Mieres solidario y coral
Viernes 2 de octubre, 20:00 horas. Auditorio "Teodoro Cuesta", Casa de Cultura de Mieres, Encuentro Coral organizado por la Asociación Párkinson de Mieres (que preside Gloria Villanueva). Entrada: 3 €.
Lleno en este recital coral benéfico presentado por el director de la Casa de Cultura Ismael G. Arias y con asistencia y palabras previas del presidente de la Asociación Párkinson de Asturias José Carlos Fdez. Rivera, el director de la Obra Social de CajAstur José Vega y nuestro alcalde Luis María García, que reunió a cinco grupos corales mierenses con el objetivo de recaudar fondos para una enfermedad donde precisamente la música le viene perfecta como terapia, comenzando el espectáculo el propio Coro Párkinson Asturias con Cristina Rogel de musicoterapeuta. Hoy no haré comentarios sobre lo cantado, simplemente que se reconozca la gran tarea y mayor beneficio que supone la música para este colectivo, aunque mostrarla en público pueda resultar duro (e incluso "poco artístico") pero claramente TERAPÉUTICO. Creo que el público se percató de ello y arrancaron los más sinceros aplausos solidarios (pues musicales hoy no tocaban).
Un medio renovado Ochote "La Unión" de Mieres que desde 1986 sigue dirigiendo Juan Rionda Mier, fue la segunda agrupación coral local que se unió solidariamente a este encuentro musical (prefiero no hablar de "concierto"). Lo de renovado a medias viene a colación por estar cuatro de sus nuevos componentes en el orfeón local -hoy hicieron doblete-, más los cuatro fundadores, aunque la media de edad sigue alta y los años no perdonan, y menos a las voces. Evidentemente son muy queridos y sus canciones las conocíamos todos los asistentes.
En tercer lugar subió una agrupación femenina que también tiene mucho de terapia en el sentido de ocupar el tiempo libre de este grupo de jubiladas locales aficionadas a cantar sin más pretensiones que pasárselo bien, independientemente de otras cuestiones técnicas o musicales. Me refiero al Coro CajAstur de Mieres que en la actualidad tutela el sudamericano Daniel Lugo.
Para el final quedaban dos agrupaciones con solera, muy ligadas a nuestra historia coral local, regional e incluso nacional, de larga trayectoria y otra vez falta de voces más jóvenes (algún día tendremos que reflexionar sobre ello):
El Coro Minero de Turón que actualmente dirige Fidel González Martín, apareció en la penumbra con la luz de las lámparas de sus cascos, algo que siempre ha caracterizado su puesta en escena y sigue levantando pasiones, más en un pueblo como el nuestro de tanta tradición minera. La elección de los cinco temas interpretados (en especial esos Jirones del Alma de Sergio Domingo) fue todo un acierto a juzgar por los comentarios del respetable aunque poco educado público asistente. Más parecía que contemplasen en una televisión gigante la actuación coral por el volumen con el que expresaban su jolgorio, el entrar y salir continuo de gente por los pasillos, el permanente y ya "triste habitual acompañamiento" de los politonos en móviles (celulares) o incluso un abanico golpeando arrítmicamente el pecho de una señora que supongo tendría el mismo calor que los demás, pero que me recordó la necesidad de recuperar una campaña en cine y televisión de hace al menos 40 años que rezaba "Piense en los demás" (bueno ni la acalorada señora ni la mayor parte del público lo recordaron). Niños pequeños hablando o gritando tampoco ayudaron a un correcto y deseable saber estar en un evento como el programado. Del personal que ya había pasado por el escenario decir que resultaron "menos solidarios" con los que ahora estaban sobre él, pues de nuevo, y como si de una proyección en pantalla gigante se tratase, les importó un bledo montar algarabía con el ruido causado buscando ubicaciones imposibles -recuerdo que el lleno fue absoluto- mientras seguía el espectáculo ¿principal?. Con todo, las voces graves cantando sobre el escenario se sobrepusieron a la contaminación acústica (por no querer entrar en mayores disquisiciones no ya sobre educación sino simplemente urbanidad o incluso cortesía, que dejaré para el final).
Le correspondió cerrar el acto a la centenaria agrupación coral local, el coro más antiguo de Asturias y uno de los más veteranos de España, el Orfeón de Mieres que dirige Vicente Jesús Sánchez. De los cinco temas elegidos, cuatro repasaron el folklore hispanoamericano para terminar con el Asturias, tierra querida del laredano Alfonso Ruiz Martínez, que incluye el Himno de Asturias, lo que provocó entre la concurrencia serias dudas sobre ponerse o no en pie (en terminología taurina hubo división de opiniones) e incluso unirse tarareando o malcantando (aquí lo dejamos en un tercio), para lograr un final de velada en línea con el "ambiente" que reinó en toda ella, con la música coral como disculpa solidaria, algo que nunca falla en lo segundo pero sí en lo primero.
No quiero cargar las tintas pero no está de más recordar que:
Finalizando y para que nadie se pueda sentir ofendido (aunque siempre recalco que soy libre de decir y escribir lo que pienso, con todo lo que esto conlleve), quien se sube a un escenario -¿el fin justifica los medios?- tendrá siempre mi mayor respeto, pero también debería haber reciprocidad (ya ni la exijo), para el público y sobre todo para la música.
P.D.: Por si no me expreso correcta o claramente, sirva de ejemplo coral mi respeto y admiración al Coro ALLE (de Laringectomizados) de León, pero espero y disfruto mucho más con el Coro Monteverdi, al que evidentemente juzgo desde una óptica musical.
