Qué lujo para Oviedo

En Oviedo, y desde Madrid únicas ciudades en la gira, hemos disfrutado de Sir John Eliot Gardiner con su Orquesta Revolucionaria y Romántica más el Coro Monteverdi como arranque de la Temporada de los Conciertos del Auditorio de Oviedo, todo un lujo por el director, la orquesta, el coro y el programa... en un Oviedo que parece por momentos una ciudad alemana en cuanto a la oferta musical. Gracias a los responsables a los que otras veces critico, y sobre todo por el recuerdo del propio Gardiner para el siempre añorado, recordado y nunca suficientemente reconocido Luis Gracia Iberni -del que tendré que hablar en otra entrada del blog- en el programa de mano, en el mismo concierto, deleitándonos con un Brahms a capella realmente sublime, y con un público volcado con algo que se "mascaba en el ambiente" conocedores que no se repetirá. No vamos a descubrir nada desde aquí, simplemente dejar por escrito que cada visita de Gardiner es un lujo para cualquier melómano, y que sus conciertos son algo único e irrrepetible. Si la Obertura "Coriolano" Op. 62 de Beethoven la volveremos a escuchar esta temporada -curiosidades que se dan con muchas obras, años sin programarlas y en la misma temporada seguramente tres o cuatro veces- puso la carne de gallina al respetable, el Brahms (Geistliches Lied, Op. 30) y su selección de obras barrocas (Gabrielli, Schütz o J. S. Bach con un fragmento de la Cantata BWV 150) encontraron lo mejor del "Gardiner barroco" (ubicación de los intérpretes, afinación, homogeneidad tímbrica y todo lo que quieran añadir que sea sinónimo de placer para los sentidos), el protagonista Brahms tanto de su Fest und Gedenksprüche, Op. 109 (aún reciente en mis oídos) como su Cuarta Sinfonía en Mi menor, Op 98 tardaremos en sentirlas y "mascarlas" en mucho tiempo. No encuentro palabras para poder describir el concierto, y si las tuviera seguramente optaría a algún premio literario. Hacía tiempo que el público no se apresuraba en aplaudir con el último gesto del director, lo que nos permitió "mascar" cada última nota, deleitarnos ese instante donde todos mantenemos la respiración y podemos escuchar la última consonante del coro o el último armónico de la orquesta. Por un momento estuve en Salzburgo escuchando la Filarmónica de Viena con una Segunda Sinfonía de Brahms y Sir Colin Davis (otra batuta de Sir magnífica) en el mejor lugar y momento posible. Oviedo y Salzburgo con Brahms y "un Sir" en el podio como nexo de unión en mi memoria. Y es que el círculo no es tan grande como creemos, Gardiner ha dirigido un The Rake´s Progress que escucharemos muy pronto y por primera vez en Oviedo, y se me amontonan datos que en ese círculo se cierran en un instante etéreo. Tan sólo decir lo del título pero ampliado: qué lujo para Oviedo y ¡para todos los privilegiados asistentes!. GRACIAS GARDINER.

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