Concierto decepcionante y agridulce
Viernes, 13 de marzo, 20:00 h. Jornadas de Piano "Luis G. Iberni". Auditorio de Oviedo.
Parece que los premios son un "seguro" de contratación, máxime uno tan exquisito (es el quinto que se da) como el Gilmore Artist Award "otorgado a un pianista excepcional con profundas cualidades musicales y carisma".
La prensa digital regional de hoy viernes se ocupaba de la actuación en Oviedo de la argentina afincada en Milán y poseedora del galardón, Ingrid Fliter, y nos dejaba dos entrevistas complementarias por las preguntas y el enfoque, creo que en parte por los entrevistadores: LNE por Pablo Gallego (subida a las 10:45 de hoy, por lo que era imposible verla en papel) y LVA por mi amigo Aurelio M. Seco. Los titulares ya me indicaron "algo del carisma": «Sería ideal que la belleza nos salvase de todo, pero con el hambre no es posible» para añadir «Chopin toca directamente el corazón de las personas y es difícil no sentirse emocionado por tanto sentimiento» mientras comentaba en la siguiente "Chopin fue mi primer amor", al que le añado que creo también el último, al reconocer que por su profesión le es difícil mantener relacionaes estables: "Ahora estoy concentrada en mi carrera, pero es cierto que en ocasiones sufro sus consecuencias, y no puedo disfrutar de cosas como una puesta de sol, un paseo, o la posibilidad de tener un hijo". Todo este relleno para ponerme en situación, aunque ya medio descolocado (la entrevista de Aurelio es para leerla) porque realmente "anhelaba" escucharla tocar ese Chopin del que, por lo menos en disco, leo que es "especialista" (he escuchado fragmentos en su web, bien pero sin emocionarme), pero claro no es igual una sala de cámara o el estudio de grabación "a solas con el polaco" que TOCAR CON ORQUESTA el Concierto nº 1 en Mi m, Op. 11 -a propósito, obra obligada en el antiguo "8º curso de piano" del Conservatorio de Oviedo que "sufrimos" (aunque sin orquesta, evidentemente) todos hasta mi generación-. Añadir además que tocó con la partitura -como escondida en horizontal, aunque pasaba hojas para adelante y atrás como buscando dónde estaba, algo impensable en una profesional y con una obra que es "catecismo" de los conciertos con orquesta-.
La OSPA con Max Valdés "retornado" de Edmonton (USA) en la dirección titular pero en concierto extraordinario (no era de Abono OSPA sino como "invitada" dentro de las Jornadas de Piano) se las vió y deseó para poder acompañar a la argentina (nunca le ví dudar tanto con la batuta ni acabar con los cuellos fuera de la chaqueta). Y es que los tempi, rubatos, ritardandi y todo lo que queramos añadir de dinámica y agógica que "impuso" la pianista -apenas miró para el director- fueron tan exagerados y personalmente, tan "fuera de lugar" que hacía imposible coincidir en algún inicio de compás. Si el papel orquestal que de acompañante tiene esta obra (Chopin sólo dominó el piano, a diferencia del Schumann con el que confiesa haberse emocionado hace poco) es fundamental, bastante tuvieron los profesores con "encontrarse" alguna vez incluso "sin querer". Para los que conocemos la obra casi de memoria (y suele pasar con repertorio tan "popular" como el del concierto de hoy), amén de la cantidad de excelentes registros sonoros que nos hemos "tragado" (e inconscientemente tendemos a comparar ¿Argerich, Maria João Pires? (de los Rubinstein, Pollini... ni escribo) la interpretación (?) de esta laureada pianista no me gustó absolutamente nada, como si estuviera todavía "verde" y con tan "profundas cualidades musicales" que "no salieron a flote"... La sensación de llevarlo todo precipitado, poco claro, "embarullado", sucio, incluso "pateando" con el pie izquierdo, me la corroboró al "abalanzarse" sobre el piano antes de finalizar los aplausos del respetable con el bis del archiconocido Vals del minuto (Vals en re bemol Op 64 Nº 1, incluso conocido también como Vals del Perrito y que me gusta más la versión cantada de Nacha Guevara) en igual línea de prisas y con una mano izquierda "muda" (pese a ser zurda, como me "chivó" Aurelio) en una obra que esperaba fuese su broche de oro, quedando en bisutería fina. Me imagino que son opiniones y formas de entender a Chopin como le comentaba a Cosme Marina (colaborador de LNE y del blog docenotas entre otras muchísimas cosas más siempre relacionadas con la música) al salir del concierto.
