Maßgeschneidert (Hecho a la medida)
Lunes 18 de enero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, "Conciertos del Auditorio": Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin (Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín); Ricarda Merbeth (soprano), Robert Dean Smith (tenor), Martin Snell (bajo); director: Marek Janowsky. Obras de R. Strauss y R. Wagner.
Esta vez las notas al programa estuvieron a cargo de del renombrado crítico de cine, el asturiano Manuel González Cuervo, que también escribe en los libros de la Temporada de ópera de Oviedo, licenciado en Filología Hispánica en Lingüística y Literatura, además de traductor, director de cortos, actor y asesor cinematográfico de la citada ópera ovetense, dignos de lectura reposada, esta vez escribe dos auténticos ensayos breves: "En el nombre de Wagner" y "Dioses torpes y héroes humanos" sobre esta velada tan alemana, que también incluía el texto original en alemán con su traducción al español del Acto I de La Valquiria que ocupó la segunda parte del concierto y que comentaré más adelante.
Esta vez las notas al programa estuvieron a cargo de del renombrado crítico de cine, el asturiano Manuel González Cuervo, que también escribe en los libros de la Temporada de ópera de Oviedo, licenciado en Filología Hispánica en Lingüística y Literatura, además de traductor, director de cortos, actor y asesor cinematográfico de la citada ópera ovetense, dignos de lectura reposada, esta vez escribe dos auténticos ensayos breves: "En el nombre de Wagner" y "Dioses torpes y héroes humanos" sobre esta velada tan alemana, que también incluía el texto original en alemán con su traducción al español del Acto I de La Valquiria que ocupó la segunda parte del concierto y que comentaré más adelante.
Un concierto realmente alemán por la formación orquestal berlinesa y el programa de los dos Richard, aunque dirigido por el polaco Marek Janowsky, todo un seguro de éxito aunque de nuevo "la muerte sobrevolando" un auditorio cada vez más "acatarrado" y maleducado pese a no conseguir llenarse.
La primera parte la ocupó Tod und Verklärung (Muerte y transfiguración) Op. 24 de R. Strauss, sobrecogedora partitura con una interpretación pulcra, intensa, maciza en su sonoridad y a la vez llena de momentos con una delicadeza pasmosa en una formación que supera el centenar de músicos. El maestro polaco la dirigió de memoria a una orquesta con la que ha conseguido (y sigue) cimas interpretativas como esta del lunes, simbiosis deseada entre músicos. Sin llegar a ser el titular de El Norte de Castilla que dice "Janowski y la Sinfónica de la Radio de Berlín cantan a Strauss" (¿errata o retórica?) anunciando el del pasado sábado en Valladolid con el mismo programa -que continuarán en su gira española por San Sebastián el miércoles 20- sí tiene de cierto que el director hace "cantar" a su orquesta con unos matices increíbles para una formación tan numerosa. La interpretación de esta página sinfónica fue lo mejor del concierto (así lo reconocía "interneteando" mi Tocayo Gallego), y el final nos fue acongojando en ese alargar disminuyendo el último acorde, logrando el "milagro" de no arrancar aplausos tras el giro de batuta, permitiéndonos "degustar" esa transfiguración que cierra el círculo de la propia vida...
La primera parte la ocupó Tod und Verklärung (Muerte y transfiguración) Op. 24 de R. Strauss, sobrecogedora partitura con una interpretación pulcra, intensa, maciza en su sonoridad y a la vez llena de momentos con una delicadeza pasmosa en una formación que supera el centenar de músicos. El maestro polaco la dirigió de memoria a una orquesta con la que ha conseguido (y sigue) cimas interpretativas como esta del lunes, simbiosis deseada entre músicos. Sin llegar a ser el titular de El Norte de Castilla que dice "Janowski y la Sinfónica de la Radio de Berlín cantan a Strauss" (¿errata o retórica?) anunciando el del pasado sábado en Valladolid con el mismo programa -que continuarán en su gira española por San Sebastián el miércoles 20- sí tiene de cierto que el director hace "cantar" a su orquesta con unos matices increíbles para una formación tan numerosa. La interpretación de esta página sinfónica fue lo mejor del concierto (así lo reconocía "interneteando" mi Tocayo Gallego), y el final nos fue acongojando en ese alargar disminuyendo el último acorde, logrando el "milagro" de no arrancar aplausos tras el giro de batuta, permitiéndonos "degustar" esa transfiguración que cierra el círculo de la propia vida...
Oviedo es plaza operística veterana, y aunque el Auditorio "Príncipe Felipe" no sea lo mismo que el Teatro Campoamor, es frecuente encontrar programas con versiones en concierto, curiosamente y como comentaba mi compañero de butaca Gasparín "el boticariu", siendo Wagner quien más aplausos ha arrancado en el Auditorio (recordando el Lohengrin de nuestra OSPA).
