Magisterio en FA
Jueves 18 de marzo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, "Jornadas de Piano Luis G. Iberni": OSPA, Eldar Nebolsin (piano), Antoni Ros Marbà (director). Obras de Chopin y Brahms.
El piano regresó de protagonista al auditorio carbayón volviendo a rendir tributo al genio polaco en el año de su bicentenario, y en qué mejores manos que las de un pianista de la talla del uzbeko afincado en Madrid. El Concierto para piano y orquesta nº 2 en Fa menor, Op. 21 de Chopin lo afrontó desde una lectura profunda, seria y atenta a "La Música", sin concesiones a la galería en cuanto a simples "fuegos de artificio" muy de moda en otros intérpretes con más prensa que prefieren epatar desde el virtuosismo olvidando el enorme trasfondo de estas obras. Y a ello ayudó sobremanera una dirección que sólo la madurez y magisterio del catalán pueden conseguir, logrando acompañar a la perfección y compartir protagonismo en este concierto tan difícil para lograr el perfecto acoplamiento cuando se toca desde un rubato perfecto para este romántico por excelencia, que obliga a estar atento no sólo al director sino a toda la orquesta para conseguir ese ensamblaje que exige el piano solista. El Maestoso resultó literal, desde el arranque orquestal hasta la llegada del piano con esa "flexibilidad melódica del bel canto italiano" que apuntaba en las notas al programa la siempre docta Mª Encina Cortizo. También el Larghetto respiró lirismo y también patetismo en cada nota escrita, la técnica al servicio de la musicalidad que Chopin le dedica a su amada de entonces (Konstancja Gladkowska) en los años 1828-30, aunque el concierto no se editase hasta 1836 (por ello figura como nº 2 aunque fuese el primero en componer). Sin respiro entramos en la "mazurka" del Allegro vivace en su tempo giusto, es decir lo suficientemente rápido (que no es igual que Vivace allegro) como para seguir un baile aunque elevado a las cotas de "música total". El perfecto ensamblaje tímbrico entre una orquesta perfecta, un solista excelente y un director conocedor de cada detalle dió una de las mejores versiones en vivo que he podido escuchar (las grabaciones evidentemente son otra cosa).
Y cual reafirmación de la visión que Eldar Nebolsin tiene de Chopin, su regalo fue el Estudio nº 19, Op. 25 nº 7 en Do#m, precisamente el que más profundidad de interpretación exige y no "solamente técnica" y velocidad como cualquiera de ese opus o incluso del opus 10. Gracias Eldar.
Mas el Magisterio en FA que titula esta entrada, en alusión a las tonalidades de las obras de hoy, Fa menor (del polaco) y FA Mayor (del alemán), "Concierto en FA" que comentaba el propio Ros Marbà en la entrevista para OSPA TV, llegaría con la Sinfonía nº 3, en FA M., Op. 90 de Brahms. De nuevo el sinfonista hamburgués sonando en nuestra OSPA pero desde la madurez y claridad de ideas, obra angular para directores y formaciones, que el director de L'Hospitalet conoce a la perfección, desde una escuela privilegiada (recordar que fue alumno de Celibidache) y un estilo de conducción que no pasará de moda nunca, sumado a una psicología con los músicos que solamente los años consigue. También lo comentaba en la entrevista citada, y personalmente estoy convencido que "nuestra OSPA", dúctil como ninguna y con un sello propio logrado igualmente con el tiempo, supo seguir todas y cada una de las indicaciones del maestro.
La interpretación de "la tercera" resultó magistral -no me importan fallos puntuales en una nota falsa o una entrada de una sección una parte antes-, desde el Allegro con brio que corroboró la excelente madera que tenemos, pasando por el Andante al que la orquestación del "heredero de Beethoven" llena de una sonoridad propia como la conseguida por nuestros músicos. Y no por conocido resultó enormemente emotivo el Poco allegretto donde la cuerda (recolocada a la forma clásica, al igual que las trompas atrás a la derecha) brilló en cada pasaje, sin olvidar el protagonismo y subrayado de los metales o los siempre acertados timbales (hoy al fondo a la izquierda). El clímax estaría en el final, el Adagio culmina una paleta tímbrica que utilizó perfectamente el director catalán para lograr un color que todos sabíamos que estaba ahí pero nos faltaba ver, en este caso escuchar. Y la dinámica que tuvo esta sinfonía, del primero al último movimiento, logró acallar toses, móviles y respiraciones, algo desgraciadamente raro en nuestros públicos. Realmente la autoridad no se da, se gana, y El Magisterio de este jueves fue generalizado a todos los intérpretes, con Don Antoni a la cabeza.