Tras el cigarro del descanso la orquesta en pleno (con refuerzos puntuales) nos ofreció unos Cuadros de Mussorgski-Ravel "más acuarelas que lienzos", con unos tempi algo inhabituales con los que nos sorprendió el maestro Valdés, arrancando ya algo más lento de lo "esperado" y en cambio los movimientos rápidos quasi andantes como intentando no enturbiar los pasajes difíciles por el número de notas que debe afrontar la cuerda en varios números, y eso que "los arcos" siempre han sido la columna vertebral y el bloque de nuestra OSPA, además de amantes y conocedores del repertorio ruso. Los solistas de viento, en general se comportaron pero sin excesos: algún fraseo algo extraño (respiraciones fuera de sitio en la tuba de David M. Moen), adornos poco limpios (trompeta de Maarten Van Weverwijk), excesivo ataque (saxo de Antonio Cánovas), buscando más la nota "segura" que el fraseo de esa orquestación genial (todo lo contrario de la primera parte) que de la obra para piano de Mussorgski hizo el gran Maurice Ravel. El resto de solistas y demás secciones también cumplieron pero sin llegar al notable... "como si el punto dulce alcanzado con Kynan Johns se hubiese quedado pegado al paladar o el cocinero Valdés no controlase el fuego correcto". Con todo, al finalizar el concierto el maestro chileno se dirigió al público para comentar que "todos nos sentíamos orgullosos de nuestra orquesta" (igual que hizo Ceccato... ¿se lo comentarían?).
Parece que los premios son un "seguro" de contratación, máxime uno tan exquisito (es el quinto que se da) como el Gilmore Artist Award "otorgado a un pianista excepcional con profundas cualidades musicales y carisma".
La prensa digital regional de hoy viernes se ocupaba de la actuación en Oviedo de la argentina afincada en Milán y poseedora del galardón, Ingrid Fliter, y nos dejaba dos entrevistas complementarias por las preguntas y el enfoque, creo que en parte por los entrevistadores: LNE por Pablo Gallego (subida a las 10:45 de hoy, por lo que era imposible verla en papel) y LVA por mi amigo Aurelio M. Seco. Los titulares ya me indicaron "algo del carisma": «Sería ideal que la belleza nos salvase de todo, pero con el hambre no es posible» para añadir «Chopin toca directamente el corazón de las personas y es difícil no sentirse emocionado por tanto sentimiento» mientras comentaba en la siguiente "Chopin fue mi primer amor", al que le añado que creo también el último, al reconocer que por su profesión le es difícil mantener relacionaes estables: "Ahora estoy concentrada en mi carrera, pero es cierto que en ocasiones sufro sus consecuencias, y no puedo disfrutar de cosas como una puesta de sol, un paseo, o la posibilidad de tener un hijo". Todo este relleno para ponerme en situación, aunque ya medio descolocado (la entrevista de Aurelio es para leerla) porque realmente "anhelaba" escucharla tocar ese Chopin del que, por lo menos en disco, leo que es "especialista" (he escuchado fragmentos en su web, bien pero sin emocionarme), pero claro no es igual una sala de cámara o el estudio de grabación "a solas con el polaco" que TOCAR CON ORQUESTA el Concierto nº 1 en Mi m, Op. 11 -a propósito, obra obligada en el antiguo "8º curso de piano" del Conservatorio de Oviedo que "sufrimos" (aunque sin orquesta, evidentemente) todos hasta mi generación-. Añadir además que tocó con la partitura -como escondida en horizontal, aunque pasaba hojas para adelante y atrás como buscando dónde estaba, algo impensable en una profesional y con una obra que es "catecismo" de los conciertos con orquesta-.