Esta tarde de lunes escuchamos el Acto I de Die Walküre (La Valquiria) de R. Wagner con unas voces buscadas ex-profeso para cada uno de los roles protagonistas del mismo: la soprano Ricarda Merbeth (Sieglinde), el tenor Robert Dean Smith (Siegmund) y el bajo Martin Snell (Hunding), con quien quiero comenzar, reconociendo que estuvo "mejor" que en su última y reciente "visita" navideña a Asturias para El Mesías, y que personalmente me reconocía antes del concierto, ante un café, que "no estaba en plenitud de facultades". Un hombre simpático ataviado cual leñador neozelandés -camisa de cuadros y pantalón de pana- zampándose un buen bocadillo para reponer fuerzas antes de su breve pero intensa intervención, siempre al lado de los contrabajos pero con buena proyección de su voz, rotunda y de timbre adaptado a su papel con una dicción correctísima.
Capítulo aparte merecen los protagonistas Sieglinde y Siegmund, perfectos en sus respectivas intervenciones aunque con una orquesta que por momentos les tapó, o bien que carecieron de más volumen en los ff. Son voces con amplio vagaje en Mahler, Beethoven y por supuesto Wagner, aunque no ayudó su colocación a ambos lados del director para poder escenificar algo más sus papeles, si bien en el aria final de la espada (Ein Schwert verhiess mir der Vater) Robert Dean Smith realmente consiguió hacernos imaginarle con ella en la mano sacándola del árbol cual Scalibur. Lo bueno de las versiones en concierto es que cierras lo ojos y te imaginas la escenografía que quieras... ¡Qué importante es la música! El timbre de este barítono transformado en tenor wagneriano (heldentenor) es idóneo para estos papeles y realmente fue el triunfador del acto. Por su parte la soprano de coloratura Ricarda Merbeth fue una más que correcta Sielinde aunque su registro grave no tenía el "poderío" esperado, pero evolucionó favorablemente, de menos a más y con una gran carga de dramatismo en el dúo de la escena tercera con el tenor que hubiera resultado más convincente de haberla cantado uno al lado del otro, hombro con hombro y mano sobre mano (¡soy un antiguo!).
Curiosamente quien mejor puede definir el concierto de Oviedo es EMECÉ, en la crítica del celebrado en Bilbao: "¡Uff, qué barbaridad!".
Sobre titular la entrada en alemán no es snobismo, es que "me salió del diccionario": hecho a la medida.
Esta tarde de lunes escuchamos el Acto I de Die Walküre (La Valquiria) de R. Wagner con unas voces buscadas ex-profeso para cada uno de los roles protagonistas del mismo: la soprano Ricarda Merbeth (Sieglinde), el tenor Robert Dean Smith (Siegmund) y el bajo Martin Snell (Hunding), con quien quiero comenzar, reconociendo que estuvo "mejor" que en su última y reciente "visita" navideña a Asturias para El Mesías, y que personalmente me reconocía antes del concierto, ante un café, que "no estaba en plenitud de facultades". Un hombre simpático ataviado cual leñador neozelandés -camisa de cuadros y pantalón de pana- zampándose un buen bocadillo para reponer fuerzas antes de su breve pero intensa intervención, siempre al lado de los contrabajos pero con buena proyección de su voz, rotunda y de timbre adaptado a su papel con una dicción correctísima.
Capítulo aparte merecen los protagonistas Sieglinde y Siegmund, perfectos en sus respectivas intervenciones aunque con una orquesta que por momentos les tapó, o bien que carecieron de más volumen en los ff. Son voces con amplio vagaje en Mahler, Beethoven y por supuesto Wagner, aunque no ayudó su colocación a ambos lados del director para poder escenificar algo más sus papeles, si bien en el aria final de la espada (Ein Schwert verhiess mir der Vater) Robert Dean Smith realmente consiguió hacernos imaginarle con ella en la mano sacándola del árbol cual Scalibur. Lo bueno de las versiones en concierto es que cierras lo ojos y te imaginas la escenografía que quieras... ¡Qué importante es la música! El timbre de este barítono transformado en tenor wagneriano (heldentenor) es idóneo para estos papeles y realmente fue el triunfador del acto. Por su parte la soprano de coloratura Ricarda Merbeth fue una más que correcta Sielinde aunque su registro grave no tenía el "poderío" esperado, pero evolucionó favorablemente, de menos a más y con una gran carga de dramatismo en el dúo de la escena tercera con el tenor que hubiera resultado más convincente de haberla cantado uno al lado del otro, hombro con hombro y mano sobre mano (¡soy un antiguo!).
Curiosamente quien mejor puede definir el concierto de Oviedo es EMECÉ, en la crítica del celebrado en Bilbao: "¡Uff, qué barbaridad!".
Sobre titular la entrada en alemán no es snobismo, es que "me salió del diccionario": hecho a la medida.
P.D. 1: Reseñas del concierto en LVA y comentarios de Pablo Gallego en LNE el martes 19.
P.D. 2: Críticas de mis habituales Aurelio M. Seco en LVA, y Ramón G. Avello en El Comercio más la de Joaquín Valdeón en LNE el miércoles 20.
P.D. 2: Críticas de mis habituales Aurelio M. Seco en LVA, y Ramón G. Avello en El Comercio más la de Joaquín Valdeón en LNE el miércoles 20.
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