Lleno en este recital coral benéfico presentado por el director de la Casa de Cultura Ismael G. Arias y con asistencia y palabras previas del presidente de la Asociación Párkinson de Asturias José Carlos Fdez. Rivera, el director de la Obra Social de CajAstur José Vega y nuestro alcalde Luis María García, que reunió a cinco grupos corales mierenses con el objetivo de recaudar fondos para una enfermedad donde precisamente la música le viene perfecta como terapia, comenzando el espectáculo el propio Coro Párkinson Asturias con Cristina Rogel de musicoterapeuta. Hoy no haré comentarios sobre lo cantado, simplemente que se reconozca la gran tarea y mayor beneficio que supone la música para este colectivo, aunque mostrarla en público pueda resultar duro (e incluso "poco artístico") pero claramente TERAPÉUTICO. Creo que el público se percató de ello y arrancaron los más sinceros aplausos solidarios (pues musicales hoy no tocaban).
Un medio renovado Ochote "La Unión" de Mieres que desde 1986 sigue dirigiendo Juan Rionda Mier, fue la segunda agrupación coral local que se unió solidariamente a este encuentro musical (prefiero no hablar de "concierto"). Lo de renovado a medias viene a colación por estar cuatro de sus nuevos componentes en el orfeón local -hoy hicieron doblete-, más los cuatro fundadores, aunque la media de edad sigue alta y los años no perdonan, y menos a las voces. Evidentemente son muy queridos y sus canciones las conocíamos todos los asistentes.
En tercer lugar subió una agrupación femenina que también tiene mucho de terapia en el sentido de ocupar el tiempo libre de este grupo de jubiladas locales aficionadas a cantar sin más pretensiones que pasárselo bien, independientemente de otras cuestiones técnicas o musicales. Me refiero al Coro CajAstur de Mieres que en la actualidad tutela el sudamericano Daniel Lugo.
Para el final quedaban dos agrupaciones con solera, muy ligadas a nuestra historia coral local, regional e incluso nacional, de larga trayectoria y otra vez falta de voces más jóvenes (algún día tendremos que reflexionar sobre ello):
El Coro Minero de Turón que actualmente dirige Fidel González Martín, apareció en la penumbra con la luz de las lámparas de sus cascos, algo que siempre ha caracterizado su puesta en escena y sigue levantando pasiones, más en un pueblo como el nuestro de tanta tradición minera. La elección de los cinco temas interpretados (en especial esos Jirones del Alma de Sergio Domingo) fue todo un acierto a juzgar por los comentarios del respetable aunque poco educado público asistente. Más parecía que contemplasen en una televisión gigante la actuación coral por el volumen con el que expresaban su jolgorio, el entrar y salir continuo de gente por los pasillos, el permanente y ya "triste habitual acompañamiento" de los politonos en móviles (celulares) o incluso un abanico golpeando arrítmicamente el pecho de una señora que supongo tendría el mismo calor que los demás, pero que me recordó la necesidad de recuperar una campaña en cine y televisión de hace al menos 40 años que rezaba "Piense en los demás" (bueno ni la acalorada señora ni la mayor parte del público lo recordaron). Niños pequeños hablando o gritando tampoco ayudaron a un correcto y deseable saber estar en un evento como el programado. Del personal que ya había pasado por el escenario decir que resultaron "menos solidarios" con los que ahora estaban sobre él, pues de nuevo, y como si de una proyección en pantalla gigante se tratase, les importó un bledo montar algarabía con el ruido causado buscando ubicaciones imposibles -recuerdo que el lleno fue absoluto- mientras seguía el espectáculo ¿principal?. Con todo, las voces graves cantando sobre el escenario se sobrepusieron a la contaminación acústica (por no querer entrar en mayores disquisiciones no ya sobre educación sino simplemente urbanidad o incluso cortesía, que dejaré para el final).
Le correspondió cerrar el acto a la centenaria agrupación coral local, el coro más antiguo de Asturias y uno de los más veteranos de España, el Orfeón de Mieres que dirige Vicente Jesús Sánchez. De los cinco temas elegidos, cuatro repasaron el folklore hispanoamericano para terminar con el Asturias, tierra querida del laredano Alfonso Ruiz Martínez, que incluye el Himno de Asturias, lo que provocó entre la concurrencia serias dudas sobre ponerse o no en pie (en terminología taurina hubo división de opiniones) e incluso unirse tarareando o malcantando (aquí lo dejamos en un tercio), para lograr un final de velada en línea con el "ambiente" que reinó en toda ella, con la música coral como disculpa solidaria, algo que nunca falla en lo segundo pero sí en lo primero.
No quiero cargar las tintas pero no está de más recordar que:
- Había "fila cero" para colaborar sin necesidad de asistir en directo.
- Cada música exige un comportamiento acorde con ella.
- La educación debería presidir cada acto de nuestra vida.
- El respeto mutuo tendría que ser lo habitual en cada día...
- La autocrítica es necesaria en cualquier profesión (y seguiré abusando de "entrecomillados", cursiva y estilo recargado para algunos).
Finalizando y para que nadie se pueda sentir ofendido (aunque siempre recalco que soy libre de decir y escribir lo que pienso, con todo lo que esto conlleve), quien se sube a un escenario -¿el fin justifica los medios?- tendrá siempre mi mayor respeto, pero también debería haber reciprocidad (ya ni la exijo), para el público y sobre todo para la música.
P.D.: Por si no me expreso correcta o claramente, sirva de ejemplo coral mi respeto y admiración al Coro ALLE (de Laringectomizados) de León, pero espero y disfruto mucho más con el Coro Monteverdi, al que evidentemente juzgo desde una óptica musical.
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