Con vigor y rigor

Viernes 10 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo: OSPA, Concierto de Abono nº 3. Veronika Eberle (violín), Yves Abel (director). Obras de Delius, Sibelius y Bizet (con notas al programa de Juan Manuel Viana).
Desde el 11 de noviembre llevábamos esperando por el regreso de los conciertos de abono de nuestra orquesta asturiana, aunque pudimos recuperar parte de la orfandad con la ópera, pero el foso, con ser siempre un lujo tenerla ahí, nunca es igual.
Programa para oídos exquisitos donde destacaba un Delius poco escuchado abriendo cada parte y sobre todo escuchar a una joven violinista alemana más que promesa un auténtico descubrimiento.
El intermedio Un Romeo y Julieta de aldea (El paseo al jardín del paraíso) de Frederick Delius abría boca con un Abel que nada más dar la entrada presagiaba una empatía clara con los músicos, concentrados y gustándose en una obra claramente nostálgica y muy apropiada para estos fríos días antes del carnaval, británica pero universal. La cuerda sigue enamorando pero la madera ya está al mismo nivel (con Ferriol y Andreas realmente únicos), y hasta unos metales refulgentes pero contenidos, sin deslumbrarnos, pusieron el listón realmente alto.

Foto: © OSPA, Marta Barbón
El famoso y archiconocido Concierto para violín en Re m, Op. 47 de Sibelius resultó una delicia interpretativa en el Stradivarius "Dragonetti" (1700) que The Nippon Music Foundation ha prestado a Veronika Eberle, siempre perfectamente arropada por una orquesta excelentemente concertada por el maestro Yves, destacando las dinámicas conseguidas donde los pianísimos fueron de ensueño y hasta el dúo con la viola de Oleg Lev empastó como si fuesen uno, sin olvidar las intervenciones de los demás principales que no quisieron quedarse atrás en todos y cada uno de los pasajes donde el finlandés volcó todo su muestrario tímbrico, alcanzando todos altas cotas de calidad, rigor en cada movimiento y un vigor contagioso de la virtuosa alemana hacia los músicos de la formación asturiana. El Allegro moderato resultó cual examen de cada familia instrumental con notas sobresalientes más unos fraseos y sonoridades que acallaron muchas de las siempre inoportunas toses que parecen formar parte del paisaje auditivo, para cabreo de melómanos, y un violín majestuoso. El Adagio di molto resultó sutil, lírico y contenido, con un empaste en madera y cuerda de auténtico muestrario, para concluir con el Allegro, ma non tanto que puso el broche a este concierto de profundidades ¡qué rotundidad en cellos y contrabajos! y virtuosismo global que hubiera hecho las delicias de mi admirado vallisoletano David Revilla Velasco (tendrá que esperar la emisión de Radio Clásica para corroborar mis palabras), melodías y ritmos cálidos incluso desde el carácter nórdico y germánico de compositor y solista. Exquisitez interpretativa en todos y sobremanera en "la Eberle" que nos deleitó con la Gavotte en rondeau de la Partita nº 3 en MI M., BWV 1006 de Bach imposible de mejorar en todos los sentidos (tempo, fraseo, arcos, sonoridades y todo lo que queramos añadir) como bien apuntaba mi querido Alfonso Ordieres.

Foto: © OSPA, Marta Barbón

Nuevamente Delius y su Noche de verano en el río (Summer night on the river) para abrir la segunda parte que devolvía el ambiente de neblinas ensoñadoras para disfrute sonoro bien llevado desde el podio, y completar este reencuentro del otoño al invierno con Bizet (a la vista de los compañeros de programa casi rebautizado como Bizetius) y La Arlesiana, primero la Suite nº 1 (1872) al completo, nueva prueba de fuego para la orquesta, con un arranque del conocido Preludio que no dejó dudas sobre los derroteros que tomaría toda la obra. Más exámenes a cada una de las secciones y solistas que brillaron como nunca, con la percusión a la altura del resto, es decir excelencia musical, y una interpretación del maestro Abel vigorosa, clara, concisa, delineando cada uno de los cuatro números, antes de afrontar de la Suite nº 2 la Pastoral compacta, flautas Pearse ceñidas y volcadas con el número arropado por esa cuerda única en España, y la Farándula de aromas vascos que cerraría la velada, habitual como propina de las grandes orquestas europeas (1) y esta vez en el programa para volver a casa con la alegría del trabajo bien hecho, límpida y rápida sin excesos, con rigor y vigor tal como titulo esta entrada, devolviéndonos una OSPA que a pesar de saberse sin titular, continúa dándonos lo mejor de ella en cada concierto. Lástima que me pierda el abono nº 4 del próximo fin de semana (¡el Carnaval me llama!) donde el canadiense Yves Abel volverá con Asier Polo al cello y tres nuevas joyas de Dutilleux (su concierto para chelo), Respighi y La Boutique fantasque más los Preludios de Liszt. Seguro que volverán a maravillar al público de Avilés y Oviedo...
Nota(1) A pesar de la "censura", aún quedan restos de la entrada del pasado marzo sobre la propina de la "Farandole" por la orquesta monegasca en Classissima.
P. D.: Crítica de Ramón G. Avello en El Comercio.