El piano regresó de protagonista al auditorio carbayón volviendo a rendir tributo al genio polaco en el año de su bicentenario, y en qué mejores manos que las de un pianista de la talla del uzbeko afincado en Madrid. El Concierto para piano y orquesta nº 2 en Fa menor, Op. 21 de Chopin lo afrontó desde una lectura profunda, seria y atenta a "La Música", sin concesiones a la galería en cuanto a simples "fuegos de artificio" muy de moda en otros intérpretes con más prensa que prefieren epatar desde el virtuosismo olvidando el enorme trasfondo de estas obras. Y a ello ayudó sobremanera una dirección que sólo la madurez y magisterio del catalán pueden conseguir, logrando acompañar a la perfección y compartir protagonismo en este concierto tan difícil para lograr el perfecto acoplamiento cuando se toca desde un rubato perfecto para este romántico por excelencia, que obliga a estar atento no sólo al director sino a toda la orquesta para conseguir ese ensamblaje que exige el piano solista. El Maestoso resultó literal, desde el arranque orquestal hasta la llegada del piano con esa "flexibilidad melódica del bel canto italiano" que apuntaba en las notas al programa la siempre docta Mª Encina Cortizo. También el Larghetto respiró lirismo y también patetismo en cada nota escrita, la técnica al servicio de la musicalidad que Chopin le dedica a su amada de entonces (Konstancja Gladkowska) en los años 1828-30, aunque el concierto no se editase hasta 1836 (por ello figura como nº 2 aunque fuese el primero en componer). Sin respiro entramos en la "mazurka" del Allegro vivace en su tempo giusto, es decir lo suficientemente rápido (que no es igual que Vivace allegro) como para seguir un baile aunque elevado a las cotas de "música total". El perfecto ensamblaje tímbrico entre una orquesta perfecta, un solista excelente y un director conocedor de cada detalle dió una de las mejores versiones en vivo que he podido escuchar (las grabaciones evidentemente son otra cosa).
Y cual reafirmación de la visión que Eldar Nebolsin tiene de Chopin, su regalo fue el Estudio nº 19, Op. 25 nº 7 en Do#m, precisamente el que más profundidad de interpretación exige y no "solamente técnica" y velocidad como cualquiera de ese opus o incluso del opus 10. Gracias Eldar.
Mas el Magisterio en FA que titula esta entrada, en alusión a las tonalidades de las obras de hoy, Fa menor (del polaco) y FA Mayor (del alemán), "Concierto en FA" que comentaba el propio Ros Marbà en la entrevista para OSPA TV, llegaría con la Sinfonía nº 3, en FA M., Op. 90 de Brahms. De nuevo el sinfonista hamburgués sonando en nuestra OSPA pero desde la madurez y claridad de ideas, obra angular para directores y formaciones, que el director de L'Hospitalet conoce a la perfección, desde una escuela privilegiada (recordar que fue alumno de Celibidache) y un estilo de conducción que no pasará de moda nunca, sumado a una psicología con los músicos que solamente los años consigue. También lo comentaba en la entrevista citada, y personalmente estoy convencido que "nuestra OSPA", dúctil como ninguna y con un sello propio logrado igualmente con el tiempo, supo seguir todas y cada una de las indicaciones del maestro.
La interpretación de "la tercera" resultó magistral -no me importan fallos puntuales en una nota falsa o una entrada de una sección una parte antes-, desde el Allegro con brio que corroboró la excelente madera que tenemos, pasando por el Andante al que la orquestación del "heredero de Beethoven" llena de una sonoridad propia como la conseguida por nuestros músicos. Y no por conocido resultó enormemente emotivo el Poco allegretto donde la cuerda (recolocada a la forma clásica, al igual que las trompas atrás a la derecha) brilló en cada pasaje, sin olvidar el protagonismo y subrayado de los metales o los siempre acertados timbales (hoy al fondo a la izquierda). El clímax estaría en el final, el Adagio culmina una paleta tímbrica que utilizó perfectamente el director catalán para lograr un color que todos sabíamos que estaba ahí pero nos faltaba ver, en este caso escuchar. Y la dinámica que tuvo esta sinfonía, del primero al último movimiento, logró acallar toses, móviles y respiraciones, algo desgraciadamente raro en nuestros públicos. Realmente la autoridad no se da, se gana, y El Magisterio de este jueves fue generalizado a todos los intérpretes, con Don Antoni a la cabeza.
P.D. 1: Reseña de LNE del viernes 19 de marzo, donde insisten en escribir Elgar Nebolsin (¿desinformación?).
P.D. 2: Excelente entrevista a Ros Marbà de mi admirado Aurelio M. Seco en su web, que supongo (?) publicará "La Voz de Asturias" en su versión papel.
P.D. 2: Excelente entrevista a Ros Marbà de mi admirado Aurelio M. Seco en su web, que supongo (?) publicará "La Voz de Asturias" en su versión papel.
P.D. 3: Crítica de Joaquín Valdeón en LNE del sábado 20.
P.D. 4: Crítica de Aurelio M. Seco en LVA del lunes 22.
P.D. 4: Crítica de Aurelio M. Seco en LVA del lunes 22.
Comentarios