Viernes 26 de junio, 20:15 horas.
Iglesia de San Nicolás de Bari (Avilés).
Orquesta Clásica de Asturias, director:
Daniel Sánchez Velasco (Avilés, 1972). Obras de
Mozart.
Que en los tiempos que corren surja una nueva orquesta en Asturias concebida según su director
«como un semillero para la música clásica en Asturias», formada con músicos de edades entre los 12 y los 31 años, aunque reforzada (que yo hubiese reconocido) por los violinistas de la OSPA
Héctor Corpus y
Fernando Zorita, compañeros del hoy director
Daniel Sánchez (quien a su vez estudia dirección con el maestro
Max Valdés) es todo un lujo, máxime para todos ellos que tuvieron que poner casi todo (hasta dinero) de su bolsillo, no sólo el tiempo sino atriles o pedir prestados algunos instrumentos para poder afrontar los conciertos de Corvera (día 20), Candás (día 21) y este de Avilés (dentro del
Ciclo Clásica Joven que promueve el Ayuntamiento de Avilés), unido al hecho de haberse reunido vía e-mail y el boca a boca que nos trajo una orquesta realmente digna de admiración. Ver a
Ignacio Rodríguez con 12 años en los violines primeros, o a las
"veteranas" Laura Fonseca de concertino tras haber sido solista en la segunda obra con su compañera la violista
María Cifuentes, no tiene precio, y la elección de
Wolfgi como compositor para la puesta de largo de esta orquesta no sólo es correctísima sino muy apropiada por todo lo que conlleva. En declaraciones del director a la
Cadena Ser de Asturias (que escuché sin buscarlo) será el clasicismo y las obras "de siempre" -a veces poco programadas precisamente por conocidas- tan necesarias para el rodaje y formación de los músicos de orquesta las que vayan ocupando futuros conciertos, apareciendo cómo no
Beethoven e incluso
Brahms además de
Mozart o
Haydn.
No son las iglesias el mejor escenario para la música orquestal, con una
reverberación cercana a los tres segundos en el caso de la avilesina, lo que mezcla el sonido directo y el reflejado haciendo difícil el seguimiento de las líneas melódicas que las obras para hoy elegidas escondían.
Pero comenzar con el
genio de Salzburgo y la
Obertura de Don Giovanni fue premonitorio, reconocer por un lado el inicio de la película de
Milos Forman y el carácter tétrico en ese ambiente eclesiástico para luego pasar a la virtud y la claridad melódica que nos iba a deparar el concierto. Salvo mínimos problemas de afinación (solventados sobre la marcha por la ya veteranía de algún contrabajista) o desajustes en los timbales (achacado más a la acústica), la orquesta, con
Corpus de concertino, sonó compacta, homogénea y atenta a los claros gestos e interpretación del clarinetista, compositor y director avilesino.
Llegó la hermosísima y difícil
Sinfonía concertante en Mi bemol mayor K. 364 (320d) para violín y viola, siendo solistas las dos componentes de la orquesta antes citada. De los
tres movimientos quiero destacar
el II. Andante por la excelente afinación, compenetración y lirismo de las jóvenes solistas, así como la experta dirección en la única obra que necesitó la partitura en el atril (más de recuerdo y anotaciones que necesaria), pues el
III. Presto de nuevo la poco agradecida acústica no nos permitió escuchar con claridad los difíciles y virtuosísticos pasajes de los instrumentos solitas y son "concertación" con una orquesta donde el viento (dos oboes y dos trompas) estuvo a gran altura.
Tras un breve descanso y la reubicación de los músicos (las solistas volvieron a sus atriles y
Laura Fonseca de concertino) llegó el momento de cerrar el ciclo cronológico tras la obertura inicial y volver con "palabras mayores", otra obra de madurez como la
Sinfonía nº 39 en Mi bemol mayor, KV. 543, de plantilla perfecta para esta recién nacida Orquesta Clásica de Asturias (flauta, dos clarinetes, dos fagots, dos trompas, dos trompetas, timbales y reducida sección de cuerda). No quiero ser reiterativo con la reverberación, pero en los finales de cada movimiento era más que perceptible, y como suele pasar, se adapta mejor a los movimientos menos rápidos (el inicio del
I. Adagio-Allegro,
II. Andante con moto o el
III. Minuetto allegretto). Luchando contra estos imponderables, los
tempi fueron ajustados incluso en el
IV. Finale. Allegro donde
"el tema principal es presentado en los primeros violines con una extraordinaria vivacidad e invade toda la orquesta hasta llegar a una cadencia plena de entusiasmo" y la dirección, conocedora de obra y mimbres orquestales a su mando, nos dejó una muy digna interpretación de la penúltima sinfonía mozartiana.
Tendré que
seguirles más de cerca que la prensa regional, porque tenemos un nuevo y excelente vivero de músicos de orquesta, algunos ya curtidos en pequeñas formaciones o contratados como refuerzos puntuales en las demás
orquestas asturianas, incluyendo la formación de directores que precisamente tienen su mayor dificultad en el instrumento elegido del que no se dispone tan fácilmente...
Comentarios