Comentarios

Fernando Zorita ha dicho que…
Querido Pablo, te vi ayer entre el barullo que se forma en el Auditorio y cuando fui a saludarte ya no estabas donde te había visto y no te encontré. Y ahora leo que te vas de Carnaval, así que te felicito el año a finales de Febrero cuando venga Milanov...
Como siempre no puedo estar más de acuerdo contigo en todo lo que dices, si bien me gustaría abrir una polémica contigo (que ya se abrió también en la oquesta) sobre esta violinista. Gran capacidad técnica, expresiva y de fácil llegada al público, pero...si observas las fotos que tú mismo cuelgas, las del FB de la Ospa o las que aparecen en los periódicos verás que toca para sí misma. Le importa poco que haya una orquesta detrás, se recrea tanto en su sonido y en su talento que no se deja acompañar y lo que es peor da la impresión de que su meta es su sonido y su virtuosismo y ahí es donde me decepciona se sirve a sí misma y no a la música que interpreta que es de lo que se trata, ya pasaron los años de la hinchazón romántica e individualista como dice Harnoncourt. Otro rato hablamos si quieres de la exhibición de esto que acabo de decir que hizo Temirkanov... Dicho todo esto con toda mi admiración por su habilidad con el violín y respeto a tus opiniones como siempre.
Un fuerte abrazo!
Fer
Pablo Siana ha dicho que…
Gracias Fer. Polémicas así me encantan, desconozco siempre la trastienda y es cierto que estaba ensimismada, aunque no lo llamaría sino egoísmo sano y puede que cierto divismo en tanto que se crea única protagonista que no funcionaría sin una OSPA y un Abel que realmente la encumbraron. Podríamos psicoanalizarla e incluso entrar a charlar sobre interpretaciones intro y extrovertidas, aunque con Sibelius reconozca que me gustó la "egoísta". Nos vemos pronto y de nuevo gracias por leerme
Fernando Zorita ha dicho que…
Es un placer leerte y aún más charlar contigo por lo apasionado pero sobre todo por la honestidad de tus comentarios, cosa que no es moneda frecuente, más aún desde que cierta nacionalidad (personas de aquella extinta nacionalidad me refiero)se instaló en esta tierra.
Lo que me defrauda de esta chica te repito es su falta de compromiso, de auténtica comunicación entre el compositor y el oyente: se queda a mitad del camino, piensa que la meta es el puro deleite en su virtuosismo y le importa poco lo que el compositor quiere transmitir al público. Otros hubo honestos y visto su gran potencial escribieron sus propias obras ( Sarasate, Vienawsky o Kreisler, el mismo Heifetz).
Demostración palpable fue el concierto de Termikanov. La cuerda se adapta a Prokofiev y a Rachmaninoff (del viento no hablo porque sobre todo clarinete y trompas eran dignas de la Ospa B, y la percusión ni mención...) pero vistas las dos propinas te das cuenta que esa orquesta sólo tiene un interruptor de "encendido-apagado" sus gestos y su expresividad es aprendida, dirigida, predeterminada, no hay nada natural, no es expresivo, no es comunicativo se detiene en el deleite de la manufactura, no pasa de las manos al cerebro ni al corazón. Qué pésimo concierto hubiéramos escuchado si en el programa hubiera habido otro repertorio no ruso entre 1880 y 1950! Imaginas Brahms o Mahler? Mozart? Beethoven? Debussy?
Por el contrario véase el recital de Jean-Gulhen Queyras!!!!!!!! qué maravilla, qué dos horas de música, de conversación, de "viaje", de abrir el alma a quién te escucha, cuántos miles de sonidos diferentes salieron de ese instrumento ( del de ayer sólo oí uno) que no parecía sino que cantaba, no que "tocase" un instrumento.
A eso me refiero con mi comentario sobre Verónica.
Un abrazo
Fer

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