Recordando al Maestro Ángel Émbil
Sábado 1 de mayo, 20:00 horas. Iglesia Parroquial de San Pedro, Pola de Siero: XVIII Memorial "Ángel Émbil". Coro de Cámara "Duque de Calabria" de Alcalá de Henares, Manuel Casas (tiorba), Isaac Diego García (laúd), Javier García (guitarra barroca); Director: Amaro González de Mesa. Repertorio básicamente siglos XVI al XVIII.
El viernes 30 de abril arrancaba en Pola de Siero el homenaje que cada año desde hace dieciocho le dedica a "su músico" más querido que tanto hizo por la música, y la coral en particular: el maestro D. Ángel Émbil Ecenarro (Zumaya, 28 de febrero de 1897 - Pola de Siero, 18 de junio de 1980), del que dando la vuelta al chiste de los vascos diría que un "polesu" nace donde le da la gana -o en nuestro caso la mujer le lleve-.
La biografía la pueden leer en varios enlaces, y el cariño que se le tiene a Don Ángel y su familia (evidentemente muy coral) lo demuestra poder reunir tantos años seguidos a coros que siguen rindiendo gratitud y homenaje hacia "El Maestro".
La biografía la pueden leer en varios enlaces, y el cariño que se le tiene a Don Ángel y su familia (evidentemente muy coral) lo demuestra poder reunir tantos años seguidos a coros que siguen rindiendo gratitud y homenaje hacia "El Maestro".
Esta tarde del primero de mayo acudía una formación de cámara complutense dirigida por un asturiano amigo de "los Embil": Amaro, amistad y gratitud que todos los presentes compartimos tanto hacia el homenajeado como al excelente coro de Alcalá.
La primera parte estuvo dedicada a polifonía religiosa a capella, con un repertorio perfectamente adaptado a la calidad del coro: afinación, empaste sólo roto puntualmente por las sopranos (eran mayoría), buena técnica (en todos sus componentes) y dominio interpretativo de las obras elegidas, con una dirección precisa y clara del carbayón, que paso a detallar con enlaces tanto de los autores como de otras interpretaciones en la web:
Siglo XVI:
Palestrina (1525-1594): Sicut Cervus; W. Byrd (1540-1623): Civitas sancti tui; T. L. de Victoria (1548-1611): Vidi speciosam.
Siglos XVII y XVIII:
C. Monteverdi (1567-1643): Sancta Maria; J. Cererols (1618-1676): Regina Caeli; Fray M. Espona (1714-1779): del "Magnificat" Magnificat anima mea, Esurientes y Gloria. Emotiva la explicación previa de esta última, conocida en los inicios corales de su director en Piedras Blancas con dedicatoria a nuestra común amiga María Ablanedo, componente y solista por entonces bajo su dirección y presente en el concierto.
Siglo XX:
M. Duruflé (1902-1986): Ubi Caritas; B. Britten (1913-1976): A Hymn to the Virgin; Fernando Moruja (1960-2004): Lux Aeterna. Comentar que pese a cierta especialización en el periodo barroco, este último bloque me resultó el mejor (y conste que lo anterior está en mi memoria de los tiempos del Coro Universitario), si bien la excesiva reverberación del templo hizo ininteligibles muchos textos y algunas armonías, lo que precisamente favoreció las últimas. Dejo como ejemplo esta otra versión (la del concierto la añadí el 5 de mayo, cortesía del coro en YouTube®) del tristemente desaparecido argentino Fefe Moruja:
Tras el descanso y con los instrumentistas citados al inicio así como varios componentes y el propio director igualmente pertrechados de parches e idiófonos varios -incluso una flauta dulce puntual-, afrontaron su repertorio de música de los virreinatos españoles del nuevo mundo titulado "Barroco Virreinal", donde la acústica hizo de las suyas dado que la percusión pudo por momentos con las hermosas melodías y diferentes solos del excelente coro de cámara tapando incluso a la cuerda punteada. Música interesantísima que me recordó mucho al Ensemble uruguayo "De Profundis" en el sentido de volver a recuperar tantas obras del otro lado del charco que respiran los nuevos aires de mestizaje ayudados por el trío de cuerda realmente bueno que por momentos consiguieron "reinventar" joropos y guarachas desde una interpretación pulcra e historicista.
Quiero dejar aquí también autores y obras:
Del portugués de Évora, afincado en Guatemala y después en Puebla (México), Gaspar Fernández (1570-1629): Toquen as sonajas, Andrés do queda el ganado, Jesós de mi gorazón, Mano Fasiquiyo y Xicochi (con un solo de contratenor que hizo las delicias de los presentes).
Del malagueño Juan Gutiérrez de Padilla (1590-1664) interpretaron A siolo Flasiquiyo.
Del más que "probable mexicano" Juan García de Zéspedes (1619-1678) nos dejaron Convidando está la noche, una de las más celebradas por los presentes en esa línea de interpretaciones desde la óptica histórica, sin perder la frescura, dignas de encomio.
Para terminar llegó el turno del albaceteño de Villarrobledo (autor de la primera ópera del Nuevo Mundo) Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728) y su Desvelado dueño mío.
Los largos y merecidos aplausos tras el esfuerzo y buen hacer, nos dejaron dos propinas: Se me quebraron los remos del maestro Émbil, como no podía ser menos en su memorial, y Como la flor de Eduardo Martínez Torner (Oviedo, 7 de abril de 1888 - Londres, 17 de febrero de 1955), otro de los músicos asturianos que deberíamos exportar más a menudo, canción a la que se sumaron muchas voces corales presentes entre el público, no sólo local, que comparten recuerdos, cariño y amistad tanto hacia Amaro como al homenajeado y recordado maestro que seguirán cantándole a lo largo del mes.
Quiero dejar aquí también autores y obras:
Del portugués de Évora, afincado en Guatemala y después en Puebla (México), Gaspar Fernández (1570-1629): Toquen as sonajas, Andrés do queda el ganado, Jesós de mi gorazón, Mano Fasiquiyo y Xicochi (con un solo de contratenor que hizo las delicias de los presentes).
Del malagueño Juan Gutiérrez de Padilla (1590-1664) interpretaron A siolo Flasiquiyo.
Del más que "probable mexicano" Juan García de Zéspedes (1619-1678) nos dejaron Convidando está la noche, una de las más celebradas por los presentes en esa línea de interpretaciones desde la óptica histórica, sin perder la frescura, dignas de encomio.
Para terminar llegó el turno del albaceteño de Villarrobledo (autor de la primera ópera del Nuevo Mundo) Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728) y su Desvelado dueño mío.
Los largos y merecidos aplausos tras el esfuerzo y buen hacer, nos dejaron dos propinas: Se me quebraron los remos del maestro Émbil, como no podía ser menos en su memorial, y Como la flor de Eduardo Martínez Torner (Oviedo, 7 de abril de 1888 - Londres, 17 de febrero de 1955), otro de los músicos asturianos que deberíamos exportar más a menudo, canción a la que se sumaron muchas voces corales presentes entre el público, no sólo local, que comparten recuerdos, cariño y amistad tanto hacia Amaro como al homenajeado y recordado maestro que seguirán cantándole a lo largo del mes.
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