Cuarteto Clásico de Oviedo, pero muy jóvenes

Ya avanzaba ayer que diciembre sería un mes muy musical, y sin contar con ello ya me llegó el primer regalo de manos de mi querido José Manuel Ovín de la Vega para regalarme un pase y asistir a este concierto que me hacía mucha ilusión no sólo por escuchar una obra poco habitual de Mahler sino porque esta formación de cámara destila juventud y profesionalidad en cada uno de sus componentes. Si además a la componte femenina lo conozco desde que daba sus primeros pasos reales y a otro desde los primeros musicales, juntándose en un cuarteto que actuaba en mi añorado Teatro Filarmónica, no podía menos que subir a Anfiteatro dudando entre "mi butaca de juventud" o la del Paco Sarandeses (1902-1982), amigo de mi abuelo desde sus inicios futbolísticos (curiosamente como Pepe Ovín y un servidor), además de un fenómeno del humor y reconocido melómano, decantándome las canas de mi medio siglo abundante por la de más edad (me refiero a la butaca), aunque cercanas ambas en la esquina izquierda.
Este joven Cuarteto formado por María Ovín Carrera (violín), Jesús Rodríguez González (viola), Gabriel Ureña Hevia (cello) y Manuel Cabo González (piano), todos ellos solistas de larga trayectoria pese a sus pocos años de edad y con probada experiencia en formaciones sinfónicas como la JONDE o la EUYO, incluso ya docentes desde hace un año de la Junta de Castilla y León como es el caso de Manuel, nos ofrecieron un programa no exento de dificultades y lleno de lírico virtusismo que solventaron con la profesionalidad y frescura que dan el estudio prolongado y la alegría juvenil.

Prosiguieron con el Cuarteto para Piano y cuerdas en La m. (1876) de Mahler, la única música de cámara del bohemio precisamente compuesta en sus años de estudiante de conservatorio con apenas 17 años pero cuya juventud encontró perfectos intérperetes en la sesión del Teatro Filarmónica. Obra de un solo movimiento pero que desarrollando un tema lento va transformándose hacia un pasaje rápido por dos veces, dando en cierto modo los cuatro movimientos de rigor aunque en forma libre. La interpretación del cuarteto resultó lo mejor del concierto, con dinámicas amplias en cada uno de los solistas (aquí se notó menos la apertura de la tapa del piano) y una cuidada sonoridad, llegando ese final del violín solo que me evocaba muchos motivos de las sinfonías.

Una interpretación madura de tres cuartetos juveniles que fueron in crescendo todo el concierto, merecida y largamente aplaudidos por un público menos numeroso del esperado aunque con más caras nuevas de las habituales y renovándose lentamente.
Al salir aún me quedó tiempo para charlar un buen rato en la puerta con mi admirado Ignacio Rodríguez y su madre Maque sobre Leipzig y Bach, incluso de felicitar personalmente a medio cuarteto: Gabriel y "mi" María, ante los que me quité la visera, así como otro montón de amigos y conocidos que coincidimos felizmente en esta velada musical (dónde mejor).

P.D.1: Reportaje de Aurelio M. Seco en LVA.
P.D.2: Crítica de Diana Díaz en LNE del viernes 4 de diciembre.
P.D.2: Crítica de Diana Díaz en LNE del viernes 4 de diciembre.
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