Grandes ilusiones en el arranque de la OSPA
Viernes 16 de octubre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo. OSPA, Concierto de inauguración de la temporada (Abono 1). Barbara Hölz, mezzo. Max Valdés, director.
A las 19:00 horas arrancó el segundo ciclo de conferencias previa, abriendo el maestro chileno una breve y emotiva explicación de las obras elegidas para este concierto de la que será su última temporada de titular, permitiéndose como así confesó, algunos "caprichos" como los de hoy, incluso desde la parte emotiva de sus años de estudiante de dirección en Venecia. Pero fue Mª Encina Cortizo, autora también de las notas al programa, la encargada de analizar para los pocos asistentes la segunda parte del programa, siempre sabiendo utilizar un lenguaje técnico pero sin excesos para así conseguir de los aficionados una mayor complicidad y disfrute de la sinfonía que cerraría el concierto.Casi con puntualidad británica arrancó esta inauguración nada menos que con Wagner y sus Wesendonk lieder, esas cinco canciones dedicadas a su amada Mathilde, un amor romántico pleno en su exilio suizo. La mezzo Barbara Hölz, ya conocida de Valdés por haberla dirigido en La Pasión según San Mateo del 2001, es una voz ideal para estos repertorios, que tanto gustan al maestro chileno y a muchos otros colegas de primera fila como Harnoncourt o Bruno Weil por citar dos al alcance de nuestros oídos (incluso en internet), sin olvidar el canto con piano (desde hace años suele ser el berlinés Ralph Heiber) donde ha interpretado a Granados o Lorca que ya ha grabado en CD hace dos años. Cantante de amplio recorrido y experiencia, con un color de voz perfecto para esta "joya wagneriana" y una emisión que no tuvo problemas con un exquisito acompañamiento orquestal muy bien llevado desde el podio. Personalmente me encantaron por su "grandeza" y excelencia vocal los dos últimos números Schmerzen (Dolores) y Träume (Sueños), auténticos bocetos del Tristán y donde la orquesta sonó perfectamente empastada y acoplada con esa voz grande de la mezzo alemana. Para la segunda parte quedaba La Grande de Schubert que ya nos habían "desmenuzado" en la conferencia (también pueden leerse el excelente artículo de Isabel Mª Ayala Herrera). La Sinfonía nº 9 en Do Mayor, D 944 llamada Die Große por muchas razones y que tristemente el propio compositor nunca pudo escuchar, siendo Schumann quien la rescatase y Mendelssohn quien la hiciera sonar en Leipzig, otros "grandes". Todo un universo instrumental clásico pero ya romántico tan difícil de interpretar por lo que esconde en su lectura, por el miedo a romper moldes desde una estructura tan clásica, como bien nos explicaron director y musicóloga. En la Novena de Schubert están desde la admiración por Beethoven o los recuerdos cazadores de Weber, cierto halo fúnebre que aparece pese a la tonalidad de Do mayor, y hasta el germen o inspiración de los Brahms, Bruckner o el mismísimo Mahler (el Scherzo tiene mucho de sus ländler) y nexo de unión con Wagner precisamente en la poesía que tan bien musicó Franz, en especial del romántico Winterreise (Viaje de Invierno).Una última joya sinfónica con las que Max Valdés disfruta tanto preparándola como interpretándola con la plantilla ideal de nuestra gran OSPA: la cuerda más madura que nunca, todo el viento a dos (salvo los tres trombones) ensamblado, afinado y con una paleta tímbrica perfectamente schubertiana, añadiendo esos timbales descentrados pero que consiguieron un equilibrio sonoro excelente en los muchísimo planos que esconde la partitura. Los "caprichos" del maestro para esta temporada los iremos comentando e incluso comprendiendo, muchos también compartiendo, pero no me cabe duda que parte del público no los entenderá, y eso que esta temporada de la despedida promete mucho...
A las 19:00 horas arrancó el segundo ciclo de conferencias previa, abriendo el maestro chileno una breve y emotiva explicación de las obras elegidas para este concierto de la que será su última temporada de titular, permitiéndose como así confesó, algunos "caprichos" como los de hoy, incluso desde la parte emotiva de sus años de estudiante de dirección en Venecia. Pero fue Mª Encina Cortizo, autora también de las notas al programa, la encargada de analizar para los pocos asistentes la segunda parte del programa, siempre sabiendo utilizar un lenguaje técnico pero sin excesos para así conseguir de los aficionados una mayor complicidad y disfrute de la sinfonía que cerraría el concierto.Casi con puntualidad británica arrancó esta inauguración nada menos que con Wagner y sus Wesendonk lieder, esas cinco canciones dedicadas a su amada Mathilde, un amor romántico pleno en su exilio suizo. La mezzo Barbara Hölz, ya conocida de Valdés por haberla dirigido en La Pasión según San Mateo del 2001, es una voz ideal para estos repertorios, que tanto gustan al maestro chileno y a muchos otros colegas de primera fila como Harnoncourt o Bruno Weil por citar dos al alcance de nuestros oídos (incluso en internet), sin olvidar el canto con piano (desde hace años suele ser el berlinés Ralph Heiber) donde ha interpretado a Granados o Lorca que ya ha grabado en CD hace dos años. Cantante de amplio recorrido y experiencia, con un color de voz perfecto para esta "joya wagneriana" y una emisión que no tuvo problemas con un exquisito acompañamiento orquestal muy bien llevado desde el podio. Personalmente me encantaron por su "grandeza" y excelencia vocal los dos últimos números Schmerzen (Dolores) y Träume (Sueños), auténticos bocetos del Tristán y donde la orquesta sonó perfectamente empastada y acoplada con esa voz grande de la mezzo alemana. Para la segunda parte quedaba La Grande de Schubert que ya nos habían "desmenuzado" en la conferencia (también pueden leerse el excelente artículo de Isabel Mª Ayala Herrera). La Sinfonía nº 9 en Do Mayor, D 944 llamada Die Große por muchas razones y que tristemente el propio compositor nunca pudo escuchar, siendo Schumann quien la rescatase y Mendelssohn quien la hiciera sonar en Leipzig, otros "grandes". Todo un universo instrumental clásico pero ya romántico tan difícil de interpretar por lo que esconde en su lectura, por el miedo a romper moldes desde una estructura tan clásica, como bien nos explicaron director y musicóloga. En la Novena de Schubert están desde la admiración por Beethoven o los recuerdos cazadores de Weber, cierto halo fúnebre que aparece pese a la tonalidad de Do mayor, y hasta el germen o inspiración de los Brahms, Bruckner o el mismísimo Mahler (el Scherzo tiene mucho de sus ländler) y nexo de unión con Wagner precisamente en la poesía que tan bien musicó Franz, en especial del romántico Winterreise (Viaje de Invierno).Una última joya sinfónica con las que Max Valdés disfruta tanto preparándola como interpretándola con la plantilla ideal de nuestra gran OSPA: la cuerda más madura que nunca, todo el viento a dos (salvo los tres trombones) ensamblado, afinado y con una paleta tímbrica perfectamente schubertiana, añadiendo esos timbales descentrados pero que consiguieron un equilibrio sonoro excelente en los muchísimo planos que esconde la partitura. Los "caprichos" del maestro para esta temporada los iremos comentando e incluso comprendiendo, muchos también compartiendo, pero no me cabe duda que parte del público no los entenderá, y eso que esta temporada de la despedida promete mucho...
P.D.: Críticas de mi amigo Ramón G. Avello en "El Comercio" del sábado 17, y de Diana Díaz en LNE del domingo 18.
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