedo. Y digo bien lo del año completo porque además del Premio Fin de Carrera que lleva el nombre de nuestro violinista asturiano más renombrado, hay que sumar sus giras con la JONDE (principal de violines segundos y concertino) y la Gustav Mahler Jugendorchester, añadiendo su ingreso en el Royal College de Londres donde está realizando el Master of Performance con Yossi Zivoni. Pese a su juventud es toda una veterana musicalmente hablando, y aún no sabemos cuál será su destino, ya que su potencial todavía está por descubrir como lo atestigua su ya larga trayectoria. Estoy convencido que todavía tiene mucho camino por recorrer y lo escuchado en Luarca es solamente un pequeño paso en su "tour".
Eligió para estos conciertos la Sonata para violín y piano de César Franck, obra agradecida de escuchar pero dura de afrontar, siempre bien arropada en el necesario diálogo por Mario Bernardo, destacando ya desde el Allegretto ben moderato perfectamente conjuntado, pero sobremanera en el Allegro que incluso estuvo acompañado "a tempo" por las dos campanadas obligadas que marcaban la media, en un movimiento duro para los dos intérpretes por las dificultades no sólo técnicas sino de encaje y precisión máxima sin olvidar la enorme musicalidad, cuyo final arrancó ovaciones del público que abarrotaba la iglesia valdesana, partiendo en dos el discurrir musical que aún nos traería un delicado Recitativo-fantasía y el pegadizo Allegretto poco mosso final que mantuvo la homogeneidad de toda la sonata. Quedamos con ganas de más pero la velada debía continuar con el siguiente premiado.
La viola siempre ha parecido la hermana pobre en la masculina "familia Cuerda", pero las obras para ella compuestas han demostrado su papel indispensable en la tesitura a caballo entre el violín y el violonchelo, la franja más cercana a la voz humana que Shostakovich explota en su Sonata para viola y piano Op. 147 que interpretaron el otro premiado Jesús Rodríguez González de nuevo con Mario Bernardo al piano (me niego a añadir acompañante por el protagonismo compartido en las sonatas). Totalmente distinta al romanticismo franckiano de la primera parte, esta obra parece condensar todo el lenguaje sinfónico del Shostakovich más vanguardista con guiños incluso al Claro de Luna de Beethoven en el Adagio final, desplegando un virtuosismo en la viola al servicio de una música extraña para muchos pero que resultará una cesura en la forma de entender no sólo la forma sonata (Moderato-Allegretto-Adagio) sino el protagonismo tímbrico de instrumentos menos "ligeros" llevados al paroxismo, como bien entendieron los intérpretes.
La cantera de cuerda asturiana aún sigue dando frutos (tendré que escribir pronto de Don Ignacio Rodríguez como nuevo pupilo de Boris Belkin en Maastrich), algo impensable en Asturias no hace tanto. Al menos puedo presumir de estar viviéndolo.
Sábado 16 de octubre, 20:15 horas. Iglesia Parroquial de Luarca. XIX Semana de Música de Cajastur, Premios Fin de Carrera "Ángel Muñiz Toca": María Ovín Carrera (violín) y Jesús Rodríguez González (viola); Mario Bernardo (piano). Obras de C. Franck y Shostakovich.
Mi querida María Ovín ha tenido que hacer un hueco en un año realmente completo para cumplir con su "obligación"como ganadora de los últimos premios del CONSMUPA en la modalidad de violín, dentro de la XIX Semana de Música de Cajastur que la trajo este sábado a Luarca para proseguir el domingo en Gijón y el lunes en Oviedo. Y digo bien lo del año completo porque además del Premio Fin de Carrera que lleva el nombre de nuestro violinista asturiano más renombrado, hay que sumar sus giras con la JONDE (principal de violines segundos y concertino) y la Gustav Mahler Jugendorchester, añadiendo su ingreso en el Royal College de Londres donde está realizando el Master of Performance con Yossi Zivoni. Pese a su juventud es toda una veterana musicalmente hablando, y aún no sabemos cuál será su destino, ya que su potencial todavía está por descubrir como lo atestigua su ya larga trayectoria. Estoy convencido que todavía tiene mucho camino por recorrer y lo escuchado en Luarca es solamente un pequeño paso en su "tour".
Eligió para estos conciertos la Sonata para violín y piano de César Franck, obra agradecida de escuchar pero dura de afrontar, siempre bien arropada en el necesario diálogo por Mario Bernardo, destacando ya desde el Allegretto ben moderato perfectamente conjuntado, pero sobremanera en el Allegro que incluso estuvo acompañado "a tempo" por las dos campanadas obligadas que marcaban la media, en un movimiento duro para los dos intérpretes por las dificultades no sólo técnicas sino de encaje y precisión máxima sin olvidar la enorme musicalidad, cuyo final arrancó ovaciones del público que abarrotaba la iglesia valdesana, partiendo en dos el discurrir musical que aún nos traería un delicado Recitativo-fantasía y el pegadizo Allegretto poco mosso final que mantuvo la homogeneidad de toda la sonata. Quedamos con ganas de más pero la velada debía continuar con el siguiente premiado.
La viola siempre ha parecido la hermana pobre en la masculina "familia Cuerda", pero las obras para ella compuestas han demostrado su papel indispensable en la tesitura a caballo entre el violín y el violonchelo, la franja más cercana a la voz humana que Shostakovich explota en su Sonata para viola y piano Op. 147 que interpretaron el otro premiado Jesús Rodríguez González de nuevo con Mario Bernardo al piano (me niego a añadir acompañante por el protagonismo compartido en las sonatas). Totalmente distinta al romanticismo franckiano de la primera parte, esta obra parece condensar todo el lenguaje sinfónico del Shostakovich más vanguardista con guiños incluso al Claro de Luna de Beethoven en el Adagio final, desplegando un virtuosismo en la viola al servicio de una música extraña para muchos pero que resultará una cesura en la forma de entender no sólo la forma sonata (Moderato-Allegretto-Adagio) sino el protagonismo tímbrico de instrumentos menos "ligeros" llevados al paroxismo, como bien entendieron los intérpretes.
La cantera de cuerda asturiana aún sigue dando frutos (tendré que escribir pronto de Don Ignacio Rodríguez como nuevo pupilo de Boris Belkin en Maastrich), algo impensable en Asturias no hace tanto. Al menos puedo presumir de estar viviéndolo.
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