La OSPA con Max Valdés "retornado" de Edmonton (USA) en la dirección titular pero en concierto extraordinario (no era de Abono OSPA sino como "invitada" dentro de las Jornadas de Piano) se las vió y deseó para poder acompañar a la argentina (nunca le ví dudar tanto con la batuta ni acabar con los cuellos fuera de la chaqueta). Y es que los tempi, rubatos, ritardandi y todo lo que queramos añadir de dinámica y agógica que "impuso" la pianista -apenas miró para el director- fueron tan exagerados y personalmente, tan "fuera de lugar" que hacía imposible coincidir en algún inicio de compás. Si el papel orquestal que de acompañante tiene esta obra (Chopin sólo dominó el piano, a diferencia del Schumann con el que confiesa haberse emocionado hace poco) es fundamental, bastante tuvieron los profesores con "encontrarse" alguna vez incluso "sin querer". Para los que conocemos la obra casi de memoria (y suele pasar con repertorio tan "popular" como el del concierto de hoy), amén de la cantidad de excelentes registros sonoros que nos hemos "tragado" (e inconscientemente tendemos a comparar ¿Argerich, Maria João Pires? (de los Rubinstein, Pollini... ni escribo) la interpretación (?) de esta laureada pianista no me gustó absolutamente nada, como si estuviera todavía "verde" y con tan "profundas cualidades musicales" que "no salieron a flote"... La sensación de llevarlo todo precipitado, poco claro, "embarullado", sucio, incluso "pateando" con el pie izquierdo, me la corroboró al "abalanzarse" sobre el piano antes de finalizar los aplausos del respetable con el bis del archiconocido Vals del minuto (Vals en re bemol Op 64 Nº 1, incluso conocido también como Vals del Perrito y que me gusta más la versión cantada de Nacha Guevara) en igual línea de prisas y con una mano izquierda "muda" (pese a ser zurda, como me "chivó" Aurelio) en una obra que esperaba fuese su broche de oro, quedando en bisutería fina. Me imagino que son opiniones y formas de entender a Chopin como le comentaba a Cosme Marina (colaborador de LNE y del blog docenotas entre otras muchísimas cosas más siempre relacionadas con la música) al salir del concierto.
Tras el cigarro del descanso la orquesta en pleno (con refuerzos puntuales) nos ofreció unos Cuadros de Mussorgski-Ravel "más acuarelas que lienzos", con unos tempi algo inhabituales con los que nos sorprendió el maestro Valdés, arrancando ya algo más lento de lo "esperado" y en cambio los movimientos rápidos quasi andantes como intentando no enturbiar los pasajes difíciles por el número de notas que debe afrontar la cuerda en varios números, y eso que "los arcos" siempre han sido la columna vertebral y el bloque de nuestra OSPA, además de amantes y conocedores del repertorio ruso. Los solistas de viento, en general se comportaron pero sin excesos: algún fraseo algo extraño (respiraciones fuera de sitio en la tuba de David M. Moen), adornos poco limpios (trompeta de Maarten Van Weverwijk), excesivo ataque (saxo de Antonio Cánovas), buscando más la nota "segura" que el fraseo de esa orquestación genial (todo lo contrario de la primera parte) que de la obra para piano de Mussorgski hizo el gran Maurice Ravel. El resto de solistas y demás secciones también cumplieron pero sin llegar al notable... "como si el punto dulce alcanzado con Kynan Johns se hubiese quedado pegado al paladar o el cocinero Valdés no controlase el fuego correcto". Con todo, al finalizar el concierto el maestro chileno se dirigió al público para comentar que "todos nos sentíamos orgullosos de nuestra orquesta" (igual que hizo Ceccato... ¿se lo comentarían?).
PD nº1: LNE digital del sábado titula "Más de diez minutos de aplausos para la pianista Ingrid Fliter" ¿De verdad alguno de los asistentes se lo cree? Intenten cronometrar lo que son diez minutos. Y lo firma Jesús Farpón (fotógrafo del diario y autor de la foto que ilustra la noticia ¡aunque en otro enlace! sé que estuvo realmente en el auditorio, al menos para poder sacar la foto, pero:
1. ¿El fotógrafo escribe ahora los titulares?
2. ¿Los dictaron Diana Díaz, Pablo Gallego o Cosme Marina que escriben para dicho periódico?
3. ¿Cronometraron esos 10 minutos?
Menos mal que estuve allí, aunque sin reloj cronógrafo ni móvil con temporizador...
1. ¿El fotógrafo escribe ahora los titulares?
2. ¿Los dictaron Diana Díaz, Pablo Gallego o Cosme Marina que escriben para dicho periódico?
3. ¿Cronometraron esos 10 minutos?
Menos mal que estuve allí, aunque sin reloj cronógrafo ni móvil con temporizador...
Carátula de PABLO, LA MÚSICA EN SIANA |
P.D. nº2: El primer vinilo comprado con mis ahorros fue precisamente el Cuadros en la parte de discos del desaparecido Radio Norte de la calle Uría de Oviedo, por 20 duros ó 100 pesetas de 1970. Después vendrían las escuchas con piano, EL&P o incluso Tomita. Aquél LP pasó a engrosar la larga colección de material prestado -alguno recuperado o vuelto a comprar- pero nunca devuelto, esperando que al menos lo disfrutasen tanto como yo. El resto lo atesoro como Golum.
Carátula de PABLO, LA MÚSICA EN SIANA |
P.D. nº3: Leer crítica de Diana Díaz en LNE del domingo 15 de marzo, donde comparte mis opiniones aunque más "suavizadas". Ella sí es crítica "oficial", no aficionada.
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Pablo Siana