Impecable pianismo
Concierto para recordar el que nos ofreció el pianista alemán Lars Vogt en el Auditorio de Oviedo y dentro de las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" ante medio aforo. Sigo sin entender los gustos musicales de la capital porque tanto el intérprete como el programa eran de lo más apetecibles, aunque tal vez no estén muy al tanto de los actuales nombres del piano (en Madrid en octubre le pasó otro tanto con el mismo artista), una generación que viene con mucha fuerza y una técnica al servicio del arte (que no al revés). Las notas al programa son de la crítica y musicóloga Diana Díaz, aunque más parece el análisis de las obras que una aproximación para el oyente melómano que no distingue temas A, B, recapitulaciones o "temas puentes"... Curiosamente la "crítica" de Antonio José López Domínguez en http://www.opusmusica.com/031/lars.html nos sirve punto por punto para el disfrutado en Oviedo, y como lo suscribo plenamente aquí lo dejo (de nuevo la inmediatez del blog frente a la prensa, si es que les publican las críticas, cosa que sucede más de lo deseado):
"Vogt abordó la Sonata de Berg con una concepción meridiana de sus niveles de disonancia y expresividad, así como de la intensidad del discurso, destacando en extremo las exigencias de cada plano sonoro. Llevó cada indicación a su máximo grado de acentuación con exquisita sensibilidad". Añadir por mi parte que fue la única obra que tocó con partitura, lo que no es de extrañar por las dificultades de la obra y lo que "se le venía encima" a continuación.
"De Schubert, uno de sus autores preferidos, interpretó las 3 Klavierstücke D 946 con gran precisión del fraseo y una sutilidad fuera de lo común. Una recia interpretación, mostrando su gran calidad técnica, con cierto carácter obsesivo en el ritmo de la segunda y una deliciosa algarabía en la última.
El momento cumbre de la velada fue la segunda parte del concierto con la Sonata en Si m de F. Liszt, obra de gran complejidad técnica y consumado virtuosismo que interpretó de forma emocionante, vigorosa y sin concesiones, con un nivel de tensión y dramatismo brutal. Una versión sólida y rotunda, entregada con la energía y la pasión que demanda la obra, con ese agotamiento interno y externo que consume al pianista y agota al espectador, quien contuvo constantemente la respiración durante la interpretación". Y por primera vez en años no hubo prisas para el aplauso, en ¿más de diez segundos? que parecieron "una eternidad" masticamos en el aire el último acorde ¿sería que no conocían la obra?. Realmente asombroso por todo, por la interpretación digna del poderío y sutileza todo en uno que exhibió el pianista alemán, y por el silencio quasi sepulcral tras la misma.
"El final perfecto fue un Nocturno de Chopin con el que se despidió el pianista alemán. Lars Vogt mostró una gran dosis de seriedad y un gusto exquisito por el trabajo meditado y bien hecho". De nuevo lamentar el poco público que parece no recordar el título de "Jornadas de piano", no piano y orquesta, pues de éstas tenemos varios conciertos a lo largo del año, y sin ir más lejos el 4 de marzo en esas "jornadas de piano" tendremos al gran Joaquín Achúcarro, casi carbayón por sus numerosas actuaciones para la Sociedad Filarmónica de Oviedo, que interpretará con la Oviedo Filarmonía el Concierto para piano nº 2 en Si bemol mayor, op. 83 de Bramhs, el mismo que tenemos jueves y viernes con Kirill Gerstein y la OSPA en Santiago y Oviedo. Está visto que programar no es el fuerte de nuestros rectores, a los que convendría recordar que las jornadas están dedicadas al instrumento rey y que por Oviedo ha pasado lo mejor del panorama mundial. Que no sea disculpa para privarnos de figuras como el alemán, el ruso o el bilbaino. Me consta que Luis G. Iberni amaba EL PIANO.
"Vogt abordó la Sonata de Berg con una concepción meridiana de sus niveles de disonancia y expresividad, así como de la intensidad del discurso, destacando en extremo las exigencias de cada plano sonoro. Llevó cada indicación a su máximo grado de acentuación con exquisita sensibilidad". Añadir por mi parte que fue la única obra que tocó con partitura, lo que no es de extrañar por las dificultades de la obra y lo que "se le venía encima" a continuación.
"De Schubert, uno de sus autores preferidos, interpretó las 3 Klavierstücke D 946 con gran precisión del fraseo y una sutilidad fuera de lo común. Una recia interpretación, mostrando su gran calidad técnica, con cierto carácter obsesivo en el ritmo de la segunda y una deliciosa algarabía en la última.
El momento cumbre de la velada fue la segunda parte del concierto con la Sonata en Si m de F. Liszt, obra de gran complejidad técnica y consumado virtuosismo que interpretó de forma emocionante, vigorosa y sin concesiones, con un nivel de tensión y dramatismo brutal. Una versión sólida y rotunda, entregada con la energía y la pasión que demanda la obra, con ese agotamiento interno y externo que consume al pianista y agota al espectador, quien contuvo constantemente la respiración durante la interpretación". Y por primera vez en años no hubo prisas para el aplauso, en ¿más de diez segundos? que parecieron "una eternidad" masticamos en el aire el último acorde ¿sería que no conocían la obra?. Realmente asombroso por todo, por la interpretación digna del poderío y sutileza todo en uno que exhibió el pianista alemán, y por el silencio quasi sepulcral tras la misma.
"El final perfecto fue un Nocturno de Chopin con el que se despidió el pianista alemán. Lars Vogt mostró una gran dosis de seriedad y un gusto exquisito por el trabajo meditado y bien hecho". De nuevo lamentar el poco público que parece no recordar el título de "Jornadas de piano", no piano y orquesta, pues de éstas tenemos varios conciertos a lo largo del año, y sin ir más lejos el 4 de marzo en esas "jornadas de piano" tendremos al gran Joaquín Achúcarro, casi carbayón por sus numerosas actuaciones para la Sociedad Filarmónica de Oviedo, que interpretará con la Oviedo Filarmonía el Concierto para piano nº 2 en Si bemol mayor, op. 83 de Bramhs, el mismo que tenemos jueves y viernes con Kirill Gerstein y la OSPA en Santiago y Oviedo. Está visto que programar no es el fuerte de nuestros rectores, a los que convendría recordar que las jornadas están dedicadas al instrumento rey y que por Oviedo ha pasado lo mejor del panorama mundial. Que no sea disculpa para privarnos de figuras como el alemán, el ruso o el bilbaino. Me consta que Luis G. Iberni amaba EL PIANO.
P.D. Actualizo a 21 de febrero con la crítica de Joaquín Valdeón en LNE. La de Aurelio M. Seco en LVA sólo en la edición en papel (y eso que la suscribía punto por punto) y ¡el domingo 22! Así les luce el pelo a los de "La Voz".
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